A pesar de mantener una posición humilde, casi secundaria, consigue un disco con autoría y que entra solo, combinando hip hop, neo-soul, pop, funk y un sinfín de géneros atravesados por su caminar lo-fi. Él es Galgo Lento y este es su “Copilot” (Seven Hundred Little Records/Luup, 24): el perfecto acompañante.
El copiloto, el segundo a bordo, el mejor amigo del protagonista, premio al actor de reparto. ¿Por qué escoger esta figura secundaria y evitar el foco?
Es una forma de personificar como me he estado sintiendo este último año trabajando con otros artistas como productor. ¿Qué pasa si te tomas la vida siendo el que está ahí solamente para apoyar sin ser el protagonista? Poder contar con esa posición de productor, ver las cosas con perspectiva, relativizar… El concepto detrás del título es: Lo bonito que es acompañar sin buscar nada a cambio, solo estar ahí.
Definen tu disco como un trabajo que gira alrededor de la dualidad sonora y el doble sentido narrativo. Cuéntame más.
Se juega a no saber de qué se está hablando, a ser ambiguo y a intentar potenciar esta idea de dos: piloto y copiloto. Se respira una onda en la primera parte del disco y luego al final otra. Intentaba jugar con la idea de dos partes, ya fuera conceptual como sonora, dos formas de entender una canción.
"Intento sortear la falta de creatividad no parando de hacer cosas"
De alguna manera, tú también eres, digamos, dual. Cantante y productor, tú te lo guisas y te lo comes. Creo que una de la riqueza de trabajar con otros productores es que suma pluralidad y diferentes puntos de vista en la creación de un disco. ¿Has tenido algún momento de bloqueo artístico contigo mismo? ¿Cómo consigues desbloquear tus obras?
Justamente ahora estoy en un momento de bloqueo, donde no sale nada. Lo que yo hago es seguir haciendo, probando cosas. Este disco sí que sale todo de mí, pero hago un poco de “trampa”. En este disco la producción es mía y me mola porque tengo la visión trescientos sesenta grados de lo que puede ser y va a pasar, pero sí que es la primera vez que he colaborado con más gente: Néstor Pérez [guitarra], Dani Ocon [teclista], Pedro Campos y Eric Elias [letristas]... Intento sortear la falta de creatividad no parando de hacer cosas, pero tampoco sé si es la mejor forma. Ahora no sé si me está sirviendo. Hasta ahora me había funcionado… Tengo ganas de ponerme limitaciones. Si las opciones son infinitas, todo es infinito.
¿Qué diferencia hay entre producir a alguien y producirte a ti mismo? ¿Pros y contras de liderar un proyecto? De ser la voz de este y encararte con el micro. ¿Qué prefieres?
Yo creo que prefiero ser productor. Siendo cantante, al menos en mi caso, hay una parte bastante grande de vulnerabilidad. Si no sale bien, estoy yo en primera fila y me iré yo con eso. A mí me duele mucho más las cosas como cantante que como productor. Como productor también, pero hay una persona delante de mí. Es un poco cobarde pero pensando en mí y en mi salud mental, disfruto más como productor. Disfruto mucho con peña que sabe y cuando nos sale algo juntos es un goce. Como cantante lo sufro más, no solo por el resultado sino también a la hora de crear. Produciendo con alguien mi opinión es importante pero está en segundo plano y la que más importa es la otra persona. No ser el piloto de un proyecto, a veces me va mejor.
Dividamos “Copilot” en contenido y forma. ¿Qué temas predominan en tus letras y que recursos electrónicos nunca faltan en tus beats?
En cada proyecto, paso un tiempo sin pensar en el beat y sin crearlo premeditadamente, investigando, encontrando sonidos que luego me sean más fáciles de aplicar cuando estoy haciendo los temas. En “MARTINET!” había un sintetizador que casi está en todos los temas, porque en ese momento me flipaba. ¿Qué falta aquí? ¡Ah mira! Tengo esta carpeta con este sinte… En cuanto a la letra, en este disco pensé: intenta no hablar de amor. Llevaba dos años con este proyecto, tenía demos y necesitaba un concepto que las englobara. Entonces un día en el coche, Malena, mi pareja, me dijo: “I si es diu Copilot?”. Me gustó la idea de narrar historias de gente que está en un coche. Es un concepto infinito: no es solo lo que pasa dentro del coche, también dónde van y lo que sucede fuera. Por ejemplo: la primera canción del disco es una pareja que está planificando un atraco en una gasolinera, mientras la atracan están reafirmando su amor… Lo que decíamos, al final siempre aparece el amor. Pero está bien que la premisa no sea ese tema. Imaginarme situaciones como en la película de “Four Rooms”, todas las historias deben pasar en un mismo lugar, sea un hotel o un coche, lo que pasa ahí dentro puede irse donde sea.
En los últimos tiempos, muchos artistas han trabajado su lengua materna dándole ritmos y métricas que son propias de otros idiomas como, por ejemplo, el flow que regala el inglés en el hip hop o el R&B. ¿Qué sonoridad regala el catalán para ti?
Justamente, estoy muy convencido que las sílabas en catalán son mucho más parecidas al inglés que las sílabas en castellano. El catalán, sobre todo al mezclar hip hop con otros géneros, suena de puta madre. El castellano es más largo y más grande, el catalán es más corto y rítmico: poc, tinc…
¿Tu santa trinidad musical? ¿Quién ha iluminado el camino de “Copilot”?
De mi vida: Miki (nombre artístico poggioli), Néstor y Malena. Y de referentes: Pues he estado escuchando mucho a Bee Gees… Hay algo ahí que quiero seguir estudiando… Tyler The Creator y Frank Ocean.
Ponte en el asiento del conductor. ¿Hacia dónde irá tu próximo trabajo? ¿Qué carretera tomarás ahora?
No tengo ni idea. Molaría que pasara por una carretera que hubiera más gente. No sé qué coche, ni nada, pero que haya más gente.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.