“Crecí con el grunge y con la influencia de los sonidos de los años sesenta y setenta”.
Entrevistas / Joan Queralt

“Crecí con el grunge y con la influencia de los sonidos de los años sesenta y setenta”.

Kepa Arbizu — 07-07-2024
Fotografía — Archivo

Después de más de un lustro, la remozada formación de Joan Queralt & The Seasicks presenta un nuevo trabajo, “The Tales of AI Bizarre Metaverse Club” (Cielos Estrellados, 24), que sigue marcando lo que es una clara evolución a la la hora de endurecer y diversificar el sonido de un proyecto que además se revuelve contra la dictadura tecnológica.

Si la carrera de un músico constituye su biografía creativa, la del catalán Joan Queralt se escribe como un proceso desde las raíces del sonido americano al chirriante empuje de los años noventa. Un escenario que convierte su actual álbum en un versátil diálogo que incluye vocablos del postpunk, pop o el indie-rock primigenio pero interpretado con un aguerrido andamiaje eléctrico y orgánico. Una puesta en escena, visceral y emocionante, que se convierte en el mejor antídoto contra esa alienante e impostada realidad que impone la cada vez más asentada dictadura tecnológica contra la que estas nuevas canciones se duelan con gran empuje y calidad.

Han pasado casi seis años desde vuestro anterior trabajo. ¿Ha sido una época de reflexión acerca de hacia dónde llevar el proyecto o más consecuencia de los imponderables de la vida?
Después de nuestro último disco, “Purple Cannon”, y cuando ya empezábamos a rodar llegó la pandemia, lo que lógicamente supuso un golpe muy duro. También coincidió que estaba cambiando de casa y me alejé de Barcelona, que al mismo tiempo era el lugar en el que me juntaba con mis anteriores compañeros de banda. Me tiré más de dos años sin rascar la guitarra, de hecho empecé a tocar el piano por diversión, hasta que un día me crucé con Blanca, Edgar y Mark y empezamos a tocar covers para pasar el rato. A partir de ahí fueron aumentando las ganas de forma natural, hicimos varios conciertos con el repertorio antiguo y poco después ya estábamos componiendo los temas del nuevo disco.

“Quería ahondar en situaciones que se pueden dar en la vida cotidiana debido a la gran dependencia que tenemos a nivel tecnológico” 

Observando la evolución de tus discos parece que has realizado una huida de sonidos más tradicionales americanos a ambientes más eléctricos y contemporáneos. ¿Ha sido un proceso de transformación consciente y dirigido?
Es consecuencia de un proceso natural, pero en realidad siempre me he considerado un guitarrista eléctrico, y creo que eso se nota mucho incluso en mis dos primeros discos, que tienen ese rollo más “americana”. A pesar de estar muy centrados en sonidos acústicos, las dinámicas y el estilo de tocar son muy rockeros.

En esa travesía, este disco es el más eléctrico, con ecos al indie rock original, el post-punk o el grunge. ¿Sientes que este tipo de sonidos son los más fieles a las influencias musicales que te han marcado a lo largo de tu vida?
Desde luego, piensa que a mí, literalmente, Nirvana me cambió la vida. Crecí con el grunge y con la influencia de los sonidos de los años sesenta y setenta, Hendrix, Joplin, Led Zeppelin, Black Sabbath… Me cuesta muy poco pisar un Fuzz y empezar a liarla. Al final lo que hemos pretendido con este trabajo es sonar lo más parecido al directo y que la producción fueran capas y no la base del disco.

Musicalmente el disco va desde los crudos sonidos guitarreros de “Love Divine” al ensoñador “Quiet Nights”. ¿Te gusta que tus discos desplieguen diversos climas ambientales?
Es algo que hemos buscado y lo queríamos acentuar mucho. En “Purple Cannon”, nuestro disco anterior, trabajamos mucho para poder hacer las canciones más uniformes con el propósito de definir un sonido determinado. Aquí la intención era que cada canción tuviera su propia esencia.

En esa diversidad que has ido adoptando en cada uno de tus discos, ¿qué importancia tiene el perfil de las personas que forman la banda?
Influyen mucho dado que somos al cien por cien una banda de rock y todas las decisiones las tomamos por igual. Somos muy amigos, nos gusta la misma música , en la furgoneta las playlists son un goce total, siempre estamos bromeando y tenemos muy claro que pase lo que pase nos irá muy bien porque lo que tenemos como grupo humano es brutal. Para que te hagas una idea, cinco de las canciones que aparecen en el disco han sido consecuencia de jams realizadas juntos en el local de ensayo. Es una experiencia muy enriquecedora porque como compositor siempre tienes ese miedo a que se te acaben las ideas, y estar bien arropado te da mucha tranquilidad.

El disco contiene un hilo argumental entorno a esa presencia de aquellos lenguajes digitales o virtuales que pretenden sustituir al sesgo humano. ¿Fue ese concepto el origen de las canciones?
La idea del disco nace cuando lanzamos el primer single, “Dancing Naked Without A Parachute”, hace ya cosa de un año y medio. Viendo el papel que la Inteligencia Artificial estaba jugando a nivel social y sobre todo ese "cuñadismo” asociado a que todo, absolutamente todo, lo puede hacer ChatGPT, surge este mundo de fantasía bizarro en el que la Inteligencia Artificial lo controla todo.

Las letras, de tono críptico, resaltan ese tono casi de cuento de terror...
Absolutamente. Quería ahondar en situaciones que se pueden dar en la vida cotidiana debido a la gran dependencia que tenemos a nivel tecnológico. El miedo a no poder decidir o no saber hacerlo ("The Denial"), la pérdida de personalidad ("What You Really Wanna"), el saber que la Inteligencia Artificial nos puede dominar ("Sue Me"). Aún así también está presente esa sensación de reencontrarse con uno mismo en una canción como “Heal The Pain” e incluso temas como la necesidad de romper con todo y buscar el amor universal en “Love Divine”.

“La intención era que cada canción tuviera su propia esencia”

En “Love Divine” igualmente está la asunción de los errores como rasgo humano...
Totalmente. Al final cuando sacas aprendizajes en la vida es porque las cosas no han acabado de salir como esperabas, y ahí es cuando se produce ese clic que te permite volver a probar y explorar.

La portada, con esa mano aparentemente recreada como una original pero visiblemente artificial, es realmente bonita y explicativa del contenido del álbum. ¿Buscabais una imagen que tomara todo su sentido cuando se escuchara el disco?
Ligia Olmos, la diseñadora, y también mi pareja, la creó tras comentarle la idea de este mundo surrealista que me imaginaba como concepto del disco. Y la explicación, en sus propias palabras, es que la representación precisa de manos ha sido un desafío constante tanto para artistas humanos como para algoritmos de Inteligencia Artificial. Los primeros modelos de imágenes generadas por IA creaban unas manos muy raras y a menudo con muchos más dedos y una anatomía bizarra. Las manos son estructuras anatómicas complejas y versátiles, y son nuestras herramientas principales para crear y expresarnos.

En la canción “Dancing Naked Without A Parachute” se habla de “cantar completamente desafinados”. ¿Se trata de una metáfora o en verdad habéis llegado a perdonar fallos o imperfecciones en la grabación del disco para priorizar el sentimiento?
En realidad somos muy perfeccionistas en ese sentido, y si tenemos que repetir una toma hasta la saciedad para que quede como queremos, lo hacemos. “Dancing Naked Without A Parachute” es una canción escrita en medio de la pandemia con el piano y apelaba a imaginar cómo sería salir a la calle otra vez sin mascarillas. Me imaginaba una sociedad mejorada, y bueno, creo que el sueño duró unas semanas…

Cerráis el disco con “Quiet Nights”, un tema en el que los monstruos y fantasmas propios no acaban nunca de desaparecer. ¿Es esa incertidumbre humana un alimento esencial para la creación musical?
“Quiet Nights" es un tema compuesto por Blanca hace años. Un día lo tocó en el local y el resto nos quedamos de piedra. Así que, como estábamos en plena época compositiva, lo empezamos a rodar y entró directa al disco. En propias palabras de Blanca es un intento de armonizar con los temores y preocupaciones que nos han perseguido a lo largo de nuestras vidas, representados por esos monstruos. Estas figuras simbólicas cambian de forma con el transcurso del tiempo, y aunque parecen estar siempre presentes como una sombra amenazante, cantarles una melodía agradable nos ayuda a transformar nuestras inquietudes y reconciliarnos con nuestros miedos.

En todo ese escenario irreal y ficticio que nos rodea y en el que se impone una falsa satisfacción, ¿qué papel juegan las redes sociales en su propagación?
Está claro que no ayudan. Al final la gran mayoría de personas utiliza las redes sociales para mostrar su mejor perfil, y eso puede llevar a generar mucha insatisfacción y un escenario irreal que desencadene finalmente en situaciones muy duras, tanto para los que promueven esa “irrealidad” al ver que su vida está completamente vacía, como para sus "followers" que quieren imitarles y se frustran.

 

 

 

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