Farrell, neoyorquino que se mudó a California, es uno de los agitadores culturales más genuinos que ha tenido el rock estadounidense. Farrell es uno uno de los responsables del nacimiento del festival itinerante Lollapalooza, ha tocado en todas las ediciones de Coachella con alguno de sus proyectos y, además de Jane’s Addiction, dirigió Porno For Pyros. Satellite Parts, con los que explota su vertiente más teatral, ha sido su último invento y también se le pudo ver en George Fest, el homenaje a George Harrison.
Hola Perry, ¿Qué tal? ¿Qué sensaciones tienes ante la inminente gira tocando entero “Ritual de lo Habitual”?
Llevo unos meses preparando esto. Estoy excitado y muy feliz. La gente va a disfrutar, va a ser un espectáculo enorme, con bailarinas y juegos de luces especiales para la ocasión.
"Estoy harto de que la sociedad nos dicte qué y cómo tenemos que hacer las cosas, no lo acepto".
Llevo unos cuantos días escuchando el disco a todas horas y, veinte años después de su publicación, suena igual de mágico y especial que entonces. ¿Cuál crees que es la clave?
A partir de “Nothing’s Shocking”, crecimos mucho en el terreno de la composición. Creo que es un disco jodidamente excitante. Los discos se disfrutan de una forma muy subjetiva, está atado a la atención que le preste cada persona, con lo que cada individuo lo vivirá de una manera distinta. Es un disco muy misterioso, lo puedes ver desde muchos ángulos y la experiencia siempre será distinta, y eso no es algo que puedas decir de todos los discos que escuchas. Creo que creamos un universo propio y fascinante. Puedes pensar en David Bowie o Iggy Pop; a ellos les debo estas canciones. Como a ellos, a mí me mueve la pasión y el riesgo.
Una de las cosas que más me cautivan del álbum es que, siendo un conjunto compacto y homogéneo, todas las canciones son muy distintas entre si con un enfoque claro.
No te voy a engañar, los músicos siempre queremos ser distintos al resto, marcar diferencias. A veces lo consigues, otras no. Hay muchos caminos, y el más fácil es el que te lleva directamente a la radio comercial. Nosotros optamos por escoger otras vías creativas. “Ritual de lo Habitual” es un disco en el que no buscábamos que hubiera singles, ese nunca fue nuestro objetivo, aunque luego hubo dos que funcionaron (“Stop!”, “Been Caught Stealing”). Yo viví el disco como si fuera un director de cine. En mi mente estaba dirigiendo una película. Había una historia global y cada canción era un pequeño capítulo que te abría una puerta hasta el siguiente. Quizás eras más como puertas giratorias que te mantenían dentro del círculo. Todo estaba entrelazado para asegurar una continuidad en la narración.
Hablando de singles, “Been Caught Stealing” se convirtió en un clásico, y percibo que fue casi por accidente.
Efectivamente, ni lo planeamos, ni por supuesto lo esperábamos. Se convirtió en un himno en todo el mundo y podías ver el vídeo en MTV a todas horas. ¡El ladrido del perro, el supermercado, esos personajes tan extraños! ¿Quién podía imaginar que iba a tener tanto éxito?
Formásteis parte de la escena del rock alternativo de los noventa, pero al mismo tiempo no se os puede encasillar. En vuestra música no hay límites y se combinan estilos sin problemas.
Sinceramente, estoy convencido de que lo que hacíamos era muy original entonces, con un sello claro. Es difícil encontrar un grupo con tan buena química y dinámicas, y de ese modo crear algo tan hermoso como aquello. Había dub, reggae, heavy metal, punk, el universo de Led Zeppelin, la década de los sesenta, Joy Division… Al margen de estilos, mucha gente de otros entornos nos influenció para dar forma y elevar el sonido hasta dónde queríamos. Fíjate en “Three Days”, ahí está presente el mundo de Fela Kuti, ¡el soul africano y el jazz en sintonía en un disco de rock!
Dave Jerden fue el productor del disco, ¿cuán importante fue su participación?
La gente joven, como ahora, andaba a la búsqueda de un éxito, y realmente, no hay una formula para eso. Sin embargo, Dave Jerden sí tenía un secreto. En 1990 poca gente trabajaba con ordenadores, él sí. Aplicó sus conocimientos a “Ritual de lo Habitual” y funcionó. Se nota sobre todo en el tratamiento de las percusiones. Estaba en el sitio y el momento correctos. Juntos lo hicimos posible. Igual escuchábamos a The Rolling Stones que a David Byrne, así que más que grabar un disco al uso lo que queríamos era vivir una gran experiencia y jugar con la música. Anteriormente nos habíamos autoproducido y aprovechamos nuestros recursos como pudimos. En cambio, para “Ritual de lo Habitual” contamos con un presupuesto de veinticinco mil dólares y un gran estudio.
En el libreto de vuestro box-set “A Cabinet Of Curiosities” había textos de muchos músicos alabándoos, algunos de ellos de bandas entonces muy actuales como Muse o Linkin Park. Supongo que eso te hace sentir orgulloso por lo que hicistéis.
Sí, cierto. Nunca había reparado nunca en eso, en cómo hemos llegado de forma natural hasta las siguientes generaciones. Estoy muy orgulloso, hicimos un buen trabajo. Jamás he hecho las cosas para que los demás se sientan bien, que jodan al sistema, estoy harto de que la sociedad nos dicte qué y cómo tenemos que hacer las cosas, no lo acepto. Nadie va a imponerme nada, y supongo que esa actitud caló en otros músicos más jóvenes y también la mística que nos rodeaba o la sensación de peligro que transmite nuestra música.
Y como curiosidad, la introducción en castellano del disco (“Señores y señoras, nosotros tenemos más influencias con sus hijos que tú tienes, pero los queremos…”) es uno de los mejores inicios de disco que he escuchado nunca.
(Risas) Sí. ¡Es alucinante! Y ese riff tan funky, tan loco. Viviendo en Los Ángeles, estás cerca de México y en la comunidad de latinos más grande de Estados Unidos. Nos relacionábamos mucho con ellos, era inevitable sentir esa influencia e hicimos grandes amigos. Mezclábamos ambas culturas y eso se notó en las canciones, en algunos fragmentos y también en el título del disco.
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