Futuro perfecto
EntrevistasJimmy Eat World

Futuro perfecto

Mikel Sola — 08-03-2005
Fotografía — Archivo

Después de conseguir que su cuestionable tercer trabajo completo se erigiera, no sin controversia, en disco internacional de 2001 según esta publicación, Jimmy Eat World retoman el pulso con “Futures”(Interscope/Universal), una demostración de que aún podemos contar con ellos.

Y es que si de algo peca su última obra es de una mejorable secuencia de los cortes, con las baladas saturando el final. Por lo demás, himnos como “Just Tonight…” y, sobre todo, “The World You Love”, siguen dando sentido a nuestras vidas. Tras casi cuatro meses de la edición de “Futures” damos con Jim Adkins, guitarrista y cantante del combo de Arizona. Empezamos por el principio, ese homónimo y descatalogado primer larga duración que, tal vez por rubor, se resisten a reeditar. “No diría que estemos avergonzados, es el trabajo de un grupo que llevaba unos cinco o seis meses y tenían dieciséis años. Eran unas canciones en las que trabajamos cuando aún estábamos descubriendo que queríamos hacer. En cuanto a producción, lo compararía con una colección de maquetas con buen sonido, más que con un álbum. Aunque bueno, supongo que para la edad que teníamos y lo que sabíamos de música estábamos haciendo un buen trabajo”. Si saldrá algún día “está en el aire”, pero Adkins no ve con malos ojos el que esté disponible. A tenor del título de uno de sus primeros sencillos, también cabe preguntarse qué opinión les merece el término “Rockstar”, si se trataba de algo que, allá por 1996, les seducía. “Creo que ahora lo vemos igual que en su momento, es como una figura mitológica con la que desde luego no nos identificamos. Es algo que sólo existe en la leyenda”. ¿Será que, saboreadas las mieles del éxito, todavía se están pellizcando? “Es lo último en lo que pensaría cuando me levanto y me miro al espejo”. Jim estalla en carcajadas y se pregunta: “¿Qué clase de imbécil se levanta y dice: ´¡Soy una estrella del rock!´ No sé, parece algo extremadamente arrogante y ridículo”.

"¿Qué clase de imbécil se levanta y dice: ´¡Soy una estrella del rock!´ No sé, parece algo extremadamente arrogante y ridículo"

Al final va a resultar que vender como rosquillas (“Jimmy Eat World” (Dreamworks, 01) se acerca al millón y medio de copias) y tener los pies en el suelo no son cosas incompatibles. Tal vez responda a la trayectoria del cuarteto, conocedor de lo que es recorrer las carreteras europeas para tocar, por ejemplo, ante una docena de privilegiados en una pizzería vizcaína. “Es importante esforzarte, tocar bien y hacerlo lo mejor que puedas. A menos que disfrutes de lo que estás haciendo sólo haces perder el tiempo a todo el mundo, así que siempre tratamos de pasárnoslo bien”. Pese al saber hacer que mostraron en ocasiones como la mentada, comercialmente el boom televisivo de hace cuatro años les ayudó bastante más que cualquier gira furgonetera. “Sí, creo que llegamos a un público mucho mayor con un tema como ´The Middle´ en la televisión, pero si no tienes a esa gente a la que te ganas solamente al tocar para ellos... si no tienes ese núcleo de seguidores a los que gustas al margen de que estés en la radio o no, es como un éxito vacío”. Adkins, que personalmente odia los videoclips (“pienso que somos mucho mejores haciendo discos”), se resigna ante la voluntad de la mayoría, y dice entender nuestras críticas a “Work”, cuyo clip refleja una idiosincrasia, la adolescente, que poco tiene que ver con la del grupo. “Intentamos trabajar con directores que tal vez rocen lo gratuito hasta cierto punto (esto lo debe de decir por “The Middle”), pero que a la vez sean honestos”. Su primer éxito relativo llegó con “Lucky Denver Mint”, que apareció en la banda sonora de “Nunca me han besado”. Defiende la maniobra porque, al margen de la calidad del filme, “utilizas la composición en algo creativo”. De los anuncios de coches o de cerveza no son partidarios. “Capitol no nos estaba apoyando nada a nivel internacional, pero como la película salía en todo el mundo, también lo hacía la banda sonora. Fue una oportunidad para que al menos una canción nuestra se publicara internacionalmente”. Si en su momento ironizaban sobre su coqueteo profesional con la Barrymore (“¡Nos vendimos por Drew!”, decían), el tema “Nothingwrong” podría interpretarse como un orgulloso alegato a favor de forrarte haciendo lo que te gusta. “Podría ser, aunque es más un comentario más amplio sobre la apatía que una defensa de nuestras decisiones personales como banda”. Y remata: “Si coges el dinero que hemos ganado tocando y lo divides entre los últimos once o doce años que llevamos en la música, la verdad es que no es mucho más de lo que habríamos ganado si nos hubiésemos puesto a trabajar según salimos del instituto”.

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