Jude Abbot está en una habitación de hotel, contestando telefónicamente a las preguntas de la prensa a propósito de la edición de “WYSIWYG” (Emi, 00) –título que esconde las iniciales de “What You See Is What You Get”-, un trabajo que hace honor a un grupo transparente musical e ideológicamente. Que pretenden conseguir influir al público presentando canciones de pop simpático que son lobos con piel de cordero no resulta menos cierto que los chicos y las chicas que forman parte del grupo evidencian en todo momento esas posturas políticas que camuflan en piezas como “I’m With Stupid”, “She’s Got All The Friends” –un tema con un aire de los cincuenta- o “Hey Hey We’re The Junkies”, piezas favoritas y hits futuribles de su nuevo disco. Eso sí, vistos los antecedentes (lo de “Tubthumping” alcanzó cotas dificilmente igualables) mal lo tienen para llegar tan alto. A Abbot parece no importarle demasiado. Mientras su mensaje suene en las radios comerciales, ellos tan contentos. “Nuestro principal objetivo era hacer un disco del que estuviésemos realmente contentos. Y lo estamos, sobre todo porque lo habíamos trabajado mucho antes de ir al estudio. Habíamos discutido sobre la dirección que ibamos a tomar o como se podían juntar todas las piezas del disco para que pareciese un todo”. Pues, permítanme que les diga, pero no creo que ninguno de los discos de la banda suene como “un todo”. Más bien al contrario, lo que convierte a Chumbawamba en especiales –que no geniales, imprescindibles o totalmente necesarios- es que sus discos suenan lo suficientemente variados como para que a uno no le acabe pillando el sueño. Que son veintidos temas, cojones. “Puede que seamos muy eclécticos, pero eso solamente es el reflejo de los distintos estilos que nos gustan a los diferentes miembros del grupo… Hemos intentado crear algo como si te sentaras frente al televisor o la radio y empezaras a cambiar de canales o dial y cogieses un poco de cada sitio. Intentamos conseguir algo como el zapping, captar esa idea de cómo somos bombardeados por tantas cosas diferentes en la vida. En el sistema capitalista se nos bombardea constantemente con imágenes, sonidos, productos… eso es lo que queremos reflejar”. Tomando la palabra de nuevo, debo admitir que aún resultando irregulares, los cuatro discos de Chumbawamba que tengo en mi poder (ya lo sé, atrás quedan muchos más, pero a quién demonios le importa eso) no dejan de contar con algún hit single en potencia. Otra cosa es que lo acaben siendo, pero ese potencial existe. Porque los miembros de Chumbawamba pueden ser más o menos feos/as, larguiruchos/as, maduritos/as o de muy diversa orientación sexual, pero de tontos no tienen un pelo. “A nosotros nos encanta la música pop. Nos hemos dado cuenta de que si dices algo en la letra de una canción que sea rabioso, no tienes porque unirlo a música rabiosa, no tienes que gritar. Nosotros preferimos que suene muy dulce, con sus estribillos y su melodía, y que cuando te fijes en la letra veas que es muy punzante”. ¿Y ha cambiado la forma de valorarles de aquellos fans que les siguieron desde sus primeros pasos, cuando firmaban discos punk o de temas medievales? “Generalmente piensan en nosotros de la misma forma, aunque también hay quien opina que nos volvimos muy comerciales y les traicionamos, pero para nosotros el éxito comercial ha sido una oportunidad fantástica para acceder a los medios y comunicar nuestra ideas políticas. Porque hemos tenido hits, pero sin abandonar nuestro contenido crítico”. Y ya que estamos hablando de la relación entre política y medios como si tal cosa, ¿han sufrido Chumbawamba algún tipo de censura en cualquier punto del planeta. Sí, ya sé que es una pregunta que aparece en todas mis entrevistas a bandas con connotaciones políticas, pero qué quieren que les diga. “No, realmente no. Es un poco sorprendente, pero creo que se debe a que decimos las cosas de manera algo sutil. No decimos ¡que jodan al Estado! Directamente, sino que lo decimos de una forma bonita. Para nosotros es más divertido así. Eso sí, en América nos censuraron algunos tacos y pusieron beeps encima. De alguna manera, nuestras letras podrían asociarse a otros estilos, pero como nos gusta el pop vamos cantando alegremente”. Y tan alegremente, tanto que hasta se atreven a versionear el “New York Mining Disaster 1941” de los Bee Gees. “¿Una sorpresa, verdad? (risas). Decidimos que si ibamos a hacer una versión de alguien, no podíamos permitirnos ser el último grupo del planeta en versionear a los Bee Gees. Cuando la gente piensa en ellos lo hace en “Staying Alive” o “Saturday Night Fever”, y ellos tenían preciosas canciones pop… Igual la gente se esperaba una versión de un grupo más combativo (risas), pero…”.
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