The Black Angels son unos de los abanderados de la nueva piscodelia americana, junto a bandas como Black Mountain, con quienes curiosamente van a compartir doble cartel en su gira americana. “No se cómo explicarte el secreto del grupo. Tenemos nuestras influencias, recogemos el testigo de distintos estilos de música. Estoy de acuerdo en que no tenemos un sonido concreto, esa es la clave de la música de The Black Angels, pero lo que intentamos es dibujar trazos experimentales, jugar con los pedales, probar cosas nuevas cada día. Queremos reflejar ese clima que se respira ahora en el mundo, inseguro, inestable, otro tipo de arte, reciclar, crear, romper con lo convencional, rescribir ese tipo de experiencias psicodélicas que se vivían hace treinta o cuarenta años”. “Phosphene Dream” es el tercer álbum del grupo, el cruce perfecto entre lo que sonaba en su impactante debut y en su atractiva secuela. Otro ejemplo de banda que rompe moldes dentro de la escena rock actual. “Creo que es un buen momento para disfrutar de nuevas bandas, hay muchos medios para conseguirlo, mucha información, hay una gran eclosión de grupos, y aunque el negocio esté mal, pienso que ahora estamos como en 1967, poniendo el dedo en la llaga y analizando la situación actual. Se está creando música maravillosa”. Ellos ejercieron de banda de acompañamiento de Roky Erickson, una experiencia de la que extrajeron buenas conclusiones. “La experiencia fue muy interesante, le acompañamos con guitarras acústicas, intentamos ser respetuosos con su leyenda, justo en un momento en el que él vivía una situación delicada después de la terapia, una realidad muy triste, así que la música que creamos era terapéutica. En cuanto a su colaboración con Okkervill River lo veo más como una estrategia de marketing, una conexión artística preconcebida y poco natural, aunque los resultados sean buenos”.
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