Este tercer volumen de la serie de instrumentales “Instroak” surge a raíz de componer la música para el documental “Bai, bagara”. Por empezar desde el principio, ¿qué te sedujo de este proyecto?
Hace años que tenía ganas de realizar algo así, había tenido la oportunidad de participar en pequeños proyectos audiovisuales pero nunca lo había hecho en una película. Esencialmente lo que me sedujo fue el poder sumergirme un poco en el mundo del cine, así que acepté casi sin saber muy bien de qué iría la historia. Estoy contento de haber tomado esa decisión, además, me ha dado la oportunidad de conocer a Larraitz Zuazo. Nuestra colaboración no se va a limitar a esta cinta, ya estamos trabajando en unas proyecciones para los directos, basadas en imágenes que ella utilizó en la película, pero dándoles una nueva vida. Es como la cara B del proyecto, ahora son las imágenes las que se adaptan al ritmo de la música.
¿Y en qué momento decides transformar en un disco esa música hecha para la película?
Cuando empecé a realizarla creía que el resultado iba a ser más ambiental, me imaginaba más un conjunto de piezas atmosféricas que alcanzarían todo su sentido sólo junto a las imágenes, pero una vez acabado casi todo el trabajo me di cuenta de que tenía una buena colección de canciones, temas que cobraban vida propia. Me daba algo de pena que no tuviesen más recorrido, y además una vez acabado todo ello empezó a picarme el gusano del directo al imaginarme tocando esos temas con una banda a todo volumen. Pensé que estaría bien editarlos y dar unos cuantos conciertos.
¿Has tenido una especial dedicación a la hora de conseguir que esas canciones pudieran funcionar sin que fuera necesario ver la película?
No fue nada concebido previamente. Muchas veces sucedía que el fragmento de la película que tenía que ambientar era muy breve, entonces tomaba como excusa esos segundos para componer un tema más largo, aún sabiendo que sólo se utilizarían esos pocos instantes. Supongo que estoy acostumbrado a trabajar en dimensiones más amplias, esto me ayudaba a verlo todo con más perspectiva, me resultaba más inspirador.
Y unas canciones como estas, que tienen su origen en acompañar a una película, ¿surgen en tu cabeza más con la intención de representar ideas o imágenes?
Larraitz Zuazo, directora del documental, tenía bastante claro cuál debía ser el tono, color o ritmo adecuado para cada escena, para mí ese era el punto de partida. A partir de ahí la intención era reforzar su idea. También es verdad que rescaté algún pequeño boceto e idea que tenía guardado por ahí y no sabía dónde ubicar.
Aunque en el sonido de estas “Instroak” siempre existe esa base “americana” desértica y sobria, este es el disco en el que más te lanzas a crear ambientes y a jugar con las capas sonoras, ¿ha sido cuestión de esas “exigencias” del proyecto o se ha tratado de una decisión musical propia?
Como he comentado antes, Larraitz era quien me marcaba el camino a seguir en cuanto a tono y ritmo, pero a partir de ahí sí que las decisiones musicales han sido mías. Es verdad que en estos temas me he concentrado bastante en crear esas atmósferas, esto seguramente tiene que ver más con inquietudes personales mías. Así como pasé una época en la que estaba un poco obsesionado con el concepto de canción, últimamente pongo más el foco en el sonido y su manipulación. Siempre he fantaseado con la idea de montar un estudio propio, una especie de taller o laboratorio sonoro, y este año por fin he dado el paso. Igual es por eso que últimamente me he centrado en el sonido y la producción. Me gusta entrar al estudio y ver hasta dónde puedo llegar con los recursos que tengo, intentar encontrar sonidos originales.
Además también hay en este trabajo una mayor presencia de la guitarra eléctrica, creando muchas veces una contraposición a los sonidos acústicos. ¿Has buscado especialmente ese tipo de contrastes?
En parte había menos guitarra eléctrica en anteriores trabajos por motivos de logística. Cuando empecé a hacer los discos instrumentales vivía en Barcelona, el local de ensayo era una de las habitaciones de mi piso, así que pasé una buena temporada tocando casi siempre en acústico. Disfruté mucho aquella fase también, pero últimamente apenas saco esos instrumentos. De hecho, a la hora de utilizarlos para este disco me ha supuesto un esfuerzo considerable, estaba totalmente desentrenado, pero creo que ese color era necesario.
“Últimamente pongo más el foco en el sonido y su manipulación”
Te acompaña de nuevo en este disco Felix Buff en la batería. Al margen de su valía en dicha tarea, entiendo que su presencia aporta bastantes cosas más para ti...
Felix ha sido una pieza clave en mi carrera en solitario y una persona importante tanto en lo musical como en lo personal. Inicialmente colaboramos en directo como dúo en una época en la que crecí mucho como músico. Creo que para los dos fueron días de total libertad, y diría que aquella gira y la siguiente con la banda al completo han sido los momentos más excitantes que he vivido con este proyecto. En el anterior disco (“Eguzkiari begietara so”, 2016) arreglamos casi todos los temas entre los dos, así que respondiendo a la pregunta, sí, su aportación ha ido más allá de su propio instrumento. Esta vez, lamentablemente no ha sido así debido a cuestiones de incompatibilidad de agenda. Disponíamos de un solo día de grabación, así que tuve que llevar todas las baterías ya escritas y Felix tocó las líneas de batería que yo había registrado en las maquetas.
Me llama la atención que en varias de tus últimas portadas, incluida ésta, aparece un ave, o parte de ella. Intuyo que no es casualidad...
Para nada es una casualidad. El cuervo que aparece desde “Instroak Vol.2” fue una interpretación que Xabier Sagasta Lacalle hizo de mi persona, supongo que inspirado en el seudónimo Lenoir. También hay otra lectura basada en un juego de palabras; Belenoir-Belebeltza (en euskera cuervo negro). En cualquier caso el del cuervo es un personaje que se me hace muy sugerente tanto estéticamente como por la ‘personalidad’ del propio animal.
Mirando a esta faceta tuya instrumental, a lo largo de estos años, ¿en qué aspecto dirías que has evolucionado?
La verdad es que tenía totalmente aparcada esta faceta y no entraba en mis planes recuperarla, estaba más centrado en acabar de componer un nuevo disco cantado. El tema de la película ha sido una buena escusa para retomar los instrumentales. He disfrutado mucho el proceso y me ha ayudado a salir de un pequeño bloqueo a nivel de composición. Yo creo que donde más me he concentrado esta temporada ha sido en la producción, y es en ese aspecto donde más evolución estoy experimentando. Llevo años intentando exprimir esa vertiente pero no he encontrado apenas a nadie que se anime. He tenido la suerte de producir trabajos de MICE y es algo que me apasiona.
Ya nos has anticipado algunas características que tendrán los directos de este álbum, ¿cómo estarán planteados?
Éste se trata de un trabajo en solitario pero pensado para ser interpretado por una banda, esa es la manera en la que más disfruto en un escenario. Quizás el primer disco que publiqué fuera un disco de solista, pero será el único, nunca me he sentido cómodo en solitario. Los directos serán en formato de quinteto (Joseba B. Lenoir Gang) y los temas ganarán en intensidad, sin ninguna duda. Además, como comentaba antes, Larraitz Zuazo está trabajando con las imágenes que recopiló para la película en montajes alternativos para proyectarlos en los bolos, así que será una buena experiencia.
Aunque destacas como instrumentista también has compuesto temas con letra, ¿que sucede en una canción para entender que necesita, o no, una letra?
Normalmente lo veo claro desde el primer momento, en cuanto surge una nueva idea el instinto me dice si será un tema instrumental o no. No obstante, los temas instrumentales aparecen a menudo como resultado de una improvisación, y los temas cantados tienen en su base un trabajo más reflexionado.
A lo largo de tu carrera has participado en muy diversos proyectos con sonoridades muy dispares, ¿son estos “Instroak” donde te expresas con mayor libertad y donde te sientes más tú mismo?
Girando como Joseba B. Lenoir Gang es donde más yo mismo me he sentido desde que puse en marcha dicho proyecto. A dúo con Felix a la batería también hubo mucha libertad, pero el formato me impedía perder la cabeza y la noción de tiempo y espacio en los escenarios. Al ser dos, si uno caía se desmoronaba todo. Los pocos conciertos de presentación que vamos a dar con este último disco serán en formato Gang y espero volver a vivir esa experiencia tan intensa.
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