Hola James, ¿Cómo estás? ¿Por dónde andas?
Estoy en mi estudio, cerca de Cardiff. Hoy tengo una agenda muy apretada… Alquilé este espacio y me encanta estar aquí. Es como un piso, tengo hasta mis CD's. Necesito aislarme para crear. En casa con los niños es imposible. Aquí puedo hacer todo el ruido que quiero, incluso toco la batería, aunque soy un batería horrible (risas).
Por lo que veo, tener ese espacio propio te permite experimentar…
Cierto, aunque a veces es un poco extraño. He publicado catorce o quince álbumes, y quiero seguir haciéndolo, seguir por aquí durante mucho tiempo y para eso hay que trabajar. Cuando sacamos discos y después acabamos la gira de rigor, siento una tristeza real. Pero al mismo tiempo, una especie de excitación para volver a crear. La música es una constante en mi vida, como la familia, los deportes, todo eso activa mi cerebro. La necesito en mi vida. Quiero tener cerca al público y convivir con toda esa gente que nos acompaña. Después está la otra cara, cuando no estás de gira. El día a día, ver a los vecinos, las actividades de los niños, tus obligaciones en el matrimonio...
Una de las cosas que más me seducen de Manic Street Preachers es la constancia que tenéis. Y es posible que, aunque imagine lo que puedo encontrar en cada nuevo disco, al mismo tiempo sé que habrá alguna sorpresa.
Lo que diferencia más unos discos de otros son las letras, ahí es dónde se refleja la verdadera inspiración. Luego cada persona tendrá sus propias expectativas, eso está bien, y siempre esperas algo que la banda podrá darte, o no.
Por cierto, no te he preguntado por cómo has vivido el Covid-19.
Ha sido complicado, la verdad. Me ha costado gestionar a mis hijos en el sentido que ellos estaban confusos, sin escuela, sin amigos… El miedo está en que no sabes qué va a pasar y esa incertidumbre te tortura.
Vamos a hablar de este nuevo disco, "Even In Exile", homenaje a Víctor Jara. ¿Cómo surgió la idea?
Pues como otras muchas cosas fue por accidente. Hará unos dos años y medio nos tomamos un respiro del grupo, era necesario para refrescarnos. Ahora tengo cincuenta y un años y, quieras o no, es inevitable tomar distancia contigo mismo, con las canciones. Entonces, a través de Nicky Wire conocí a su hermano que es poeta y de algún modo, su inspiración me hizo redescubrir a Víctor Jara y aportar algo distinto a mi trabajo. La madre de Patrick murió y eso le hizo escribir, preparar algo nuevo. Tuvo la idea de poner música a lo que estaba escribiendo en aquellos momentos, así que me lo propuso. Nos planteamos hacerlo realidad y, en cierto modo, creo que era una oportunidad para mí para hablar de aquello. En los sesenta y setenta, Sudamérica era un lugar interesante en el que pasaban cosas. Daba igual donde pusieses el foco.
"A mí me aterra la brutalidad con que se trató a Víctor Jara, es terrorífico"
En su día ya vivisteis la experiencia de tocar en Cuba…
Decidimos hacerlo, pero no había únicamente un componente político o social. Queríamos salir, viajar fuera y hacer cosas que nos excitaran. Ir a Cuba era una de ellas. No es mi país, y sinceramente, no queríamos imponer nada, no era ese el objetivo. Pero para nosotros suponía una experiencia de impacto, complicada pero interesante. Aunque Chile y Cuba nunca han sido lo mismo y sería un error pensar en similitudes. Democráticamente hay muchas diferencias. Las posesiones, la industria, el ritmo vital… Los países deben ser prósperos, tener gobiernos fuertes y consecuentes, pero no suele ocurrir. Tendemos a destrozarlo todo y vamos directo a la injusticia. No se trata de izquierda o derecha, lo importante es la gente que está dentro. Hay quien odia al prójimo por sus ideales y yo lo único que intento es entender en lo que creo, no hay más. Hay mucha gente muriendo por la obcecación de quienes toman decisiones.
La figura de Víctor Jara representa la lucha por la libertad y la paz, y en este caso, tanto da que seas de izquierdas o de derechas.
A mí me aterra la brutalidad con que se le trató, es terrorífico. Deberíamos fijarnos en lo que escribía, en sus canciones de paz, en la ambición por permanecer juntos. Eran protestas sin violencia, con una idea progresista cuyo lema era: “venga, hermanas y hermanos”.
Patrick Jones contó en Twitter que la primera vez que escuchó la música que le enviaste, lloró sin parar.
Bueno, sí… Pero no olvides que es poeta (risas). Lo vive todo de una manera más intensa y dramática, mientras que yo soy más objetivo y pragmático. En estos casos hay que hacer un balance entre lo que te dice la cabeza y lo que te dicta el corazón. Además, hay algo que no debemos olvidar, muchos poetas tienen también una ambición política a la hora de escribir.
Mientras preparaba la entrevista, recuperé tu primer disco en solitario, “The Great Western” (06). ¿Hace mucho que no lo escuchas? Era un disco más orientado al pop.
Quizás haga diez años o más. Fue raro, porque en aquellos momentos estaba un poco alejado de la realidad. No tenía un gran presupuesto y creo que faltó la química que se crea entre los músicos, porque excepto la batería, lo toqué todo yo. Incluso el piano.
También hiciste la banda sonora de “The Charmer”.
Esa es otra cosa muy distinta. En esos proyectos te sientes como un invitado, alguien que obedece ordenes. Tienes que prestarle una atención diferente, vas al detalle, más de cara al efecto que busca quien te contrata, porque a fin de cuentas no deja de ser un encargo.
Y ya que estamos hablando de bandas sonoras, recientemente nos dejó Ennio Morricone, un verdadero maestro.
Morricone tocaba todo tipo de emociones, pero es muy diferente al rock'n'roll. En su trabajo importaba el tamaño de lo que hacía y de lo que estaba sonando. Es algo mucho más abstracto. Es frecuente que, cuando te encargan algo así, te vuelvas más tímido a la hora de expresar lo que tienes dentro, en cambio él trabajaba de maravilla frente a ese tipo de presión.
Finalmente, te quería preguntar por “Gold Against The Soul”. Siento una gran debilidad por ese disco. Habéis publicado una edición deluxe. ¿Qué recuerdas de aquella grabación?
¡Estábamos muy asustados! Era nuestro segundo disco, y en aquella época eso representaba un problema. Había mucha presión y nosotros queríamos dejar a un lado el peso de esa responsabilidad. Éramos jóvenes y no pensábamos demasiado las cosas. La ambición nos traicionaba, porque lo que nosotros queríamos era ¡comernos el mundo!
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