"En estas canciones están presentes todas mis influencias"
EntrevistasHurray For The Riff Raff

"En estas canciones están presentes todas mis influencias"

Toni Castarnado — 23-02-2022
Fotografía — Archivo

Cinco años han pasado desde su anterior larga duración, pero aquí tenemos de nuevo a Alynda Segarra con Life On Earth (Warner, 22), un disco con un espíritu combativo y con mucha conciencia de lo que nos rodea como personas. El 20 de mayo lo estará presentando en IFEMA Madrid, dentro del festival Tomavistas.

Mucho tiempo ha transcurrido desde la publicación de The Navigator (17), el disco que puso el nombre de Hurray For The Riff Raff en boca de todos. Pese a todo ese tiempo alejada de los focos, da la sensación de que Segarra siempre haya estado ahí durante este tiempo. Si allí defendía sus orígenes portorriqueños, calándonos profundamente, teníamos la esperanza de que Segarra retormaría el camino en el mismo lugar en que lo dejo, pero dirigiendo la vista hacia nuevos horizontes. Durante este tiempo le ha dado tiempo para reflexionar sobre el mundo que nos rodea, sobre el planeta que vamos a dejarles a los más jóvenes y preguntarse cuáles deberían ser nuestras prioridades. A todo esto, ella lo llama “nature punk” y se transmite en las canciones de “Life On Earth”, grabadas bajo la supervisión del productor Brad Cook. El resultado es un trabajo calmado, pero agrio, combativo y naturista.

Hola Alynda. ¿Cómo estás?¿Desde dónde te conectas?
Muy bien, gracias. Ahora mismo estoy en Nueva Orleans.

Hace mucho que resides allí, ¿no?
Sí, me vine el año previo al huracán Katrina.

Estuve allí el año antes del huracán y me llamó la atención que, sobre todo por las mañanas, todo el mundo se saludaba por la calle. Si te cruzabas con cincuenta personas ese día, los cincuenta te saludaban.
Igual hasta nos cruzamos por la calle [risas]. La gente aquí es muy amable. La ciudad tiene mil caras, y una de ellas es esta.

"Hay mensaje y también compromiso. Es un disco acerca de la resistencia y que habla de supervivencia"

¿Cómo ha sido de importante para ti residir en una ciudad con ese calado musical?
Mucho. Me fascina el poder tan espiritual de la música, lo conectada que está la comunidad musical y, sobre todo, lo abiertos que están a cualquier cosa, a cualquier novedad.

A Nueva Orleans se la otorga el mérito de que allí nació el jazz, pero también el blues… Casi todo parte de allí.
Hay que tener en cuenta que ante todo viene de África, a través de su puerto llegaron a Nueva Orleans con esos sonidos bajo el brazo. Es muy inspirador. Y otra habilidad que tiene la ciudad es que todo el que llega se siente enseguida como si hubiese estado toda la vida. Todo el mundo es bien recibido y todavía más si traen cultura o inquietudes. Es una ciudad que te adopta.

Tras lo vivido con la pandemia, ¿cómo ha afectado musicalmente?
Es y ha sido complicado. Para los músicos la vida ahora es más difícil. Todos los placeres, y esta es una zona en busca constante del placer, se han parado de golpe. No hay trabajo y no es posible tocar como antes. Por suerte, seguimos juntos y aún hay músicos que continúan trabajando en ideas cada día.

En cuanto al nuevo disco, ¿qué me puedes contar sobre él? He tenido la posibilidad de escucharlo un par de veces antes de esta conversación y me ha resultado curioso un detalle: me cuesta definir cómo y a qué suena el disco. Y creo que eso es una virtud.
Gracias. En realidad, creo que el disco no tiene un estilo o una categoría concretos y si los hay, me los invento. En estas canciones están presentes todas mis influencias y, de alguna manera, a esto lo llamo “nature punk”. Hay mensaje y también compromiso. Es un disco acerca de la resistencia y que habla de supervivencia. En él me planteo cuestiones como la vida que sostiene el planeta y hacia dónde nos dirigimos. Me preocupa la forma en la que vamos a cuidarlo. Y a todo esto, a colación de estas inquietudes vitales, ser felices mientras tomamos decisiones.

Supongo que hay un factor que determina el disco, como en un momento dado se para la vida en el planeta a causa de un virus y la forma en la que nos enfrentamos a ello.
He pensado mucho en eso. En el fondo ha sido una experiencia completa y global, una gran prueba. Durante estos dos últimos años me he ocupado en pensar en el álbum y en vivir cada día, en resistir. Esto nos da una lección importante, que no pensemos mucho en el futuro si no tenemos el control y más aún si no estamos conectados. Tenemos que mantenernos fuertes y excitados. La gente debe estar preparada para conectar entre sí. Y aquí no importan las lenguas en las que hablemos, lo único importante es permanecer unidos.

Entonces estamos de acuerdo en que es un disco de mensaje. Y si no es así, cobra mucha importancia lo que quieres transmitir con palabras.
Por ahí va… Antes de todo esto, el concepto sobre el peligro era un tanto irreal y reflexionar sobre esos miedos se nos hacia duro. Ahora, en ese sentido, creo que salimos más fuertes. El disco es una prueba de honestidad, intento explicar esa verdad y cómo comunicarnos con los demás.

"Creo que lo que une a Bad Bunny a The Clash es la ausencia del miedo y que, a su manera, conectan con la gente"

Musicalmente hablando es un sonido muy natural y orgánico, perfecto para acompañar lo qué cuentas, que es muy potente.
La música tiene ciertas capas de protección. Eso ayuda a prestar más atención a las letras, el sonido otorga cierta calma, y te invita a lo próximo con intriga, misterio. Por ejemplo, si hablo de la crisis climática, la intención está clara y todo tiene que fluir para que se entienda así.

“Wolves”, la primera canción del disco tiene como ese sello de urgencia, de aviso, algo así como: “vamos a correr que hay mucho que contar”.
Exacto. Nos pone en perspectiva y sobre aviso. No tenía dudas que el disco debía comenzar con este tema.

En otra de las canciones del disco, “Rhododendron”, hay un momento en que tu voz me recuerda, en fuerza y en espíritu, a la de Patti Smith.
¡Oh, qué halago! Ella es mi reina. Siento su fuerza y su sentimiento a todas horas. Pensé en convertirme en artista tras conocerla a ella.

Supongo que has leído sus libros.
Claro. Sobre todo “Éramos unos niños”. Es una lectura inspiracional. La descubrí, quizás con veinticuatro años de edad y realmente me abrió la mente. Aprendí mucho leyéndolo, como persona y como artista. Me transmitió muchas cosas.

Además, como un tu caso, que te marchaste de casa con diecisiete años... Una aventura de búsqueda y de superación.
Totalmente. A veces todavía me siento como una niña, esa chica con un millón de sueños por cumplir. Pero claro, no me puedo distraer con eso ni pensar en aquella joven que fui. Tengo que mirar de frente al nuevo capítulo de mi vida.

Por cierto, echando un ojo a tu Instagram, vi una fotografía tuya con Ronnie Spector.
Sí. Pobre… Ronnie era cool, nunca habrá otra como ella. Era inimitable, una auténtica rebelde. De pequeña fue un espejo para mí. Tenía esa misma energía que desprende Patti. Pura vitalidad. A pesar de las circunstancias nadie podía pararla. ¡Era la chica mala del rock’n’roll!

Para acabar, entre tus influencias a la hora de grabar el disco pones en el mismo escalafón a The Clash y a Bad Bunny. Seguramente, y aunque haya gente que no comprenda la conexión, quizás no haya tantas diferencias entre ellos. En el fondo, y aunque para generaciones distintas, la intención es parecida.
Así es. Yo creo que lo que une a Bad Bunny a The Clash es la ausencia del miedo y que, a su manera, conectan con la gente. Después hay ese trasfondo político o si se quiere, social. Pero entiendo que a la generación de The Clash le cueste ponerlos en una misma frase.

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