Contactamos con el propio vocalista y guitarrista del combo madrileño, además de con el bajista Ignacio Celma, para desgranar el lanzamiento en torno a una extensa entrevista.
Creo que en ‘Maquinaria’ habéis vuelto a trabajar como cuarteto después de muchos años funcionando como trío ¿Cómo ha derivado eso en el sonido de ‘Maquinaria’? ¿Qué otras novedades hay en este álbum con respecto al resto de discos previos de Havalina?
Manuel Cabezalí: Al ser cuatro personas en el proceso creativo, teníamos más ideas y también más manos para tocar cosas. Creo que es el disco de Havalina que contiene más matices y dinámicas, no sólo entre diferentes canciones, sino también dentro de una misma canción. Obviamente sigue habiendo mucho peso de guitarras y una sección rítmica potente, pero también hemos dejado un espacio único para los pianos, los sintetizadores y sobre todo mi voz.
En el disco afrontáis, de hecho, una vuelta de tuerca adicional que se antoja necesaria para concretar las pronunciadas especificidades que derivan en lo que, en la reseña del disco para este mismo medio, di en llamar un ‘oda industrial’ ¿Os parece apropiada esa definición para retratar el disco? ¿Qué tipo de disco queríais hacer? ¿Qué aspecto buscabais para ‘Maquinaria’?
Manuel Cabezalí: Sí, nos parece muy apropiada la definición. Queríamos hacer un disco que girase en torno a un mismo concepto, que de algún modo sonase a máquinas, y también que sonase espacioso y oprimente al mismo tiempo. Queríamos que fuese un disco emocional y comprometido, pero con emociones complejas.
Ignacio Celma: En el disco tratamos temáticas muy diferentes, que nos parecen relevantes en esta etapa de nuestras vidas y nuestra carrera, pero hemos buscado que tuvieran un hilo conductor a través de esa idea de la “Maquinaria”, que no se refiere solamente a lo industrial o a las máquinas como tal, sino que abarca otros aspectos del tipo de sociedad que estamos construyendo. Durante todo el proceso de composición y producción nos ha servido de guía no sólo en la parte lírica, sino también a la hora de definir el tipo de sonidos y texturas que queríamos en cada caso.
“Este disco contiene mucho de lo que hemos hecho antes pasado por el filtro de nuestra personalidad actual”
El disco puede presumir, además, de una gran riqueza sonora y esa siempre valiosa visión estratosférica cuando se trata de manejar y colocar elementos en las propias canciones ¿Cómo ha sido la forma de trabajar estos nuevos temas, tanto a nivel compositivo como posteriormente en la grabación de las mismas al amparo del estudio?
Manuel Cabezalí: La mayoría de canciones han nacido de una demo hecha en casa por mí, o en algunos casos hecha por Ignacio. Esta demo la enviábamos por pistas al resto de compañeros, que iban añadiendo sus aportaciones. Estas aportaciones no trataban sólo de su instrumento, sino que muchas veces lo que los demás proponían eran cambios de estructura o de letra. O directamente del aire general de la canción. Ha habido mucho partido de tenis en este disco, donde nos íbamos rebotando ideas de unos a otros. Una vez que hubimos creado un número decente de canciones siguiendo este proceso, nos juntamos en el local de ensayo para tocar las canciones todos juntos y seguir buceando en ellas de una forma más orgánica y grupal. A fin de cuentas, ésta siempre ha sido una de las grandes fortalezas de esta banda. En esta etapa del proceso llegamos a muchos de los momentos instrumentales que han quedado en las canciones, como por ejemplo todo el desarrollo instrumental de “Deconstrucción”, “Naciente” o “Actitud”. Para el estudio llevábamos ya maquetas bastante trabajadas y más o menos nos dedicamos a plasmar lo que ya traíamos, añadiendo o sustituyendo algunos detalles. Aquí Dany Richter siempre es una figura muy importante porque tiene una objetividad muy valiosa y al final siempre sales de su estudio con unas pistas que suenan a gloria. La mezcla la hice en mi estudio La Sala del Manantial, pero diría que –como me suele suceder mucho con mis producciones– la mayoría de decisiones importantes ya venían tomadas desde la producción. Las canciones en esencia ya sonaban muy parecidas en nuestras maquetas de local y en los brutos que nos llevamos del estudio.
Un poco en la misma línea, diría que este un disco muy descriptivo e intenso, que además funciona como un bloque, atendiendo al concepto clásico de álbum ¿Buscabais específicamente ese sentido global de la obra?
Manuel Cabezalí: Sí, absolutamente. De hecho, el título del disco fue lo primero que surgió, y la idea del álbum siempre estuvo ahí. Para nosotros sigue siendo importante entender cada álbum como un total y no sólo como una colección de canciones. Puede sonar anticuado, pero a mí personalmente me parece algo superior que simplemente juntar unas cuantas canciones y ponerles un título y una portada. Echando la vista atrás, Havalina es una larga historia y nos gusta sentir que cada disco es un capítulo de la misma.
Ignacio Celma: Hemos llegado a tal punto de necesitar la inmediatez en nuestras vidas, que ya no somos capaces de apreciar la dedicación, el esfuerzo y el tiempo que alguien pone en crear algo nuevo. En el caso de la música, el hecho de estar a un clic de toda la discografía de cualquier músico, que sea tan sencillo acceder a la obra, hace que también parezca sencillo crearla, y desde luego no es así. Yo agradezco mucho cuando dejo de hacer cualquier otra cosa, me siento a escuchar un disco, y me veo recompensado con algo que va más allá de la colección de canciones, como dice Manuel. Del mismo modo que puedes disfrutar de una selección de relatos breves, pero una buena novela te transporta a un lugar diferente.
Siempre en mi opinión, ‘Maquinaria’ presenta (en uno u otro momento y de manera más o menos velada) escenas de futurismo, lujuria, ciencia ficción y distopía, además de cierto aspecto cinematográfico que podría concretarse en influencia de John Carpenter ¿De dónde vinieron todos esos elementos que aparecen en las canciones del álbum? ¿Dónde encontrasteis la inspiración para crear este nuevo conjunto de temas?
Manuel Cabezalí: Más allá de las influencias individuales de cada uno, teníamos una playlist colaborativa llamada “Maquinaria Inspiración” donde cada uno de nosotros fue metiendo algunas de las cosas que sentimos que podrían aportar algo interesante a la visión de los demás. Tenemos muchos lugares en común, pero también otros que no compartimos, y estuvo bien tener ese intercambio de diferentes inspiraciones para luego tener un lenguaje común que nos ayudase a entendernos creando juntos. También, a nivel personal, destacaría que durante estos últimos años he colaborado haciendo música con muchas otras personas externas a Havalina, y he aprendido muchísimo en todos esos procesos.
Ignacio Celma: Es curioso cómo confluyen las influencias de cada uno en las canciones. En la mayoría de los casos no se reconocen, aunque a veces son más evidentes. Es interesante que menciones el caso de Carpenter, porque quizás es algo que solamente yo tenía como referencia, y no tanto en el aspecto cinematográfico como sonoro: la banda sonora de Halloween, por ejemplo. Pero sí que hemos tenido en cuenta cómo se han tratado, en el pasado, los temas de los que hablamos en el disco en la literatura, el cine o las series de televisión.
Hablando de referentes concretos, en ‘Maquinaria’ resuenan ecos que van del post-punk al stoner y de The Cure a Queens Of The Stone Age, pasando por los Depeche Mode más ensombrecidos, Echo & The Bunnymen, Killing Joke, NIN o los primeros U2 ¿Os fijasteis en el trabajo de algún artista en particular para componer y grabar esta entrega?
Manuel Cabezalí: Sí, en muchos. Los nombres que has citado creo que sonaron en varias de nuestras conversaciones, y añadiría unos cuantos más como St. Vincent, Fever Ray/The Knife, Wild Beasts, Trentemoller, The Horrors, Four Tet, Boards Of Canada, Massive Attack... Bebimos de muchas fuentes distintas para crear estas canciones.
Creo que, en su último tramo, ‘Maquinaria’ relaja un poco la asfixia anterior provocada por temas como “Robótica”, “Salmo destrucción”, “Actitud”, “Deconstrucción” o “Circuito cerrado”, gracias a canciones algo más reflexivas del tipo de “Himno Nº 9”, “La palabra” y, sobre todo, los ocho minutos de “Naciente” (que funciona como esperanzador e impecable final) ¿Fue este orden premeditado?
Manuel Cabezalí: Pusimos mucho mimo en el orden del disco, también pensando en cómo quedaría en un vinilo doble con un total de cuatro caras. Esa última trilogía de canciones es la tercera cara del LP (la cuarta es una canción extra que sólo está en el vinilo). Pertenecen a un mismo universo y a una especie de conclusión de una historia. “Himno nº9” y “La Palabra” hablan con la voz de las máquinas, mientras que “Naciente” describe el nacimiento de un nuevo ser humano.
¿Cuál es vuestra obsesión (o cuál sigue siendo después de dos décadas de carrera) cuando publicáis un nuevo álbum? Desde fuera podría parecer seguís empeñados en completar discos de apariencia sólida y fondo ampliamente inquietante. O dicho de otro modo ¿Qué tiene que tener, forzosamente, un disco de Havalina?
Manuel Cabezalí: Creo que nuestra mayor obsesión, a día de hoy, es seguir haciendo música que nos conmueva profundamente, hecha desde un lugar comprometido con nuestra idea de lo que es arte, pero siempre intentando buscar nuevos matices y fórmulas que no hubiéramos hecho antes. También creo que siempre hemos buscado, consciente o inconscientemente, hacer algo que sea inclasificable y que el oyente no pueda etiquetar fácilmente. Y por último diría que para nosotros es imprescindible divertirnos en el proceso de creación de un disco, porque si no, ¿para qué lo hacemos? La grabación de ‘Maquinaria’ fue muy divertida, lo pasamos tan bien que la mayor parte del tiempo a nadie se le ocurrió sacar el móvil para grabar nada.
¿Por qué cambiasteis en su momento el nombre de Havalina Blu a Havalina? ¿Qué tenía de malo el ‘blu’? ¿Fue ese, de algún modo, un nuevo comienzo para el grupo?
Manuel Cabezalí: Lo cambiamos porque de todos modos todo el mundo –incluidos nosotros mismos– lo llamábamos Havalina, a secas. También coincidió con un cambio profundo en la banda: cambiamos de idioma y cambiamos de formación (Charlie Bautista dejó la banda y dejamos de ser cuatro para ser un trío). En cierto modo era una banda nueva, y nos pareció adecuado marcar un antes y un después.
“Confiamos en que si haces esa música que tú querrías escuchar, alguien más querrá hacerlo”
¿Cuál diríais que es el disco más representativo del sonido de Havalina y por qué?
Manuel Cabezalí: Puede sonar manido, pero creo que este último, porque es donde estamos ahora, y porque también es el más rico en matices y diferentes registros y de algún modo contiene muchas de las cosas que hemos hecho antes, pero pasadas por el filtro de nuestra personalidad actual.
Ignacio Celma: A lo que yo añadiría que este es el disco más coral, en el que más hemos intervenido todos en las aportaciones de los demás, por lo que creo que es más fiel a nuestro sonido como banda, más allá de la idea inicial de la persona que compuso la base de cada canción.
Ya se han anunciado las primeras fechas presentación del nuevo disco ¿Cómo definiríais los actuales conciertos de Havalina y cómo creéis que han evolucionado vuestros directos con el paso del tiempo?
Manuel Cabezalí: El directo que estamos preparando ahora es el más complejo a nivel de dinámicas y el más rico en matices que hemos hecho hasta ahora. A los tres Havalina “oficiales” hemos sumado a Teresa Martínez del grupo Pan, tocando el bajo, sintetizador y haciendo coros. Cada uno de nosotros tenemos varias funciones encima del escenario que hasta ahora no solíamos tener. Esta evolución es algo que empezamos con nuestro anterior disco y que en ‘Maquinaria’ hemos exprimido bien a fondo. Queríamos evitar lo rígido de los roles habituales en una banda: que cada músico toque el instrumento que pide cada canción, y no que las canciones suenen con los instrumentos que toca cada músico.
“Siempre hemos buscado hacer algo que sea inclasificable y que el oyente no pueda etiquetar fácilmente”
Manuel, cada vez estás más reclamado (y reconocido) en esa faceta como productor que antes mencionabas ¿Cómo es tu forma de acercarte a la música de otras bandas cuando ejerces? ¿Qué te aporta el hecho de trabajar con otras bandas?
Manuel Cabezalí: Intento acercarme a la música de los artistas para los que trabajo desde el respeto máximo hacia la emoción de la canción. Me da igual el producto o la tendencia, quiero que sea emocionante, y uso mi propia emoción como canalizador. Intento escuchar y entender a cada artista y confeccionar un traje a medida para cada canción. Evito caer en fórmulas pre-hechas; me gusta arriesgar, y necesito tener la sensación de que siempre lo estoy haciendo lo mejor que sé. Me gusta dedicarle tiempo y cariño, para que cada proyecto suene especial y único, y no me guardo nada. Disfruto mucho de mi faceta como productor, me gusta mucho trabajar en equipo, me gusta el contacto con las otras personas; cada día aprendo una cosa nueva.
¿Tiene entonces ese trabajo, de alguna manera, repercusión en las propias canciones de Havalina?
Manuel Cabezalí: Todo este trabajo y esta inmersión en la música de los demás creo que ha aportado mucho a la música de Havalina. Me he nutrido e inspirado en mucha de la gente que me rodea y para la que trabajo. Podría poner muchos ejemplos: he aprendido mucho de la música electrónica junto a Zahara y Martí Perarnau. También he aprendido mucho de cómo componer canciones redondas trabajando con Desakato. He aprendido mucho de cómo hacer arreglos finos e inspirados cuando he hecho discos con Rufus T Firefly. Por supuesto he aprendido y aprendo muchísimo trabajando junto a Víctor Cabezuelo en las producciones de El mono de Dos Cabezas. También he aprendido la importancia de la solidez de una banda haciendo el último disco de Second. Podría seguir indefinidamente, pero creo que esto ya daría para otra entrevista.
Tengo la sensación de que pocos grupos de la escena patria han sufrido una disfunción mayor entre calidad y repercusión a nivel de popularidad que Havalina ¿Cómo veis este tema en el seno de la banda? ¿Molesta o duele?
Manuel Cabezalí: Hace ya años que no tenemos esa sensación de “injusticia” hacia nosotros. La vida coloca a cada uno en su lugar y el mundo ha decidido colocarnos a nosotros aquí, por el motivo que sea. Cuestionarlo constantemente y pensar que no estás donde deberías estar es querer darte de cabeza contra la pared. Nos sentimos queridos, respetados y admirados. Con este disco, de hecho, más que nunca. Con Havalina he aprendido mucho de lo que sé, y Havalina me ha traído muchísimas alegrías. De hecho, creo que es gracias a Havalina que he podido dedicarme a la música como músico y productor: las primeras bandas con las que empecé a trabajar acudieron a mí porque habían escuchado a Havalina. Incluso a día de hoy creo que es un estupendo buque insignia de mi trabajo.
Ignacio Celma: Me pregunto si la banda habría creado los mismos discos si hubiera tenido mucha popularidad. Durante todos estos años hemos visto muchas bandas brillar como súper-novas y desaparecer, y otras trazar carreras impecables en cuanto a calidad artística y reconocimiento popular. En nuestro caso nunca hemos tenido en mente complacer a nadie con nuestra música, más allá de a nosotros mismos, confiando en que si haces música que tú querrías escuchar, alguien más querrá hacerlo. No soy capaz de valorar si tenemos muchos o pocos seguidores, dependerá de con quién nos compares, pero sí hemos podido comprobar cómo hemos impactado emocionalmente en las vidas de algunas personas; y creo que ese es el mayor éxito que se puede tener.
Incluso diría que con Nudozurdo ya desaparecidos, Havalina quedáis como aspirantes en solitario al título de banda de culto dentro de sus propias coordenadas: esas que os señalan como un grupo superviviente, impertérrito ante el paso de las modas y de atormentada oscuridad latente ¿Os gusta ese estatus de banda de culto o incluso esa especie de maldisitmo en torno a vuestra trayectoria?
Manuel Cabezalí: Personalmente, me complace que nos compares con Nudozurdo porque ellos son precisamente mi banda nacional favorita. No creo que nos parezcamos estilísticamente, pero sí entiendo que podamos ocupar un nicho de mercado parecido. Respecto al estatus de banda de culto maldita, añadiré una cosa más: la felicidad no se trata de conseguir siempre lo que uno quiere, sino de saber surfear en las corrientes de la vida y ser feliz con lo que se le da. A mí me ha pasado esto hasta el punto de que realmente ya no tengo un objetivo marcado más allá de ser feliz haciendo música. Seguiré haciendo esto mientras me haga feliz a mí, y dejaré de hacerlo el día que ya no sea así. El éxito no es sólo tener muchos oyentes mensuales en Spotify. Las plataformas digitales nos están queriendo vender esta idea (y les está yendo bastante bien, por cierto) porque les interesa que les sigamos el juego. El nuevo Dios de la música se llama Plataformas de Streaming, y es un monstruo hecho de números. Pero la música es mucho más que esto.
Ignacio Celma: La computadora en su rincón...
De hecho, en vuestro caso, hablamos además de que Havalina ha sido una fuerte inspiración para compañeros de profesión de diferentes generaciones ¿Os veis a vosotros mismos como una influencia? ¿Reconocéis vuestro propio poso cuando escucháis a otros grupos?</strong
Manuel Cabezalí: A mí personalmente me cuesta reconocer esa influencia en otros. Cuando escucho algo que podría parecerse a Havalina, tiendo más a pensar que probablemente el artista que estoy escuchando escuche las mismas cosas que nos gustan a nosotros.
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