Imaginario de ilustración
EntrevistasBedroom

Imaginario de ilustración

Celestí Oliver — 15-01-2012
Fotografía — Archivo

Su canción de dormitorio se ha escapado por la ventana a mundos de embrujo, no tan lejanos, habitados por seres misteriosos, como de fábula. En el mundo tan ilustrativo de Albert Aromir, realidad y surrealismo se funden en uno mismo.

“El Fum Blanc” (Foehn, 2011) está hecho como de pequeñas rondallas. “Yo empecé de otra manera, como hablando de lo que me pasaba directamente, como más costumbrista. Y sí, tenía ganas de contar las cosas como más de cuento, más de rondalla. Darle otro aire”. De esta manera, la realidad se diluye en el surrealismo de historias con poso, como si se trataran de ensoñaciones profundas, con una narrativa poderosa como centenaria, y en las que se desentierra un pasado de ritos, también arraigados en la época medieval catalana. Son como fábulas con un lenguaje poco habitual en el pop de hoy en día pero que nos resultan muy familiares, con un aire mediterráneo pero también con una frialdad como nórdica. “Me intereso en leer y comprar libros de brujería catalana y he visto algunas películas de Dreyer. ¿Por qué hace sólo un siglo a la gente se la quemaba por estar loca? Eso me interesa. Es el día a día de tener los libros encima de la mesa y acabas explicando una cosa que es tuya dándole un punto de lo que hay en ellos, aunque son imágenes que acuerdo”. Después de su debut “La casa dins la casa” (Foehn, 2008) y del epé “No dejes que el sol se ponga sin tu permiso” (Foehn, 2009) éste es su primer cancionero íntegro en catalán. “Cuando empecé lo decía en inglés y ya tenía una cierta magia explicar lo que me estaba pasando. Pero pasándolo al catalán no encontré el modo de que me gustara y tuve que encontrar otras maneras y aquí he llegado. Realmente aunque hice un disco en castellano reconozco que estoy más satisfecho de cómo queda mi música en catalán”. El minimalismo habitual en Bedroom ya no es tan plano; ahora tiene más fondo, más dimensión. Adquiere más cuerpo no sólo por la profundidad de sus textos sino también por los arreglos que los visten. Todo, gracias a sus inseparables Frank Rudow con sus escobillas y aportando su experiencia en producción y a Núria Muntaner en las voces y pianos. Pero también gracias a Xavier Tort con esa trompeta susurrante, Ricard Marcet en la sierra musical, los coros de Ariadna Ribas y la guitarra eléctrica de Xavi Caparrós. Y claro, por supuesto, Albert a las voces, guitarras españolas, eléctricas y bajo. Y grabado a ratos libres y aprovechando el ruido ambiente de su piso de Barcelona y el de su retiro, ese bungalow de Tossa de Mar. “Está mejor grabado, hay más micros y hay bajo en todas las canciones que le da un cuerpo que antes no tenía. Incluso casi todo está grabado más a claqueta y “La casa dins la casa” era más punky. Siempre he sido muy punky y, es verdad, la claqueta te condiciona y más a mi música porque siempre en directo me apetece alargar y no puedo. Además, para directos he incorporado un contrabajo; somos cinco y es más fiel al disco”. Apenas ha subido el tono pero su voz alcanza más volumen y también contribuye a dar más cuerpo al conjunto. Está arropada por otras voces, femeninas e incluso de niños en “Els nens soldats”, que en muchos momentos consiguen recrear ambientes fantasmales y de hechizo. “Mi idea es grabar siempre bastantes coros que creen un cojín vocal y que pasen por toda la habitación y acaben en el micro; que se sienta un calor vocal. En este disco hemos querido grabar mucho más de todo y meter más pistas”.

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