Para hablar de este sólido trabajo, la historia y el carácter de INVSN, el estilo de vida sueco, el sentido que le ve a la noche y la inspiración como estado constante, conectamos con el multifacético Lyxzén en esta charla dinámica e interesante.
El sonido y el título del disco hablan claro. ¿Cuál es la obsesión de la banda con la noche?
[Risas] Bueno, no es algo nuevo. Tenemos cierto amor por la noche desde hace mucho tiempo. En lo personal soy más creativo por la noche. La mayoría de mis canciones, de mis letras fueron escritas de noche. También quise usar el título “Let The Night Love You” en el que la noche representa la oscuridad que todos tenemos de algún modo. Albergamos nuestros problemas y me parece importante tenerlos en cuenta porque en definitiva también nos hacen ser quienes somos. Es una referencia a nuestros secretos y deseos.
En la canción “Burn, Baby, Burn” se puede apreciar cierta vibración de cantautor, que conecta con los comienzos de la banda. ¿Crees que ese espíritu del grupo sigue presente de algún modo?
Sí, quiero decir, somos el mismo grupo de gente, con las mismas ideas, así que sí que diría que aún es relevante. Obviamente la forma en la que escribimos hoy en día es muy distinta a la de antes, que estaba mucho más basada en guitarras y ahora se basa mucho más en ritmos, baterías y ese tipo de cosas. En INVSN todos venimos del punk y hardcore y si bien “Burn, baby, burn” no suena para nada a eso, puedes percibir esa energía en la música que hacemos.
¿Por qué habéis elegido tres canciones tan distintas (“Slow Disco”, “Burn, Baby, Burn” y “Grind Your Fingers”) como los primeros singles?
Creo que son una buena representación del disco aunque sean completamente distintas entre ellas. Hay otras canciones en la vena ochentera de “Slow Disco” o que son directas como “Grind Your Fingers”. La idea de cortar “Slow Disco” primero tuvo que ver con que, ya que hace mucho que no lanzábamos un álbum nuevo, quien lo pusiera flipara un poco con la diferencia a lo anterior.
"No creo que haya ningún lugar en el mundo que sea un paraíso del bienestar bajo el capitalismo"
INVSN ha evolucionado de ser un proyecto solista a ser una banda completa, cambiando mucho su sonido y su nombre. ¿Es INVSN una banda que confía su futuro a los cambios?
¡Sí! Creo que es una buena aseveración. Cuando empezamos era un proyecto punk, pero una vez que estuvimos cómodos, necesitamos movernos hacia la incomodidad. Por eso planificamos los discos con distintos tipos de estéticas sonoras.
Otra cosa que ha cambiado es el sello discográfico. ¿Qué tal te sientes ahora en Clouds Hill?
Bueno, aún estamos en una relación corta con ellos, solo editamos algunos singles, pero yo valoro que son gente muy afable, de fácil comunicación. Podría llamar ahora mismo al tipo que lleva el sello y hablar con él. Es una relación más personal que la que tuvimos con los últimos sellos. Y eso es importante para los artistas, porque muchas veces la persona que te contrata para un sello luego se va, cambia de trabajo y la dinámica cambia por completo. La primera gran diferencia con ellos es esa, que conocemos a todos, sabemos sus nombres y ellos saben los nuestros. Es un buen comienzo, veremos cómo sigue pero la sensación es genial.
Algunas de las letras, por ejemplo “The Edge Of Time” o “It's A Calling” funcionan como advertencias generales de vida. ¿Podemos decir que este disco tiene cierto carácter existencialista?
Sí. Creo que hay muchísima música por ahí que no es existencial o que no se hace las “grandes preguntas”. Pero es genial cuando hay música que sí lo hace. Llevo muchos años creando música y es una gran excusa para poner tus pensamientos existenciales sobre la mesa. Como artista, pienso en cuestiones de este tipo todo el tiempo: política, el mundo, cómo me siento y todo eso lo puedo convertir en arte, tengo ese canal disponible. Cuando eres joven sueles atacar a todo lo que te rodea, vas por la vida en plan “que os den a todos”. Cuando creces comienzas a mirar más a tu interior e intentar descifrar tu lugar en el mundo y qué representas. Te vuelves existencial con la edad, creo. Eh, aún puedo ser muy político y estar muy cabreado, pero no dejo de pensar en los roles que cumplimos y la gente en la que nos convertimos.
Y crees que ahora, con el lado oscuro de las redes sociales, con toda la falsedad que se vive en ese sentido sumado a guerra, pandemia y otras desgracias, ¿es un buen momento para que la música combativa sea importante nuevamente?
Estuve en bandas combativas toda mi vida [risas], pero sí, estás en lo cierto. Las redes sociales son superficiales, es falsedad, mientras que tenemos una guerra activa ahora mismo, tenemos la puta crisis climática... Cuando ves todas estas cosas te das cuenta de que la política no se trata de ideas ni de ideales, sino de ser el más encantador para lograr ser votado. Entonces necesitamos que el arte y la música actúen como una guía, como algo que nos lleve porque el mundo está muy jodido ahora mismo. Estoy en el arte, la música y la cultura desde hace muchos años y te aseguro que la gente necesita algo de esto para encontrarle sentido a todo lo que pasa en el mundo. Y es muy interesante que si te fijas bien, las actitudes más fuertes en la política la suelen tener los comediantes. Si ves algún late show verás que son muy políticos y muy divertidos al mismo tiempo, es parte importante de lo que sucede.
Y hablando de existencialismo, Suecia es uno de los lugares mejor considerados siempre en cuanto a nivel de vida. ¿Crees o piensas que es más complicado ser una persona con pensamiento crítico en ese tipo de entorno?
[Piensa] Es una buena pregunta. A ver, siempre fui el chico que estaba a la contra, toda mi vida [risas]. Es verdad lo de los estándares de vida pero cada año se va volviendo peor. Cada año bajamos un puesto en esa lista y puedes ver esos cambios en todo el mundo y no son para mejor. Quizá en Suecia se noten a menor velocidad pero los cambios se notan. Aquí la gente suele decir “podría ser peor” a lo que yo respondo “es que está siendo peor”, entonces ¿por qué aceptamos que sea así? Por otro lado, sí, existen estos altos estándares de nivel de vida, pero todo el mundo, todas las personas que conozco luchan con problemas de salud mental. Nadie cree ser suficiente, sienten que el mundo es avasallante. Es un gran problema. El que no lucha con su imagen, lo hace con su salud mental. Ese no es el mundo en el que deberíamos vivir. El mundo debería adaptarse a nuestras necesidades y no que seamos nosotros quienes nos adaptemos a las necesidades de las corporaciones. Es fácil ser oposición, ser crítico ahora porque los cambios se ven con facilidad. Al menos para mí fue siempre fácil, pero porque es mi postura natural ante el mundo [risas].
“El mundo debería adaptarse a nuestras necesidades y no que seamos nosotros quienes nos adaptemos a las necesidades de las corporaciones”
Sin duda en tu caso es así, pero no sé si lo es para todos los suecos, que tienen las necesidades básicas cubiertas a diferencia de muchos otros lugares del mundo. Por ejemplo, en los comienzos de la pandemia, Suecia tuvo una postura muy particular en cuanto a las medidas preventivas.
Estás en lo cierto. Cuando vives en un país en el que las necesidades básicas están en orden, tienes tiempo para pensar en tu salud mental. En cambio en otros lugares más complicados, posiblemente no tengas forma de pensar “¿A ver qué tal me siento hoy?”. Habrá problemas más urgentes. Pero sigo pensando en que la salud mental es algo súper importante con lo que lidiar, no tengo en claro qué será del futuro con tanta gente con este tipo de problemas. Por otra parte, Suecia tuvo una forma distinta de encarar la pandemia, en parte porque nuestra constitución no permite las cuarentenas, como en otros lugares, aquí no podemos decirle a la gente que se quede en su casa. No sé si llamarla una constitución relajada o qué, pero de todos modos se cerró todo. La mayoría de la gente trabajaba desde sus casas. Solo los comercios y entidades esenciales permanecieron abiertos. Hubo “recomendación” de quedarse en casa, de usar mascarillas, pero no se puede forzar a la gente a hacerlo. Esa es una gran diferencia. Al final del día, ¿qué tal lo hizo Suecia en la pandemia? Creo que estuvo bien, fue mejor que algunos lugares y peor que otros. Pero es algo difícil de evaluar. Hubo países como Estados Unidos que cerraron todo de inmediato y abrieron todo muy pronto y quizá por eso aún tienen un problema con esto allí. Creo que pasarán unos cuantos años más hasta que podamos ver con perspectiva este tiempo y podamos decir si esta o aquella fueron maneras buenas de encarar el problema.
Los problemas de salud mental en la población sueca me han dejado pensando en que quizá se debería redefinir el concepto de “bienestar”.
Mira. No creo que haya ningún lugar en el mundo que sea un paraíso del bienestar bajo el capitalismo. Diferentes regiones sufren diferentes dificultades y realidades.
Es fácil decir que Suecia lo está haciendo bien porque hemos socializado la atención médica y la licencia materna y cosas por el estilo. En el otro extremo del espectro, las personas luchan con la realidad de los problemas de salud mental. Pero esa es sin duda una lucha universal en las condiciones actuales. Necesitamos crear un mundo en el que nuestras necesidades y deseos sean más importantes que la economía o lo que el uno por ciento quiere que seamos, produzcamos o consumamos.
Eres un artista incansable, participaste y participas en muchos proyectos muy distintos entre sí. ¿De dónde dirías que viene tu inspiración?
Bueno, yo escribo todo el tiempo. No necesito la chispa de la inspiración. Obviamente hay días que te pillan en plan holgazán, o estás cansado, pero cuando pienso en mi vida todo lo que quiero hacer es escribir música. Escribir más letras, tocar más temas… Tengo ideas para los próximos dos discos de INVSN. Siempre estoy inspirado. Es fácil para mí [risas].
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