“Gracias a la música podemos atravesar un duelo sin necesidad de ir de negro”
EntrevistasJoe Crepúsculo

“Gracias a la música podemos atravesar un duelo sin necesidad de ir de negro”

Fran González — 28-01-2025
Fotografía — Alexander Gross

Es “demasiado tarde para salir y muy temprano para dormir”, según nos advierte Joël Iriarte -aka Joe Crepúsculo- al comienzo de su nuevo trabajo.

La oscuridad capitula frente al bombo y el ritmo desenfrenado, mientras la raspada voz de su alter ego enuncia ordenadamente los doce artefactos expuestos en suMuseo de las Desilusiones (El Volcán, 24). Ahora, por su culpa, por su gran culpa, nosotros también queremos tan solo “bailar y llorar”.

Bajo esa etiqueta tan única que nos convence sin paliativos de su condición de trovador tecno, Joe Crepúsculo renace en 2025 con los pies en la pista y el corazón en el cielo. Un giro hacia su mejor yo, donde además de reencontrarse con sus más que celebrados lugares comunes (la máquina, el sentimiento y la guasa), el artista se permite el lujo de revisar con sofisticación su pasado filosófico para llevarlo a nuestro presente (“La música es una estructura acariciable donde todos empezamos de cero”). Solo así, y con ese habitual marchamo de artesano pop que le identifica, Crepus consigue firmar un tributo a la danza total que solo podría ser suyo. Una invitación abierta a bailar nuestros problemas y a dejarnos sucumbir, una vez más, por su pegadiza y deliciosa aleación entre emoción y verbena que tanta falta nos hace para arrancar el año.

Aun sin abandonar del todo la máquina, en “Museo de las Desilusiones” bajas los decibelios con respecto a tu anterior disco. ¿A qué responde esto?
A decir verdad, la excepción en mi historial fue en realidad “Trovador Tecno” (22), en tanto que muy probablemente aquel fuera el único de mis discos en el que no hubo incluida ninguna balada al uso. Por lo general, siempre he tratado de combinar en mi música lo mejor de ambos mundos y meter canciones lentas en mis trabajos. Incluso en “Baile de Magos”, donde todo era tan electrónico y sintético. Sin embargo, y más allá de que haya canciones más lentas o más rápidas, lo verdaderamente importante de estas es el tono desde el que se componen. El tono de este disco, si lo preguntas, nace desde una tristeza que no sentía en mi anterior trabajo.

"Con los años he terminado dándome cuenta de que estudiar Filosofía me ha ayudado mucho para ver mi entorno de una forma distinta"

Tampoco parece ser raro ya verte mezclando géneros. Aquí hay electro-swing, funk, y por supuesto, tecno.
Después de llevar toda mi carrera jugando con esos estilos en mayor o menor medida, le he perdido ya el miedo a la mal llamada coherencia. La gente, además, parece estar del todo habituada a esta locura de géneros mezclados entre sí y que no tienen necesariamente nada que ver unos con otros, lo cual nos motiva mucho a los músicos a que sigamos experimentando sin ponernos barreras. Por mi parte, tan solo quería lograr un disco que fuera consecuente con el tipo de canciones que me gustan.

Supongo que Aaron Rux también ha jugado un papel importante en esta labor.
Aaron lleva tiempo siendo, sin duda, un peso fundamental y determinante en mi música, y no solo por lo que la gente pueda ver a simple vista en nuestros directos, sino también por lo que ha sido capaz de transmitir en los discos. En “Museo de las Desilusiones”, de hecho, firma por cuenta propia “Kamikaze” y compuso conmigo “Jessica”, demostrando así que su grado de implicación en el proyecto es pleno. Pero también es el responsable final de que muchos temas tengan ese brillo tan guay que eleva el resultado. Yo, en general, soy una persona bastante fácil a la hora de trabajar. Tengo siempre claro lo que quiero y no doy demasiado por culo. Pero sí que es cierto que el hecho de que Aaron y yo nos conozcamos tanto facilita mucho las cosas para que en seguida él sepa qué tengo en mente y lo podamos llevar a término de la mejor forma posible. Ese entendimiento, quieras que no, marca la diferencia y se nota en las canciones.

El disco es sentido y a la vez divertido. ¿Cómo se alcanza ese equilibrio sin sonar impostado?
Con mi música lo que siempre ha primado es que ante todo debe reflejar el tipo de persona que soy. Para lograrlo, lo principal es conocerse bien a uno mismo y valorar si lo que se está haciendo habla verdaderamente en tu nombre. Lo segundo, que ya no está tanto en la mano de uno, es el contexto en el que la música vaya a ser recibida. Durante mucho tiempo se hizo todo lo posible por separar la música seria de la música distendida, como si ambos mundos no pudieran entenderse. Ahora, y aunque todavía exista cierta reticencia a aceptar que el humor puede ser una cosa muy seria, empiezan a estar más desdibujadas esas fronteras tan extremas. Algo puede sonar triste y lo podemos bailar y algo puede ser doloroso y lo podemos cantar con ironía. Llevándolo a un terreno más de a pie, piensa en una conversación con un amigo en la que surjan temas que os partan de risa y otros que os partan, pero de dolor. Es muy bonito que la música pueda capturar también esas dualidades emocionales.

Y en ocasiones, hasta en un mismo tema.
Claro, porque en la vida las cosas no siempre son blancas o negras. Hay anversos emocionales difíciles de abordar en la música, pero creo que con este disco lo hemos logrado. Muchas veces se dan ese tipo de situaciones en las que, francamente, no sabemos si estamos tristes o no, ni qué reacción emocional procede que tengamos ante determinados estímulos. Estar jodido no significa necesariamente quedarse en casa y machacarse, sino que perfectamente podemos sobrellevar determinados baches saliendo a bailar. Nuestra cabeza es un mar de incongruencias y gracias a la música podemos atravesar un duelo sin necesidad de ir de negro.

Si hablamos de humor, es necesario que saquemos a colación esos vídeos que han ido acompañando los diferentes lanzamientos de los singles.
Eso fue una idea del maravilloso equipo de El Volcán, quienes propusieron un proyecto paralelo para explicar mejor el disco a la gente. Ya sabes que ahora sacar música implica realizar en ocasiones muchas otras actividades que poco o nada tienen que ver precisamente con la música, por eso decidimos hacer algo en redes que fuera divertido y diferente. Nos inventamos esa suerte de Doctor Crepus que desde la seriedad y el humor divulga sobre ciertas ideas que riman con el contenido del disco, y la verdad es que nos reímos mucho grabando. Salgo en los vídeos hablando mucho y al final termino por no contar nada, pero creo que a la gente le han molado.

Me gustan porque en ellos vinculas conceptos como la “reverb” o el “karaoke” con ciertas ideas más humanas. Tú estudiaste filosofía, ¿crees que tu formación te ha ayudado en alguna ocasión a entender mejor la profesión de músico?
Cuando salí de la universidad lo hice teniendo muy claro que lo que había estudiado no tenía mucha aplicación en mi vida real, más allá de la mera formación que la carrera podía aportarme en lo personal. Pero con los años he terminado dándome cuenta de que estudiar Filosofía me ha ayudado mucho para ver mi entorno de una forma distinta. Pese a no ser demasiado útil para conseguir ciertas cosas en la vida, como un trabajo, la filosofía sí puede resultar conveniente a la hora de reflexionar y entender mejor aquello que nos rodea. Visto así, me gusta creer que la música y las letras que hago nunca hubieran sido las mismas si no hubiera estudiado Filosofía. No necesariamente porque en alguna canción mencione de improvisto a San Agustín o a Montaigne, sino por esa capacidad que creo que tengo para contar cosas desde la sencillez y reconocer bien quién está al otro lado escuchándome.

"No creo en absoluto que pudiera ser un artista válido para Eurovisión"

¿Y para prever el petardazo de “Mi Fábrica de Baile”?
Realmente, el petardazo de “Mi Fábrica de Baile” no fue tan súbito, sino más bien escalonado. Cuando salió en 2013, la canción gustó de forma moderada, ¿me explico? La gente la compartía y la destacaba frente a otras de aquel disco, pero el reconocimiento fue llegándole poco a poco. No fue, en absoluto, como el éxito inmediato que pueden tener Rosalía u otros casos similares cada vez que sacan un tema. Por supuesto, en ningún momento fui consciente de estar creando un hit como tal, pero es que no creo que nadie sea capaz del todo de predecir ese tipo de cosas mientras está en el estudio. Por la parte que me toca, es un tema que aprecio y valoro mucho, pues gracias a su buena acogida a mí se me ha permitido seguir dedicándome a esto con cierta estabilidad. Por ejemplo, sin haber sacado el disco todavía, este verano he terminado tocando en directo más veces que en la mayoría de veranos de toda mi carrera. Así que solo puedo estar contento de ver que algo que he hecho yo funciona y gusta tanto.

En los años recientes, la canción ha sido versionada por muchos artistas y remezclada en multitud de estilos. ¿Te preocupó en algún momento estar quemando demasiado su éxito?
Siempre existe miedo a volverte redundante en tu carrera, pero por suerte con los años comienzas a lidiar con todas esas sombras y a dejarlas pasar. La vida del artista creativo está llena de temores que te atormentan constantemente. Tienes miedo de hacerte pesado, de que la gente se canse de ti o de que un día termines pareciendo un señor mayor desubicado que hace tecno. Personalmente, estoy en un punto en el que lo único que quiero es ofrecer lo mejor de mí y darle a la gente lo que ha venido a buscar. Si veo que se lo pasan bien, entonces es que todo va bien. El día que vea que me ponen cara de rata me tocará cambiar de estrategia.

Hay gente que todavía pide que nos representes en Eurovisión. Una competición que creo que alguna vez te ha tentado.
Si lo dices por lo de “España”, aquello fue una simple coña. No creo en absoluto que pudiera ser un artista válido para Eurovisión. Sí que podría componer algo para un tercero si se diera el caso, pero dudo que yo tenga la voz necesaria para gustar de la forma masiva que ese concurso te exige. Estoy contento con el lugar en el que estoy, cantando como canto y llegando a quien llego, no voy a exigirle más al público.

Dentro de poco arrancas la gira de presentación del disco, pero hace unos meses pudimos verte tocando en un evento muy especial. Me estoy refiriendo, sin duda, al Hematofesti, el festival organizado en memoria a El Hematocrítico. ¿Cómo fue vivir aquello?
Como ya te imaginarás, fue muy emocionante. Había un amor en el ambiente que no se puede explicar con palabras. Más allá del hecho de que fuera un festival que a ninguno de los presentes nos hubiera gustado tener nunca que celebrar, logramos entre todos convertirlo en un día inolvidable. Gente vinculada a su vida desde diferentes esferas, ya fueran de la escritura, de la educación, de la música o de la comedia, se dieron cita allí para celebrar lo que a todos nos unía, que era nuestra admiración mutua hacia él. No recuerdo haber tocado nunca en un entorno tan bonito y espero y deseo que el festival se siga celebrando en adelante. Ese clima tan maravilloso es lo que él creó y lo que ahora nos deja para siempre.

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