Mientras que algunas discográficas indies piden responsabilidades al
Estado por el espinoso tema de las descargas ilegales, Joaquín Pascual se ha
sacado de la manga una lección magistral de do
it yourself, una valiente reivindicación de la figura del artista más allá
de la industria musical con la que sin embargo no pretende adoctrinar a nadie. “El disco no es una bandera de la
destrucción de la industria. Me apetecía estar solo y demostrarme a mí mismo
que no necesito a nadie para hacer canciones, que estoy vivo musicalmente. Me
da igual que me digan que no vendo discos o que no cumplo expectativas”,
aclara, a propósito de un disco que ve la luz de la mano del nuevo sello
barcelonés El Genio Equivocado. Para
dar lustre a algunas de las composiciones de este diario sonoro de un momento
transitorio de desengaño, Pascual no ha necesitado de más compañía que su guitarra que, eso sí, viene cargada
por el diablo y San Reverb. “Me apetecía
que el disco tuviera un sonido crudo. Algunas canciones tratan de captar esa
mala hostia, esa sensación de rabia contenida del momento, y por eso tienen ese
sonido tan bestia”. Para no perder la sensación urgencia de estos temas,
que bajo su armazón desnudo esconden un titánico trabajo de pre-producción,
Pascual se impuso un reto aún más difícil: grabar el álbum en tan sólo cinco
días en los estudios de Paco Loco, con ayudas puntuales de Ana Galletero. “Al segundo día me costaba seguir porque
tenía la mano destrozada. A lo mejor hay canciones que podían haber quedado más
producidas, pero la intención es que sonaran así”. Las letras de realismo
sucio de “El ritmo de los
acontecimientos” están impregnadas de grandes dosis de ironía, quizá para
desmarcarse del sambenito nostálgico que siempre le han colgado. “Me puse el reto de componer canciones de
lo que surgiera. Observaba todo el día y de repente llegaba un chispazo. Muchas
de las canciones más bonitas de ese disco, como ‘Una pena de camisa’ o
‘Disfrutando de lo lindo’ están en esa tanda, que duró dos semanas. Recuerdo
que en tres ocasiones llegué a hacer canción por día. No podía durar mucho más,
ni tampoco se repetirá, porque sería una puta locura”. Bendita locura.
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