Pura entropía artística que se define a cada silaba, que se autoprocesa a cada nota y se reutiliza en un todo caótico pero firme. Un talento inconmensurable que se lo guarda, un poco por miedo a cumplir esa autoprofecia de dejarnos a todos con cara de bobo. Él no se toma demasiado en serio, esto resulta evidente oyéndolo. Te mira como una mirada elusiva, con ese miedo a conectar, mezcla de vergüenza y nervios. En esa conducta hay algo de protección y esa esperanza de poder soltar.
Su carrera se elabora a base de pasos cortos, asumibles. Una manera de autogestionar el poder de su inventiva. Llegados a este punto entiendo que no se lo diga él mismo. Porque va contra su ética y su persona. Pero yo, desde aquí, si me puedo tomar esta licencia. Un tipo que, de tan normal, de tan próximo, es sencillamente brillante. “Disc Trist” (B-Core, 21) es su última obra. Otro espejismo de su obstinada y creativa personalidad. Tengo claro que Joan hace arte siendo uno de los tuyos. Uno de los nuestros.
Si tuvieras que hacerte una pregunta a ti mismo, ¿por cuál empezarías?
Lo que me pasa con las entrevistas es que, si me leo, me odio mucho. Entonces me preguntaría por qué eres tan idiota. Me salen ideas que no son bien bien las que tengo en el cerebro. Eso nos pasa a los que tenemos algún problema para conectar neuronas. Así que seria algo así: “¿tú eres así de tonto normalmente o solo lo eres en las entrevistas?”.
Si te hubieran dicho cuando empezabas, que a los cuarenta harías un disco como “Disc Trist”, ¿te lo hubieras creído?
No. Nunca hubiera pensado que haría un tema medio latin o una canción como “Màgic”, que es folk pastel edulcorado. Con trece años hice mi primer grupo y era hardcore punk ibérico extremo, y toda la vida he estado con grupos que se gritaba en lugar de cantar. Con Zeidun empezamos a introducir algo de melodía. Entonces te vas haciendo mayor y vas ampliando tus horizontes musicales. Y claro, he ido quitándome prejuicios y a cada año que pasa nunca hubiera dicho que grabaría algo como lo que he ido haciendo.
"Hemos vivido bastantes décadas de fiestón, entre los avances tecnológicos y una época en la que la clase media parecía que se comía el mundo".
Me reconozco mucho en tus palabras y de paso contesto a tu primera pregunta: no eres idiota. Es curioso como el tiempo nos da la oportunidad de irnos abriendo, sacando rigideces y quitándonos prejuicios. Entonces todo se flexibiliza más.
El problema (o no) es cuando solo tienes unos referentes y te gusta un género concreto y no te sales de él. Esto les pasa a muchísimos grupos que se ciñen a un genero o cambian para dedicarse a otro en exclusiva. Yo, con Zeidun y La Célula Durmiente, empecé a mezclar referentes y a cogerle el gusto al eclecticismo.
Sienta bien ¿no?
Claro que sí. Y hacer algo que no es tu terreno, porque sino te pasas la vida haciendo lo mismo. Le coges el gustillo a salir de tu zona de confort. Aunque yo tengo la sensación de que llevo muchos años estancado. Sobre todo a nivel conceptual. Y esa sensación de escribir siempre la misma canción. Pero bueno, también es parte del proceso y me motiva intentar evolucionar.
Es esa frase, ya arquetípica, que reza que, en el fondo, te pasas toda la vida escribiendo la misma canción.
Sí, sí… Incluso a nivel musical. Es que ya está todo hecho y tampoco hay tantas notas musicales. Y a nivel conceptual a los humanos nos mueven las mismas pulsiones desde hace milenios.
En el conjunto de tu discografía veo “Disc Trist” como un disco inevitable. La tristeza, aunque característica tuya, esta vez ha cogido el mando de forma radical.
Hay un proceso inevitable de hacerse mayor. Lo que le pasa a la mayoría de gente es que se va haciendo conservador. Los que no optamos por esa vía, nos cuesta encontrar una posibilidad de cambio en la sociedad o una posible revolución. Los que hemos tenido un espíritu revolucionario, llega un momento, también provocado por la edad y la situación del momento, en el que cuesta encontrar motivos para la esperanza. Yo hace veinte años iba a repartir flyers al McDonald’s contra el consumo de carne para intentar acabar con la tortura animal. Creía que las cosas podían cambiar. Hoy en día, cuando oigo que quieren reducir las emisiones un cuarenta por ciento, lo veo como ciencia ficción y, sobre todo, una gran mentira. Porque nadie moverá el culo para intentar nada. Y mucho menos las grandes empresas, que no cambiarán ninguna cosa que les impida generar el máximo beneficio.
¿Sustituyes la esperanza del cambio por una especie de rendición?
Sí, y entonces te refugias en el egoísmo de tu micro mundo. Cuando tenía un grupo de hardcore pensaba en la sociedad y su cambio, ahora pienso en que a mis hijas no les falta de nada y en conservar mi circulo de amistades y felicidad y dejo un poco de lado a la humanidad.
Creo que se tiene que ser valiente para validar la tristeza como emoción. O el miedo como es el caso de tu “Cançó de la por”. Porque vivimos en un mundo en el que parece que solo importe lo más frívolo y superficial y en el que mostrar las emociones sea un pecado o incluso algo contagioso. ¿Qué emociones, a parte de la tristeza y el miedo, son importantes para ti?
Lo que más me ha costado y que me ha supuesto quitarme un montón de vergüenza de encima, es hablar de la otra gran movida del hombre, que es el amor y la amistad. Cuando hice la canción de “Los amigos” tuve que trabajar mucho, porque soy muy vergonzoso y una de las cosas que más me cuesta exteriorizar es el decirle a alguien que le quiero o que le necesito.
¿Y qué hay de otras emociones?
A veces tengo la sensación de ser un robot y un androide y algunas cosas humanas me cuestan mucho. Hay muchos tabús en la sociedad y uno de ellos que nos cuesta hablar son las enfermedades mentales que tenemos todos.
"Mi filosofía está basada en que todo irá fatal. Y llegados a este punto solo pueden salir cosas positivas".
Al disco también le he encontrado una gran cualidad pedagógica que, sin ser nada pedante, anima al oyente a reflexionar y a pensar.
Primero de todo no acabo de tener muy claro cuál es mi discurso, pero sí que es verdad que yo soy hijo de maestros, nieto de maestros, hermano de maestros y seguro que hay algo que viene de serie. Estuve un par de años en la universidad estudiando filosofía y, aunque no salí del bar, las pocas cosas que aprendí y me leí, me hicieron ver la vida de una forma diferente y me enseñaron a intentar reflexionar acerca de las cosas.
En “Cançó animada” dices que aprovechas la ocasión para decir que está todo a punto de acabar. Hay un toque apocalíptico, pero también hay algo de casero. ¿A qué te refieres con esto?
Es esa sensación del capitalismo tardío. Hemos vivido bastantes décadas de fiestón, entre los avances tecnológicos y una época en la que la clase media parecía que se comía el mundo. Una sensación de que todo era jauja. Y parece que esto llega al final, el final del sistema capitalista y se avecina como un cambio de ciclo terrible. Creo que la salida será muy difícil. Y esta es la idea del fin de fiesta de la que hablo. Es algo que durará. Creo que la agonía será larga.
Parece como si viviéramos un momento en que se aumenta todo lo posible, pero se reduce lo esencial.
El sistema se basa en que hay peña que te quiere vender cosas, y si no las compras no funciona. Así que podemos comprar muchas cosas, pero por el camino nos vamos olvidando de lo esencial; que es aquello que te da cierta calma o felicidad. Siempre es lo más básico y banal como un buen rato con un amigo sin mirar una pantalla. Esto no tiene precio. Y luego todas estas aplicaciones que están basadas en crear adicción y la adicción crea infelicidad. Pero también pienso que hemos de tener la esperanza de que al final nos demos cuenta y podamos utilizar estas herramientas solo por lo bueno y apartar lo negativo. Pero para empezar se debería legislar, cosa que no se está haciendo. Todas estas empresas solo quieren el máximo beneficio y no les importa nada nuestra salud mental y física.
Otra cosa que veo con “Disc Trist” es a un Colomo muy solo, con todas las posibilidades que ofrece la música sintética. Esto es algo que también se iba intuyendo en tu discografía y que supongo que la pandemia y otras razones han acabado de rematar.
Por un lado, este proyecto que es muy mío, me gustaría poder hacerlo más colaborativo, porque cuando pones más personas en la ecuación se enriquece el resultado. Pero por otro lado siempre había tenido la idea de poder hacer yo solo todo el proceso del disco. Sin tener que depender de un estudio, ni ingeniero, ni productor. ni nada. Y por primera vez me he atrevido a hacerlo. Había ido con Pau a grabar las baterías a un estudio de Arenys de Mar y justo cuando acabamos llegó la pandemia, así que me encontré encerrado en casa con pocos instrumentos y mucho tiempo. Esto también me ha permitido darle más vueltas a las letras. Es un disco de hecho con más calma y creo que eso ha sido positivo para el resultado.
Escuchando el disco también me ha venido mucho la idea de un oxímoron musical, donde hablas de letras tristes en una canción que invita a bailar.
Yo realmente tengo pocas herramientas en mi proceso creativo y una de ellas es el contraste. Utilizo mucho el recurso de si la letra es triste, que la canción sea al revés. O si el estribillo es positivo, que el verso sea negativo. Realmente hago lo que buenamente puedo.
Oyéndote parece que seas un pobre tipo que no tiene ningún recurso, un poco como te machacas en tu tema “Currículum” y no lo veo justo porque para muchos eres un gran referente del pop de proximidad. El próximo disco tiene que ser un gran disco de amor y de amor propio.
De hecho, en “Currículum” digo que solamente sé hacer canciones, lo cual es cierto, y que la mayoría de veces mi sensación es que no me han quedado bien, o que mi expectativa de cómo tenían que quedar está muy lejos del resultado. Esto es positivo porque es la manera de seguir avanzado. Porque si haces el disco de tu vida, luego va a ser muy difícil hacer el siguiente. Y todo lo demás es bastante cierto. Es ese rollo de que yo estoy cocinando, se me está a punto de caer el vaso de no sé qué y para que no caiga, entonces tiro otra movida y acabo en una situación a lo Pepe Viyuela. Y tengo la sensación de que mi vida es así. Todo se me va de las manos. Lo que pasa es que estoy muy acostumbrado y ya no me resulta un problema. Lo tengo asumido. Mi filosofía está basada en que todo irá fatal. Y llegados a este punto solo pueden salir cosas positivas.
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