¿Qué crees que tenéis en común con el personaje de ficción del cual tomáis vuestro nombre?
Lo de Gambardella como nombre de la banda fue idea de Victor, nuestro bajista, en una semana en la que nos obsesionamos con la película de Sorrentino. Jep Gambardella era nuestro héroe. Ese hombre que desde un desencanto escéptico no le da miedo equivocarse siendo él mismo y diciendo lo que piensa. Moralista para unos, narcisista para otros... Encantador siempre. También representaría al bon vivant mediterráneo con el cual nos gusta identificarnos. Románticos, vividores y directos al abismo muchas veces. Como la vida misma…
¿Cuánto tiempo lleváis tocando juntos los tres? Todo empezó con unos boleros…
Sí, empezamos sobre el verano del 2014 ensayando lo que era el repertorio del disco de boleros “La ley del sí” (14). El disco se había grabado con Jose Rosselló -el gran batería de 12twelve-, pero al entrar Óscar en el trío cambió por completo el sonido y la dimensión. Así que nos decidimos a lanzarnos al instrumental. Y cuando no hay voz la banda está siempre dando lo máximo, siempre está probando cosas nuevas. Siempre tiendes hacia el infinito y ahí realmente congeniamos mucho.
¿Qué tenéis en común los tres? Venís de proyectos muy diferentes, de tocar muchos palos, y también tenéis personalidades muy diferentes.
Nos encanta tocar juntos. Es místico y sexual a partes iguales. Muy energético. A veces se complica porque se vuelve pasional. Sin duda, lo más parecido al buen sexo que se pueda imaginar. Estas cosas las hablamos bastante entre nosotros. Hay parte de psicoterapia también (risas). Imagino que será parecido en todas las bandas, ¿no?
Los tres tenéis otra banda, Rebuig, y debo decirte que me fascina cómo los tres mismos músicos podéis cambiar tan radicalmente de rollo, de género.
Una cosa es cierta, nos encanta todo tipo de música y el metal extremo es muy divertido de escuchar y tocar. Principalmente cambiamos de instrumentos y amplificadores y se añade una voz. Lo cual hace que sea muy diferente que Gambardella. La banda toca al servicio de la voz de Albert. Y es incluso sano poder cambiar con las mismas personas y hacer otra cosa distinta. El sonido entre ambas bandas es diametralmente opuesto pero si te paras a escuchar somos nosotros, se nota....
¿Y cómo llevas eso de estar con dos bandas tan activas?
El problema es más logístico y tenemos que trabajar a temporadas. Ahora toca Gambardella, más tarde Rebuig.
¿Qué me podéis contar de la grabación? ¿Fue muy casera, verdad?
No diría que la grabación fue casera dado que el estudio de Victor aunque pequeño tiene muy buen material y hace sonar muy bien.
Me refería a la tranquilidad que da grabar en tu propio estudio.
Sí, fue una grabación muy tranquila y muy rápida a la vez. Todos teníamos claro nuestro trabajo y Oscar se salió tocando. Victor y yo realmente nos entendimos maravillosamente a la hora de crear la atmósfera del disco, los estéreos, los delays, el sonido dub ultragrave del bajo, la limpieza, el espacio... Fue genial. Aprendimos muchas cosas y sonó perfecto. Y Victor García remató con el mastering. El disco suena muy bien, soy muy pesado diciéndolo (risas)
Esta primera referencia, “Benicarló”, se hizo esperar.
Somos pobres. Si hubiéramos tenido más medios o nos hubiera fichado una multinacional... pero el underground es duro. Todo va lento y se hace cuando se puede, que suele coincidir mucho con cuando hay presupuesto. Eso es una de las causas por las que muchas bandas naufragan. Esperar, esperar, esperar. También hubieron circunstancias tristes por las que se tuvo que esperar.
Por suerte, los vinilos llegaron justo a tiempo para la gira por Europa. ¿Qué recuerdo os lleváis de esta primera gira europea de Gambardella? ¿En qué ciudades o salas habéis estado más cómodos?
Berlín, en la sala Schokoladen, fue apoteósico. Sold out en una sala de ensueño, con un trato de ensueño y con público de ensueño. En Frappant, de Hamburgo, estuvo muy bien también. En París tocamos en un café con el escenario y la sala más pequeños que te puedas imaginar. Con nosotros cabrían unas quince personas más. Eso sí, sonó espectacular y bailamos con el público fantásticamente. ¡Ah! Y el Horst Club de Kreuzlingen con una gente maravillosa, donde protagonizamos uno de los shows más inolvidables de nuestras vidas (risas).
El disco lleva va por título “Benicarló”, una población que me consta os tiene enamorados. ¿Por qué decís que Benicarló es el Nueva York español?
Benicarló y el Plug In The Gear con el maestro Balty Albiol al frente es un bastión para la música hecha con el corazón en general. Hace quince años que sin descanso organizan conciertos con bandas de todo el planeta. Tiene un público tan fiel como exigente. Han visto y verán muchos conciertos. En este paraíso del arte nació nuestro batería, Óscar. Empezó a tocar casi de niño rodeado de bandas que venían de Estados Unidos, de toda Europa, de Australia; hardcore, metal, folk, ruidismo, lo que quieras. Y creemos que gran parte de la energía que desprende nuestro disco viene de la forma que tiene Óscar de tocar la batería. Podría ser el héroe de este disco.
Benicarló no es el único topónimo o lugar del disco, pues otros temas llevan títulos como “Malparaíso” o “Masadas”, por la plaza de vuestra querido barrio de La Sagrera.
La música instrumental para nuestro entender tiene alma de banda sonora.
Hay lugares que evocan música por si solos. Por su belleza o por sus recuerdos. El soundtrack de tu vida puede estar escondido en cualquier sitio. Yo creo que los títulos siempre son cinematográficos. Pueden evocar un lugar de la infancia como “Masadas” y “Benicarló”; preocupaciones filosóficas como “El factor humano” o “Momentos decisivos”; o surrealismo puro y duro como “Puigventòs” y “Tenemos que hablar”.
La portada y su dibujo a pulso también tiene mucho rollo.... Contadme algo de su autor y por qué confiasteis en él.
Juanjo Sáez, un grandísimo artista, es amigo de la infancia. Y como el disco nos gustó mucho se lo envié para que lo escuchara. Y su respuesta fue que le pareció un álbum muy luminoso y nos pasó un par de ilustraciones de lo que le sugería “Benicarló”. Y esas ilustraciones tal cual con algún retoque se quedaron. El reloj de arena fue realmente una gran idea. Que esté ilustrado a mano, el color y los símbolos entroncan perfectamente con nuestra manera de entender la música.
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