“The Stand Ins” confirma a los de Austin (Texas) como una de las bandas más inteligentes, versátiles y prolíficas del rock yanqui de última generación. Su líder y compositor, el lúcido Will Sheff, nos explica las principales diferencias entre ambas colecciones de canciones, facturadas prácticamente de un tirón en las mismas sesiones de grabación, y con una idea central común, los estragos de la fama, del rock’n’roll way of life y de la vida en la carretera:
"Cuando estábamos grabando ‘The Stage Names’ y ‘The Stand Ins’, pensábamos en la música pop que nos había entretenido más y hecho más felices" |
“Creo que ‘The Stage Names’ era más adolescente y alegre, y se centraba más en historias de artistas, mientras que ‘The Stand Ins’ es más adulto y cínico, y más centrado en historias de fans. La fama y el estar una banda de rock son dos aspectos que toco en ambos discos, pero confieso que de una forma ficcional. O, mejor dicho, están basadas en mi propia experiencia pero de una forma exagerada, manipulada, alterada o incluso en parte inventada, y lo digo sin vergüenza alguna”. Lo curioso es que al productivo Sheff aún le quedaban más temas en la recámara. “Sí, tenemos un buen montón de temas que no tuvieron cabida en ninguno de los dos álbumes. Tuvimos que recortar parte del contenido de las sesiones para ser convenientemente concisos, hasta que el resultado final nos pareció perfecto”.
El álbum no deja, en todo caso, de representar quizá la cara más caleidoscópica de la banda, diversificando su paleta cromática en más tonalidades que nunca, con ritmos deudores de la Motown (“Lost Coastlines”), inflexiones legatarias de Morrissey (“On Tour With Zykos”) o ese folk rock de batalla tan cultivado por gente como Beirut, Herman Dune y tantos otros (“Singer Songwriter”), por sólo citar algunas de sus vetas más reconocibles. “Sí, también lo creo. Supongo que, cuando estábamos grabando ‘The Stage Names’ y ‘The Stand Ins’, pensábamos en la música pop que nos había entretenido más y hecho más felices, como el material de Motown o canciones de los primeros Stones, que son influencias en las canciones que citas. Queríamos conjurar la misma clase de sentido de entretenimiento”. Algo a lo que contribuye, como es lógico, el material sonoro que Sheff y los suyos escuchan a diario. “Sí, pero cambia en cada álbum y cambia cada mes. En el momento de hacer el último disco pensábamos en pop accesible, inteligente y alegre. Como cosas de Motown, girl groups, bandas de la primera generación del garage rock como ? And The Mysterians, glam y cosas de la Invasión Británica, pero es diferente con cada álbum. Con ‘Black Sheep Boy’, por ejemplo, escuchaba cosas de Neil Young como ‘On The Beach’ y directos de Nina Simone”.
Llama especialmente la atención esa recuperación de la figura de Jobriath, uno de los músicos epítomes del malditismo más descarnado de la década de los setenta, figura central en ese emotivo cierre que es “Bruce Wayne Campbell Interviewed On The Roof Of The Chelsea Hotel, 1979”. “Me gusta su música y su historia me parece fascinante y muy reveladora de cómo funciona el negocio del entretenimiento. Un chico de una pequeño pueblo de Kansas que llega a la gran ciudad es explotado por un A&R de una gran compañía, quien le convence de que va a ser una estrella mundial, se convierte en víctima de su propio hype y de la homofobia, para acabar siendo apenas una nota a pie de página, una pregunta más en cualquier concurso tipo ‘Trivial’ sobre música o un recurrente chascarrillo, y muere sólo y sin acordarse casi de quién fue. Justo lo que tus padres temen cuando les dices que va a ser músico. Una historia muy triste y a la vez un personaje muy interesante”. A nadie se le escapa la fuerza narrativa de las letras de Will Sheff, un songwriter imaginativo y versátil, de quien no sería raro esperar la edición de alguna novela (tal y como hace Willy Vlautin en los últimos tiempos). Incluso alberga la esperanza de, algún día, llegar a hacer sus pinitos en el mundo del cine, dirigiendo su propia película, aunque parece no encontrar el momento. “Sí, me encantaría. Es cuestión de tiempo para hacerlo, porque el día no tiene suficientes horas. Ni para una cosa ni para la otra”. Para lo que sí ha tenido tiempo es para difundir, a través de YouTube (no se las pierdan), curiosas versiones de algunos de los temas propios que engrosan su producción más reciente a cargo de amigos y colegas como Bon Iver o AC Newman. “Pensé que sería interesante pedirles que hicieran versiones de mis temas, porque además hay elementos autobiográficos en la elección de algunos de ellos a la hora de tocarlas, y eso también fue muy divertido”.
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