“Mi vida entre las hormigas” -gran título que los directores tomaron prestado del libro que preparaba y prepara Jorge Martínez y canción inédita que acompaña a los títulos de crédito como declaración de “intenciones del protagonista”- gira alrededor de la irrepetible figura del compositor y guitarrista asturiano. Reconocimiento a este “verso libre del rock español” -como lo califican los directores-, con el testimonio de compañeros de fatigas, músicos, productores y periodistas, con joyas sonoras como una maqueta de Madson que se creía perdida. Moya y Vega no eluden el lado oscuro del desfase en los años locos: El peaje infernal de las drogas, la vena pendenciera de Martínez, capaz de soltarle un mamporro a Fer
“Mi vida entre las hormigas” -gran título que los directores tomaron prestado del libro que preparaba y prepara Jorge Martínez y canción inédita que acompaña a los títulos de crédito como declaración de “intenciones del protagonista”- gira alrededor de la irrepetible figura del compositor y guitarrista asturiano. Reconocimiento a este “verso libre del rock español” -como lo califican los directores-, con el testimonio de compañeros de fatigas, músicos, productores y periodistas, con joyas sonoras como una maqueta de Madson que se creía perdida. Moya y Vega no eluden el lado oscuro del desfase en los años locos: El peaje infernal de las drogas, la vena pendenciera de Martínez, capaz de soltarle un mamporro a Ferni Presas, bajista de Gabinete Caligari, entre neblinas anfetamínicas. Un “mod entre hippies” que acostumbraba a salir a la calle con un stick de hockey por si las moscas.
Tampoco falta la tragedia, el cruel golpe del destino: la muerte del bajista Alejandro Espina el año pasado justo antes de empezar la gira de apoyo de su nuevo disco. Enrolado de nuevo para la causa el bajista original Willy Vijande, decidieron tirar adelante. “Entre depresión y rock, elegimos rock and roll”, dice Jorge. Esa actitud vitalista de comerse el mundo por las patas está en la base de su improbable epopeya. Los que sólo vean al provocador impredecible (que hasta tuvo su momento televisivo en el programa “Moros y Cristianos”), que se quiten los anteojos. ¿Cuántos rockeros españoles tienen en su mesilla de noche las “Sátiras” de Juvenal? ¿Cuántos ilustres de la Movida y derivados controlaban de mesas de mezclas o ecualizaciones en 1982? ¿Qué guitarristas españoles tocan de la hostia y saben ajustar su instrumento? A sus sesenta y un tacos, Jorge se niega rotundamente a envejecer, si eso es convertirse en gilipollas. Coleccionista compulsivo de soldaditos de plomo -pasión que da mucho juego estético en el documental-, su secreto, como desvela el documental, es haber mantenido una conexión permanente (y física) con su infancia. Es decir, con lo mejor que tenemos. El gamberro inteligente que señala al emperador desnudo, sigue incordiando.
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