David Cordero (perdonen el chiste obvio, pero ahora tenemos un David Lamb a añadir a David Beef) no está de acuerdo, aunque no por los motivos imaginables. “Es que para mí Migala no tienen absolutamente nada malo”. La entrevista se hace con cierto apresuramiento porque van retrasados en la prueba de sonido para el acústico en la nueva Fnac de Barcelona.
La noche anterior, en la presentación de Foehn Records, la nueva discográfica que les acoge, habían sellado un concierto de aquellos que tardan tiempo en olvidarse, más tratándose de una banda novel ante la que se llega sin pretensiones ni ideas preconcebidas.
Un directo cargado de humo y nostalgia, con retazos del desgarro interior del primer Tom Waits, el romanticismo perdedor de Arab Strap y, no tan sorprendentemente dado su origen, el aire irresistiblemente melancólico del inalcanzable folk-pop atlántico de Pedro Ayres Magalhaes y Rodrigo Leao cuando componían juntos en Madredeus. Su directo resultó musicalmente impecable, imaginativo (ese ´efecto Gizmotron´ hecho con la guitarra plana y un slide…) y detallista, debido a algo tan simple como que son muy buenos intérpretes. “Llevábamos sólo dos meses de ensayo y además lo hacemos por partes. Cada uno prepara la suya, la mejora, luego la vamos cambiando hasta que nos gusta a todos. Venimos de grupos maqueteros, pero es la primera vez que salimos de Cádiz para tocar. Estábamos nerviosos, porque era nada menos que en Apolo. Hasta el primer cuarto de hora no se nos pasaron los nervios, pero estamos satisfechos”.
Deben estarlo: después del concierto –y aunque yo piense que a la voz le falta algo de profundidad y aspereza- no escuché ningún comentario ya no negativo sino que no fuera elogioso. Sí frases como ´muy triste, ¿no?´. Pero aceptando que la mejor música suele serlo, nada de peyorativo. Un acierto pues para Foehn, cuya segunda referencia (“La banda sonora de mi funeral”) tras Balago lleva camino de aparecer en muchas listas de lo mejor del año…habiéndose publicado en noviembre. “Nos ha sorprendido la reacción de la crítica. Nos ha tratado muy bien. En cuanto a Foehn, estuvimos dudando entre dos discográficas que nos querían y nos arriesgamos con ellos a pesar de ser nuevos porque nos motivaba ser sus primeras referencias. Hasta ahora estamos muy contentos”. Volviendo a su directo, se me aparecieron aquellos versos de Jose Mateos que musicó Gabriel Sopeña y cantó Loquillo: “…aquellos años de estudiante en Cádiz, cuando tú frecuentabas los suburbios peores, los bares más inhóspitos…”. Un disco y un directo introspectivos y portuarios, turbios, bellos y muy, muy tristes. Y, por mi parte, un sólo ruego: que no se les vaya el pianista.
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