Lo suyo es la prueba viviente de que “a veces pasa”: en 2021 su hit “Iker me debe un café” lo petó en Youtube sin ningún apoyo. Pericia instrumental, audacia progresiva, espíritu irreverente punk y la humildad de tres músicos consumados y entusiastas calaron entre un público muy receptivo a propuestas genuinas.
Desde entonces, un debut largo -“¿Dónde está el jazz” (Metales Preciosos/Universal, 22) y decenas de conciertos en los que se han ganado la fidelidad de un público de todas las edades, que disfruta como ellos de los saltos al vacío instrumentales que proponen en canciones de desarrollo imprevisible. Su amor y compromiso con lo que hacen es contagioso. Qué mejor lugar donde hablar de su nuevo trabajo que en su local del sur de Madrid, donde se disponen a ensayar.
“La diferencia es que este grupo se toma a sí mismo muy poco en serio”, afirman. Pero es evidente que sí lo hacen con sus canciones. Con doce bolos ya cerrados, su idea es su ritmo. “Si salen las cosas que se están planteando, es una grandísima oportunidad”, dicen. “Es la hostia tocar un tema nuevo y ver la reacción del público”.
Me gusta esa idea del “salto mortal” que he leído en la web donde se presenta el nuevo disco. Con vuestra música uno se pregunta constantemente: ¿cómo van a salir de ésta? ¿Cómo habéis encarado este segundo disco?
(Ángel) Bueno, es que no nos planteamos si hay que encarar nada. Venimos con ideas nuevas al local. Lo que más nos flipa del mundo es ensayar. Para nosotros es el verdadero disfrute: componer. Y simplemente a lo largo de un año hemos ido eligiendo lo mejor que ha salido. Hemos hecho un poquito de criba con algunos riffs, y nos hemos quedado con estos once temas. Ha salido un poco más metalero porque hemos estado escuchando mucho a Pantera. Ahora estamos escuchando mucho a Serrat, así que no sabemos qué va a pasar con el tercero…
Hablas de metal, y os iba a preguntar por eso, precisamente. Por el sonido, que es contundente.
(Iker) Nos apetecía que sonara fuerte, potente. Por cómo eran los temas, por dónde estaban yendo los tiros.
(Ángel) Lo grabamos y mezclamos nosotros en nuestro estudio de Aravaca. Éste lo ha mezclado Roy Hendrickson (Miles Davis, Paramore, Paul McCartney) que es un capazo. No sé cómo mezclan los americanos, que es que es una “zapatilla”. Se nota, claro.
(Iker) Pero la producción es nuestra, la estética…Es un disco totalmente autoproducido.
(Ángel) Yo creo que este disco es una bofetada. Una bofetada de tu padre cuando te portas mal o sacas un NM en Matemáticas. Es un disco más contundente y agresivo. Y está vislumbrando un nuevo camino melódico, que creo que va a tener bastante importancia en el tercero. Pero nos apetecía que éste fuera una bofetada.
“Este disco es bastante cabroncete de tocar en directo, pero eso nos mola”
Quizá por tocar mucho en directo.
(Ángel) Puede ser. Hemos viajado tanto este año…hemos dado cuarenta y tantos conciertos, y por lo que sea estábamos escuchando mucho Slipknot, System of a Down y Pantera. Eso, quieras que no, se ha colado. Es música que te mantiene despierto.
Supongo que lo más complicado, y vuelvo a vuestro directo, es que parezca que os sale fácil, muy fluido. Pero tiene que haber muchísimo trabajo detrás.
(Iker) Sí, ensayamos mucho para que suenen las cosas. Le metemos muchas horas. Hasta que nos quedamos contentos, básicamente. Le damos muchas vueltas y cuestionamos muchas cosas todo el rato.
(Ángel) Somos nuestro peor enemigo. Cuando decimos que el tema se toca en directo, es porque se ha rodado mucho. Todo lo que sacamos se ha precocinado aquí.
(Iker) Cada tema es un reto en sí, de tocarlo.
(Ángel) Sobre todo este disco: es bastante cabroncete de tocar en directo. Es difícil, pero eso nos mola (risas)
¿Os planteáis la música queriendo que sea difícil de tocar?
(Ángel) No, no: RESULTA que es difícil.
(Iker) Porque tiene muchos enlaces. Como es una música tan cambiante, estamos cinco segundos en un riff y de repente pasamos a otra cosa. No da tiempo a nada, y todos esos enlaces hay que pulirlos. Hay que trabajar mucho en que todo sea natural.
A eso me refería, para que no suene forzado. De hecho, hay una canción a partir de una coña con el conservatorio (“Sólo de ti depende”). ¿Vosotros tenéis formación?
(Iker) No como tal. Somos autodidactas. Hemos dado clases, pero nosotros hemos elegido con quién. Cosas así.
(Ángel) Yo he tenido tres profes de guitarra, Marcos Collado entre ellos. Pero creo que el resto es más de sacar la música que te mola, estudiar a la peña que te gusta y punto, olvídate del resto. Yo soy de esa opinión: estudia lo que a ti te mola, para que seas el músico que quieres ser. En ese sentido somos autodidactas. Ninguno hemos estudiado en el conservatorio ni nada parecido. Yo no sé leer música, por ejemplo.
Me parece alucinante que seáis autodidactas y lleguéis a esto.
(Iker) Bueno, es que cuando te gusta mucho la música se convierte en una obsesión. Estás todo el rato buscando cosas nuevas. Nos gusta estudiar, pero por nuestra cuenta (risas). Si sigues una pauta, a veces puede ser frustrante. Si te motiva lo que estás estudiando, dices: “coño, me voy a sacar este tema y este solo”. De ahí te nutres muchísimo más, porque tú mismo aprendes de ello, mucho más puramente que si alguien te lo dice.
(Ángel) Estoy totalmente de acuerdo. Tú imagínate que te flipa Charlie Parker o Miles Davis, el Be Bop. A lo mejor a las dos semanas estás hasta los huevos. Imagínate que estás en un musical y tienes que tocarlo tres años seguidos.
(Iker) Y mientras tanto no escuchas a Charlie Parker, sino a Steve Ray Vaughan y otras movidas.
(Ángel) Lo guapo es moldearte como músico en lo que te mola, y comprometerte con eso en el mejor de los sentidos: es la música que te gusta.
(Iker) Que no tiene por qué ser compleja. Puede ser Amaral. Canciones. De todos los lados se saca gloria.
Sí, pero vosotros hacéis canciones con muchas variaciones, tempos que cambian, compases poco comunes…No es lo habitual dentro del rock o el pop.
(Ángel) No, no es lo más al uso (se ríe), pero de momento es lo que nos motiva. Luego, a saber. A ver qué pasa con el siguiente disco, no tenemos ni idea.
“Para nosotros el éxito de este grupo sigue siendo un misterio”
¿Cómo trabajáis las canciones?
(Ángel) Es un trabajo casi siempre a tres manos, y en el mismo local. Ningún tema de este disco se ha cerrado sin la tutela de los tres. Creemos que es como hay que hacerlo. Es decir, los temas son de Gilipojazz. Es una cosa que tenemos clara.
Es impresionante que en las canciones pasen tantas cosas con sólo tres instrumentos.
(Ángel) Claro, ahí está el contrapunto y la belleza (risas). Aunque tenemos que estudiar más a Bach ahora.
¿Qué base musical compartíais cuando formasteis el grupo?
(Iker) Grupos míticos españoles en plan Ska-P y Mago de Oz. Y luego, otras cosas: System of a Down, Slipknot…
(Pablo) La música de los 90 española, y también norteamericana.
(Iker) Y luego el rock progresivo. Muchas cosas.
(Ángel) Los tres somos niños nacidos en los 90, entonces todo eso nos ha marcado. Somos Equipo Teenager…Y luego, cada uno de nosotros tiende un poco más a un lado u otro, pero todos hablamos la música del otro.
Yo aluciné en el concierto de Villanos viendo la diferencia de edad de vuestro público. Había gente joven y bastante mayor en el mismo concierto. Eso es raro en cualquier escena. ¿Por qué creéis que pasa?
(Ángel) Es un misterio. Pero es que para nosotros sigue siendo un misterio todo. Fíjate que este grupo nació en este mismo local, simplemente por el amor de componer. Lanzamos el primer tema, “Iker me debe un café”, con cero expectativas de nada. Lo sacamos porque llevábamos medio año encerrados aquí, a ver qué pasaba. Eso petó, y ahí empezó todo. Lo curioso es que no es sólo una cosa de red social, sino que luego la gente vino a los conciertos, y ha sido exponencial. Es verdad que en los bolos hay un público muy diferente, y yo creo que es porque hay mucho boca a boca con este grupo. Igual se lo recomiendas al colega de tu edad, él a su padre, y su padre dice: “¿Qué coño hará esta gente en directo?” Y todos vienen.
¿Pero habíais tocado?
(Pablo) Juntos, no. La primera vez fue justo después de sacar ese tema. Lo sacamos en abril, y el concierto fue en junio, dos meses después.
(Ángel) Habíamos empezado a tocar seis meses antes de que nos encerraran, y luego llegó la pandemia. De hecho grabamos una maqueta que tiramos a la basura porque ya no nos representaba. Pero sí, lo irónico es que sacamos ese tema sin haber dado un puñetero bolo (risas). Realmente es muy extraño.
Bueno, eso demuestra que hay hambre por cierta música.
(Ángel) Sí, yo creo que sí.
“Hay muy poco glamour en la forma de escuchar música ahora mismo”
Otro elemento característico de vuestras canciones es, evidentemente, el humor. Lo conseguís con ciertos recursos, tocando de una determinada manera.
(Ángel) Pues no está buscado…
(Pablo) Es porque nos hace gracia a nosotros: algún acorde, algún relleno de batería…
(Ángel) Y luego, los títulos de las canciones. Se transmite, no sé. Hay como una aureola. Nos acompaña el humor porque amamos el humor. Aquí estamos todo el rato “caca, culo, pedo, pis”, ¿vale? En este local de ensayo tenemos diez años. Pero se ha dado de esta manera sin quererlo. En los videoclips también hay mucho humor y son muy cercanos. A mí me gusta mucho el cine, Monty Python…Por ahí ha salido de una manera muy natural. Ya con el propio nombre. Pero no está buscado. Sale de cierta naturalidad, aunque luego hay un trabajo, montamos gags. Pero cuando empezamos el grupo, jamás lo pensamos.
Pues habéis conectado mucho.
(Ángel) Hay tríos de jazz que tocan setecientos millones de veces mejor. Que son mejores músicos a raudales. La diferencia es que este grupo se toma muy poco en serio a sí mismo. Se toma muy poco en serio toda esa “cueva jazz” de élite. Ese punkismo es lo que conecta mucho con la peña. Ayer nos lo preguntaban: ¿Qué nos mola más, que venga un virtuoso a decirnos que le mola, o alguien que nunca nos ha escuchado? Pues ambas bien, pero…
(Iker) Mejor que quien no suele escuchar este tipo de música te diga que le ha encantado.
(Ángel) Claro, que le das un 16 por 8 y no sabe qué cojones ha pasado, pero le gusta, ya está.
¿Os parece que hay poca ambición a la hora de tomar riesgos o hacer cosas diferentes? Hace unas semanas me lo decía Geordie Greep, de Black Midi, que tenía esa impresión.
(Iker) Puede ser pero, bueno… (largo silencio y risas).
(Ángel) Como la música que hacemos es tan distinta, coger y decir que la gente no se arriesga puede parecer un poco presuntuoso. Yo no me voy a meter en la cabeza de lo que hagan los demás. Pero a la vez que te digo eso, sí creo que si en los setenta la gente buscaba separarse de lo que hacía el otro. A día de hoy es justo lo contrario: todo el mundo quiere parecerse al otro para intentar escalar.
(Iker) Yo sí pienso que hay un lenguaje mainstream del momento que cambia cada cinco años, con la gente que tiene muchas reproducciones y seguidores. Todos los que están por debajo intentan parecerse a eso. Es un poco la industria haciendo su trabajo. Hay unos códigos, y dentro de eso no hay mucha apertura a otras posibilidades.
(Ángel). Sí, y a nivel armónico todo se parece un huevo. Jorge Drexler, por ejemplo, te puede gustar o no, pero armónicamente es amplio. En los últimos años el mainstream no tiene esa amplitud armónica.
(Iker) El rock argentino está haciendo cosas interesantes. En Argentina siempre ha habido mucha riqueza armónica y melódica. Te cuentan las cosas con la música, además de con la letra.
Voy a terminar pidiendo vuestras reflexiones sobre el momento que vive la industria, con el auge del streaming y demás. ¿Qué impresiones tenéis de este mundo?
(Ángel) Ha cambiado tanto…
(Iker) Hay muy poco glamour en la forma de escuchar música ahora mismo.
(Ángel) Y pocos beneficios para los músicos. Lo que te llega de una reproducción de Spotify es una bazofia infecta. Pero…es la oligarquía. Se ha creado una oligarquía tecnológica, y es lo que hay. No creo que se vaya a poder cambiar. ¿Tiene sus cosas buenas? Claro que sí. Puedes escucharte el disco que te salga de las pelotas gratis a un golpe de clic. Las gallinas que entran, por las que salen. Nosotros vivimos del directo, no somos un grupo de reproducciones.
(Iker) Y, gracias a Dios, nuestro público compra vinilo. Tiene un gusto por la música que se ve, y eso es la hostia. Tenemos mucha suerte con eso.
(Ángel) El resumen es que es una época guay porque puedes escuchar lo que te dé la gana, y eso es increíble. Pero tiene esas otras mierdas, claro.
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