Se habla con ellos de shoegaze, noise rock, dream pop y kraut rock. De Sonic Youth, de My Bloody Valentine o de Mazzy Star. De los grupos de la era dorada de 4AD. De los ritmos motorik típicos de CAN o NEU! De lo mucho que les gustan Radiohead o DIIV. Y hasta de Las Grecas, casi nada, de quienes hace poco versionaron “Te estoy amando locamente”, llevándola por completo a su terreno.
Son referentes que pueden sorprender en manos de cinco músicos que están entre los 22 y los 34 años. Lluisen Capafons (1996) a la batería, Raquel Palomino (2000) a la voz, Alba Raja (1995) a la guitarra, Adrián Camáñez (1989) a la guitarra y teclado y Mauro Llopis (1993) al bajo integran Gazella. Y debutan con un álbum homónimo ("Gazella"; Foehn, 2023) del que ya avanzaron varias canciones: “Sol menor”, “Azul” y “Por qué el ser”. Hablo con ellos, con los cinco, en una cafetería de su ciudad, València. Es media hora de charla, pero podría ser una entera. O dos.
¿Cuándo os formasteis como banda?
Lluisen Capafons: En abril de 2023 cumplimos un año. Nuestro primer concierto fue en abril de 2022. Como grupo ha sido todo muy improvisado. Bastante rodado.
Mauro Llopis: Nos hemos compenetrado muy bien con otras bandas de Valencia, y hemos tenido una buena acogida por parte del público, lo que nos ha empujado a seguir buscando bolos.
De hecho, el disco no suena a un grupo que lleve tan poco tiempo. Es muy cohesionado. Suena maduro.
Mauro Llopis: Llevamos mucho tiempo tocando en otros proyectos. Sobre todo Lluisen, Adri y yo, que tenemos más experiencia que Raquel y Alba. Y eso se nota.
"Las etiquetas son necesarias, pero a día de hoy aún nos cuesta encasillarnos porque es un disco muy primerizo"
¿Cómo fichasteis por Foehn?
Mauro Llopis: Pues por tiracañas (risas). Tiramos la caña a muchos sellos y fue el que más interés mostró.
Alba Raja: Aunque hay que decir que nos sorprendió bastante la respuesta general de todos los sellos. Habíamos hecho una selección de los que pensábamos que podían ir más con nuestra movida y tuvimos muy buena respuesta de todos. Pero fue Foehn quien dio el paso.
Lluisen Capafons: Ocurrió lo que no pasa nunca, que como banda ultra emergente, que no tiene ningún recorrido, y sin números en redes sociales, nos suene la flauta. Sonó con varios sellos, ojo. Pero la mejor respuesta fue la de Foehn. El disco estaba ya hecho. Y Marc (Foehn) ya nos dijo que en asuntos creativos no se iba a meter, a no ser que viera algo que no le cuadrase.
Mauro Llopis: Le escuchamos, claro, pero nos dio mucha confianza en él que nos dijera que la última decisión iba a ser nuestra.
Es inevitable hablar de referentes y comparaciones en la hora del estreno. Se habla de post punk, shoegaze, krautrock, Mazzy Star…. ¿Con quién os identificáis?
Lluisen Capafons: Hemos tenido bastante suerte porque, aunque cada uno tira hacia su movida, por lo general compartimos referentes en la banda. No es un rollo de “a mí me gusta Black Sabbath y a mí Radiohead”, no. Suelen ser cosas bastante parejas.
Mauro Llopis: Que también pasa (risas generales).
Lluisen Capafons: No, pero quiero decir que a todos nos gustan Black Sabbath y a todos nos gustan Radiohead, no es una cuestión de que haya diferencias. Las etiquetas son necesarias, pero a día de hoy aún nos cuesta encasillarnos porque es un disco muy primerizo, que se ha ido componiendo mientras se grababa, y que ha ido convirtiéndose en otra cosa respecto a la idea que teníamos al principio. A mí, cuando me preguntan, les digo que hacemos algo así como rock alternativo de los noventa, y ahí ya cada uno que se apañe (risas). Siempre digo Radiohead, Sonic Youth, pero cuesta…
A mí me suena mucho a los noventa también, y es curioso porque ninguno tenéis más de treinta años, ¿no?
Adrián Camáñez: Bueno, yo tengo 34.
Mauro Llopis: Yo, 30 recién cumplidos.
En cualquier caso, se supone que la gente de vuestra edad escucha mayoritariamente otras cosas.
Adrián Camáñez: Yo me obsesioné con la música de los noventa desde adolescente, y eso me ha influenciado mucho. Y creo que a todos. Nos gusta mucho la experimentación noventera. También la setentera. Pero más los noventa, por cercanía. De los dosmiles, no vamos a sacar mucho.
Lluisen Capafons: Yo creo que tienen que pasar años para que ocurra eso con los dos miles. Era todo más identificable en los noventa. Y no solo en música. En moda, también. El movimiento cultural estaba mucho más marcado.
Quizá ahora es más complicado definir un sonido de esta época porque todo se mezcla más.
Lluisen Capafons: Bueno, es lo típico de la llegada de las redes sociales y todo eso que se dice. De todos modos, creo que hay un overbooking de información. Hay tanto, que no acotas. Es como un océano de referencias. Nosotros desde el principio quisimos acotar algo muy concreto, tampoco es que queramos un concepto de banda, pero al final se va formando de un modo natural.
Raquel Palomino: Y sobre lo que dices de los estilos que se mezclan hoy en día… yo tengo 22 años y ningún amigo mío escucha a Radiohead. Yo me enganché a ellos porque descubrí un video suyo en youtube. Pero también me gusta Yung Beef. Y al final, cuando tú haces las canciones, tienes tu biblioteca sonora dentro. Sí que es verdad que nosotros estamos acotando por sonido, pero siempre van a ir aflorando otras cosas diferentes.
En las letras y también en el sonido, hay inclinación a la oscuridad. ¿Es para vosotros la música un escapismo o un exorcismo?
Adrián Camáñez: Es complicado, cada uno tendremos una visión sobre eso. Para mí es un alivio. La mezcla entre escapar de la realidad y al mismo tiempo componer sobre cosas que te han ocurrido y no sabrías explicar de otro modo. A mí me sale escribir letras oscuras y a Raquel escribir letras oscuras.
Raquel Palomino: Al final, cuando haces música, se crea un lenguaje que, en mi opinión, coge de todo lo que has dicho. En la realidad sería escapismo, pero cuando la haces y la interpretas, se van juntando otras cosas.
Lluisen Capafons: También es una especie de necesidad. En mi caso, cuando compongo, es como que desde que te levantas sabes que vas a componer algo. Sabes que va a ocurrir. Y otras veces sabes que no va a ocurrir. Es ser sincero con uno mismo. Si tienes una mente creativa y te gusta componer, te gusta la música y te dedicas a ello, si eres sincero contigo, creo que lo que compongas se va a ver reflejado. No estás mintiendo, por así decirlo. De manera natural sale algo y dices ¡hostia!
Raquel Palomino: Es que cuando intentas otra cosa, tampoco te sale. Nos salen canciones oscuras, sin más.
Mauro Llopis: Es importante tener algo que decir. Si no, te sale un churro. A mí, personalmente.
Adrián Camáñez: A mí me pasa al revés. Intento no pensar en cómo me siento. Porque si no, creo que estoy sugestionándome. Por eso te dije que es un alivio. Intento no pensar en nada. Y cuando no pienso en nada, todo es oscuro (risas).
Raquel Palomino: Sabía que ibas a decir eso.
Alba Raja: Eso ocurre individualmente, pero como grupo es diferente. Yo fui estudiante de conservatorio y para mí la música fue algo súper lacerante a nivel académico. He sido consumidora de música durante muchos años, pero volví a tocar solo porque Lluisen me abordó y me propuso entrar en Gazella como segunda guitarra. Y retomar la práctica musical para mí ha sido una movida completamente diferente. Y ahora me alivia mogollón. Es como escapismo de otras cosas. Los estudios de conservatorio me sirvieron para entenderme como música, y creo que mi manera de tocar es diferente a la de mis compañeros y aporta otro tipo de cosas, a pesar de que estoy más encorsetada. Mi acercamiento a la música ha sido diferente, y la gracia de que la banda funcione a ese nivel es que cada uno aporta ciertas cosas. Hay una pluralidad que funciona.
"Ahora en Valencia todo el mundo hace post punk, pues a lo mejor en breve hay una nueva hornada de bandas que hace todo lo contrario"
Algunos desarrollos de canciones son largos. ¿Son fruto de la improvisación en el local?
Lluisen Capafons: Llevábamos ideas al local que luego producíamos entre todos. Sentimos todos en el grupo que en España hay una falta de riesgo en las estructuras de las canciones. Como consumidor de música española, me cuesta encontrar referentes que me interesen porque por lo general suelen ser estructuras muy marcadas, una fórmula muy directa, de cara al consumidor de nuestra generación, y como que tienes que rebuscar mucho para dar con estructuras más complejas. Mucha gente que se dedica a la música se une a movimientos que ya están instaurados. Sí que es verdad que la escena de los noventa está reviviendo bastante. Marc (Foehn) nos lo dijo. Que el dream pop, el shoegaze o el noise están volviendo otra vez. No estamos inventando nada, ni mucho menos. Somos conscientes de que lo que hacemos ya se hizo antes. Pero sí que noto, con Gazella, que quizá en España falte un poco de todo esto que nosotros defendemos. Aunque a nosotros nos gusta sentirnos libres para no encasillarnos en una fórmula. Solo hay una canción en el disco, “Azul”, que salió entera en el local desde el principio.
Adrián Camáñez: Justo esa tiene un desarrollo muy largo, como una jam, que es lo que decías. Pero también hay otras que han salido así.
Mauro Llopis: Echamos de menos el componer en el local entre todos, poner una idea inicial y dejar que surja un poco…
Alba Raja: Para el próximo disco habrá más canciones hechas en el local.
Luisen Capafons: Si es que el proyecto surgió… no nos conocíamos, realmente. Yo escribí a Raquel y a Adri por Instagram, sin conocernos, para quedar a tocar. Y ellos dos no se conocían.
¿Os sentís parte de la escena valenciana, por estilo y forma de funcionar?
Mauro Llopis: No a nivel estilístico.
Adrián Camáñez: Aunque tengamos muchas bandas amigas. Pero a nivel de género musical no creemos que tengamos ninguna afinidad. Ahora mismo en Valencia, si no haces post punk, es muy difícil que te identifiques con alguien.
Mira, Margarita Quebrada tienen otra canción que también se llama “Azul”. Y en ella metéis un ritmo de drum’n’bass que me ha recordado un poco a ellos también.
Mauro Llopis: Es fruto de la jam que comentaba Adri, que lo sacamos en el local ese tema.
Lluisen Capafons: Puse el Octapad y comencé a tocar ese ritmo.
Raquel Palomino: Era súper guay el ritmo, y yo hice una melodía y nació así.
“Espiral” deriva en un ritmo krautrock.
Lluisen Capafons: Yo cuando les escribí a Raquel y Adri, mi idea era hacer un grupo kraut. De kraut pop. Yo tengo un estudio y me apetecía experimentar y grabar. Luego el proyecto se ha ido desarrollando y hemos acabado lanzando el disco. Al final se ha ido a una movida más kraut – noventas, y de hecho echamos en falta que haya más kraut.
Adrián Camáñez: Pero realmente tiene sentido, porque las bandas que nos gustan de los noventa están muy influenciadas por el kraut de los setenta. Igual no escuchamos directamente tanto kraut, pero sí esos ritmos tan rectos. Y se nota.
Lluisen Capafons: Yo me obsesioné con el kraut. Cuando les escribí estaba completamente loco con él.
Es curioso, porque en los noventa se puso de moda otra vez el kraut, que había nacido en los setenta, como decís, porque los ciclos imponían revivals cada veinte años. Con internet, eso ya no pasa, ¿no?
Mauro Llopis: Yo creo que sigue pasando.
Adrián Camáñez: En los noventa estarían hartos del heavy metal ochentero y esos solos de guitarra tan largos y por eso salieron los ritmos rectos, que es todo lo contrario. Es cíclico, pero a la vez tiene sentido, porque te hartas de la repetición. Si ahora en Valencia todo el mundo hace post punk, pues a lo mejor en breve hay una nueva hornada de bandas que hace todo lo contrario.
Mauro Llopis: Es como que de diez años para atrás, cansa, pero pasados veinte, mola (risas).
Hay otra canción, “Por qué el ser”, que me ha recordado a los grupos de 4AD, al sonido neogótico de Dead Can Dance, por ejemplo.
Adrián Camáñez: Nos encanta 4AD, es un halago. Somos consumidores de ese tipo de música y al final se nota. Creo que es muy hipnótica. Fue el primer tema que tocamos en el local.
Raquel Palomino: Es bastante visual. La escogimos como single también y tiene su videoclip.
¿En qué sala o festival os gustaría tocar en directo?
Lluisen Capafons: A mí me molaría en el Sonar, la verdad. Picando alto (risas).
Mauro Llopis: En el Paredes de Coura molaría mucho.
Adrián Camáñez: En el Vida también podríamos pegar. Aunque lo que realmente me hubiera hecho ilusión es tocar en el FIB del 98. Con ese cartel. O en el del 2006 o el 2008.
¿Cuántos años tenías en el FIB del 98?
Adrián Camáñez: Tenía nueve años. No lo viví (risas). Todo es culpa de mi padre, que escuchaba ese tipo de grupos.
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