El quinteto -apoyado ahora en directo por un sexto músico- está en Madrid de promo y para rodar el vídeo de la fabulosa “Favourite”, último corte de su nuevo flamante álbum producido por el músico y técnico de moda James Ford (Beth Gibbons, Arctic Monkeys, Blur), en el sello de Radiohead. Una canción de pop de guitarras en estado puro muy distinta del abrasivo e hipnótico single “Starbuster”.
Y se nota que en esta nueva etapa los muchachos viven en una vorágine sin fin. Nos han citado en las oficinas de PopStock!, aparecen Grian y el bajista Deego, pero no Carlos O´Connell, con quien me he citado. El guitarrista llega algo más tarde, también con sus maletas para viajar después rumbo a Italia.
El tono dramático, casi excesivo, de “Romance” está inspirado por la animación japonesa -del clásico de ciencia ficción “Akira” a las películas del estudio Ghibli- combinada con sus raíces. “Esas películas -explica Carlos- te afectan de modo extremo, están como encima de todo. Esa idea nos encajaba mucho. Este disco nos pedía ser un universo entero”. La conversación es larga y fructífera.
Por empezar por algún sitio, ¿por qué habéis fichado por XL? Creo que teníais muy buena relación con Partisan Records.
Habíamos terminado el contrato de tres discos. Estábamos muy contentos con ellos, y les dijimos que nosotros no nos íbamos a acercar a nadie. Y por respeto, que no íbamos a responder a ninguna oferta sin antes hablar con ellos. Seguimos trabajando “Skinty Fia” sin abrir ningún mail, y Partisan puso encima de la mesa una oferta muy buena. El resto de discográficas que se habían acercado tampoco nos interesaban mucho. Y entonces, en el último minuto, XL vino a vernos a Los Angeles. Siempre ha sido un sello que nos ha encantado. Tienen algunos de mis discos favoritos. Desde The Prodigy a Dizzie Rascal, Badly Drawn Boy, The White Stripes…es como que cada vez que pillan un artista lo clavan. Nos sentamos con ellos y la verdad es que nos llevamos muy bien. La cosa estuvo ahí: si nos quedábamos con Partisan, teníamos Historia, y todo había ido muy bien.
O sea, que no era una decisión fácil.
No ha sido nada fácil. Para nada. Pero eran la única otra discográfica que merecía la pena considerar, y al final yo creo que lo decidimos por cambiar un poco y hacer algo nuevo. Firmamos con Partisan en 2018. Eran ya cinco años. Nos hacía ilusión hacer algo distinto, que todo siguiera moviéndose. De repente, te empieza a llenar la ilusión del principio. Como cuando empezamos a hablar con Partisan. Creo que eso decidió todo. Pero no ha sido nada fácil. Llevamos mucho tiempo trabajando con Partisan, y son amigos. Pero pensamos que por el futuro del grupo, para seguir con energía, necesitábamos esa frescura, que nada se nos hiciera aburrido.
“XL era la única otra discográfica que merecía la pena”
Precisamente me llama la atención la capacidad que habéis tenido de reinventaros sin perder vuestra personalidad. La mayor parte de los grupos, sobre todo si tienen éxito con su debut, lo que hacen es pequeñas variaciones del molde. ¿Vosotros tenéis una necesidad consciente de cambiar?
No, yo creo que nos va saliendo. Lo que nos pasa es que no paramos. Acabamos un disco y seguimos, no dejamos de componer hasta dentro de dos años. El desarrollo es constante. Yo veo muy bien dónde acaba un disco y empieza el siguiente. Una canción empieza a explorar algo un poquito, una textura, y esa textura influencia el principio del siguiente. Desde cada cosa nueva que sale en un disco, se desarrolla el siguiente. Y eso pasa porque estamos siempre componiendo. Si no estuviésemos girando, haríamos un disco al año, probablemente dos. Tienes un par de canciones que se quedan fuera del disco, y las vas desarrollando más. Es una constante.
En cuanto al sonido, es verdad que es más futurista, pero al mismo tiempo tiene abundantes guitarras acústicas y cuerdas. Es un poco paradójico, ¿no? ¿Cómo lo habéis casado?
Pues es que parte de lo que nos estaba gustando mucho antes de entrar en el estudio, incluso al escuchar música, es notar muchos más detalles. Decir: Joder, conozco esta canción de toda la vida y ni me había fijado en este detalle. Yo tuve un momento con una canción de Nirvana, “Heart Shaped Box”...
De “In Utero”. Gran canción.
Sí. Tiene una armonía a dos voces en la estrofa que está perfectamente hecha. Y le da todo el carácter a la melodía principal. Toda la emoción de esa canción viene de esa melodía que está por debajo. Y no me había dado cuenta hasta entonces. La canción se siente así simplemente por esa melodía que ni siquiera es la principal. Creo que todos tuvimos momentos así, de escuchar las cosas con más detalle. Decir: Esto lleva mucho más trabajo y meditación que simplemente hacer una canción. Esa parte le empezó a atraer a cada uno de manera distinta. Fue una decisión muy a posta lo de ir al detalle con este disco. Ahí empezaron todas las cuerdas, o si hay dos guitarras eléctricas, meter una acústica que igual le cambia el carácter a la canción. Intentamos aportar ese detalle enterrado que cambia totalmente la emoción.
¿Y por eso decidisteis trabajar con James Ford?
Sí, fue parte de esa idea del detalle. No podíamos hacer un disco así con Dan (Carey), aunque sea un productor increíble. Para mí los productores buenos son los que tienen un estilo propio. Hacen las cosas de una manera y sólo ellos la pueden hacer así. La manera de hacer las cosas de Dan es encontrar una energía enorme en un grupo tocando en directo. Parece fácil, pero es muy difícil. Dificilísimo. Y no conozco otro productor que lo haga como él.
¿No habéis grabado todos juntos esta vez?
Más o menos, pero había mucho más trabajo de arreglos después. Dan no trabaja así, no es su rollo. Durante un tiempo estuvimos pensando en producirlo nosotros mismos, pero llegamos a la conclusión de que no éramos lo suficientemente buenos. Fue James quien le preguntó a nuestro manager, porque le encanta lo que hacemos. Nos daba un poco de miedo, igual que el cambio de sello. Habíamos hecho todos los discos con la misma discográfica y el mismo productor.
Y James Ford es alguien que viene de la electrónica.
Sí. Yo le veía como un productor muy “limpio”, que eso también es muy difícil. Pero hasta hace poco no había encontrado su estilo. Hay cosas que me gustan de la producción de los discos de Arctic Monkeys, y otras que no. Pero había un disco que hizo que él que nos encanta y yo no tenía ni idea de que había hecho: el de un grupo americano de psicodelia que se llama Crocodiles. Este disco lo pinchábamos un montón en el Garage Bar de Dublín -que ya cerró-. Es muy ruidoso, guitarrero y oscuro. No me podía creer que el tipo pudiera hacer un disco así y el nuevo de Arctic Monkeys, era increíble. Así que decidimos hacer una prueba. Nos metimos una semana en un estudio de Londres el verano pasado. Hicimos dos canciones que están en el disco nuevo y otras cuatro que no. Vimos que nos podía grabar en directo bastante bien, porque la idea era grabar en directo y luego los arreglos por encima.
“Estamos muy unidos y tenemos pocos amigos fuera del grupo”
¿Cuáles son sus virtudes dentro del estudio?
Mucha paciencia y mucha organización. Cuando acabas de hacer una toma y te metes a escucharla, lo tiene todo súper controlado y organizado. Todo suena alto, pero no está el ruido de los platos arriba, o el bajo llenándolo todo. Te deja espacio para oír lo que quieres poner por encima. De repente, por arriba te cabe una línea de guitarra o un violín. E igual por debajo. No sé cómo lo hace, pero aunque suena grande, todavía te deja espacio. Dices: coño, ahí oigo un sintetizador que nunca hemos usado. Porque tienes ese espacio. Ahí está la diferencia. Dan es capaz de grabar un grupo entero y que esté toda la energía ahí: no te hace falta más. Si quieres un disco así, perfecto. Pero si quieres más, necesitas ese espacio desde el principio. En los locales de ensayo los grupos no dejan espacio. Eso es lo que me encantó de James Ford. Hacíamos una toma en directo, sonaba increíble, y luego te pasabas seis horas haciendo arreglos.
Pero el disco lo grabasteis en París. ¿Por alguna razón?
En La Frette, sí. Porque James había grabado allí y le encanta. De hecho, “Skinty Fia” lo quisimos grabar allí, pero no pudimos porque todo era muy COVID y no se podía viajar. Pero teníamos muchas ganas. Nick Cave ha grabado allí, Arctic Monkeys hicieron los vídeos del penúltimo disco allí, y el sitio parecía increíble. Y un par de bandas amigas, Shame y The Murder Capital, también grabaron. Ellos nos habían hablado muy bien del estudio.
Quiero ir al título del disco: las canciones son en general cortas, pero más dramáticas. Y “Romance” suena como excesivo.
Llamarlo “Romance” fue idea de Grian. Me acuerdo que me llamó y me lo dijo. Le encantaba la idea de usar una palabra con tanto peso que quizá fuera demasiado.
Como excesiva.
Sí, pero intentar llegar a ese nivel: si le ponemos este nombre, no nos podemos quedar por debajo. La idea era ésa: estas canciones tienen mucha más ambición, y lo que une todos nuestros discos es el romanticismo, por distintas cosas: por Dublín, por estar completamente aislados, de vivir fuera de Dublín. ¿Por qué no ir al concepto en general?
¿Y no hay cierta ironía en la palabra?
No, fue más bien decir que igual esto nos viene grande. En ese sentido sí que hay ironía. A lo mejor esto nos viene grande, pero vamos a intentar que no. A mí me gustó mucho cuando Grian me lo dijo. Entonces, empecé a pensar en la portada y la imagen. Me vino a la cabeza que los colores tenían que ser un verde neón por encima de un rosa. Normalmente, con las portadas me vienen dos colores. Hicimos muchas versiones, y al final usamos una imagen de una artista taiwanesa. Que no existía, empecé a trabajar en la portada en octubre del año pasado, y la imagen apareció en febrero.
Más allá de los singles hay una canción que, para mí, condensa el espíritu del LP, “In The Modern World”.
Grian mandó la primera maqueta en el verano del año pasado. La letra era distinta, era “In Another World”. Yo estaba de vacaciones con mi novia y mi hija, con un coche alquilado por la playa. Y tenía puesta la nota de voz todo el rato por el altavoz. Me pareció increíble. También la letra. Incluso como estaba: “In another world I don´t feel anything…”. Y a la semana me mandó un mensaje diciéndome que la había cambiado. “In the modern world…” Buf, eso ya encajaba perfectamente. Ya no era sólo una canción que me gusta escuchar, es una canción con bastante importancia. Esa canción es básicamente fruto de Grian y de su genio. Es una letra muy sencilla: “In the modern world I don´t feel anything/In the modern world I don´t feel bad”. Es buenísimo. Desconexión total: eso es lo que es el mundo moderno. Nos desconectamos y nos distraemos. Ponerlo así, de una manera tan preciosa, es impresionante. Estilísticamente es una de esas canciones que parecía no encajar, pero la letra es tan fuerte y la melodía tan buena que podría estar en cualquier disco del mundo. Es universal.
¿Y “Favourite”, el próximo single? A mí me suena a una banda irlandesa de culto, Power of Dreams. Los acordes y la melodía de voz.
¿Ah sí? No la conozco (apunta el nombre en el móvil) Fue de las primeras que hicimos para el disco. Una vez habíamos acabado la promo de “Skinty Fia”, un año después, estábamos en Maida Vale haciendo un directo, y yo tenía estos acordes. Salimos del estudio, nos pusimos en el pasillo con la guitarra acústica y un móvil. Grian sacó una melodía (tararea) y le salió la frase. Muchas canciones tienen el potencial melódico y vocal, pueden funcionar muy bien, pueden ser hasta pegadizas, pero se establecen totalmente cuando sale una letra así. Te da una excusa para trabajarla mucho más. Me encanta que esté al final. Para nosotros es muy emotiva. Y salió así: tienes dos elementos que funcionan, pones a todo el grupo alrededor sin hablar, y todo el mundo hace lo suyo.
“Hay tensiones, pero te tienes que acordar de lo que era al principio”
Seguís tirando de influencias totalmente dispares, pero os las arregláis para que todo sea coherente. ¿Cómo lo hacéis?
Es bastante difícil (se ríe). Y en éste lo ha sido aún más. Porque lo que sucede es que pasamos tiempo juntos y compartimos canciones. Empiezas a convencer al otro de lo buena que es una canción, y acabamos escuchando la misma música. A unos le gusta más y a otros menos…Pero con éste igual no nos pusimos tan de acuerdo. Grian podía estar muy metido en Shygirl; cuando me lo enseñaba me molaba, pero no me sentaba en casa a escucharlo. Y normalmente sí pasaba. Otro ejemplo: el shoegaze me gusta, pero me aburre un poco. A Curly (el otro guitarrista) le encanta y nos recomienda grupos nuevos. Los escuchamos, pero a mí tampoco me hace tanta ilusión. Hubo bastantes tensiones de este tipo, y por eso está todo tan definido y pulido. Nos peleamos bastante por encontrar el sitio donde funcionara perfectamente. Si estaba demasiado a un lado, siempre había uno a quien no le gustaba. En otros discos quizá nos dejamos influenciar demasiado por otros grupos. “Sunny”, de “A Hero´s Death” es súper Lee Hazlewood. Escuchándolo ahora, igual es demasiado. En este disco las influencias se han acotado bastante. Normalmente es fácil, pero este disco fue mucho más difícil, pero acabó muy bien.
De hecho, no es lo más frecuente que sigáis siendo los mismos con la actividad frenética que habéis tenido en estos años, con los roces inevitables que se generan. Tenéis que ser muy colegas.
Pues al final es como mantener una relación o un matrimonio. Hay tensiones, hay veces que estás hasta el culo, harto, pero te tienes que acordar de lo que era al principio, de por qué te casaste. Tienes que hacer casi un ejercicio pragmático, intentando pensar en cómo querías a esa persona en 2016, y olvidarte de ahora. Nosotros estamos muy unidos y tenemos pocos amigos fuera del grupo. Porque nunca hemos necesitado más (risas).
Viendo las dinámicas de otros grupos, cómo la gente se va, no es lo más común. Pienso en bandas de vuestra generación como Goat Girl, que empezaron siendo cinco y ahora son tres. Por poner un ejemplo.
Sí, y las Hinds, que son muy amigas mías, igual. Se les cayó todo, y ahora son Carlota y Ana, las que empezaron al principio. Fue muy duro para ellas. Lo sé porque lo viví de cerca. Es muy triste, porque has pasado tantos años y experiencias. Empezar un grupo y tocar en otros países…eso no lo puedes repetir con nadie.
Por cierto, ¿no habéis colaborado con ellas?
Grian aparece en su disco nuevo, sí. Yo tenía que hacer algo en una canción, pero al final tenía demasiado lío. Lo fui atrasando mes a mes, y al final me fue imposible. Lo tengo pendiente, tengo que hacerlo algún día.
¿Cómo se van a integrar las nuevas canciones en el directo? ¿Hay cosas del primer disco que ya no os encajan?
Tenemos un miembro nuevo en directo, Chilli, de Palma Violets. Básicamente, porque hace falta para tocar las canciones nuevas. En los ensayos nos hemos dado cuenta de que tener ese nuevo elemento nos va a ayudar muchísimo a poder tocar todo el repertorio. Ya sea una textura acústica o un sintetizador. “Televised Mind”, que es súper cañera, tiene una acústica que en el disco se grabó. Todo eso nos está ayudando a unir las canciones. Hay casi más cosas que queremos tocar y que no hemos podido hacer antes, por los arreglos.
La primera vez que os vi fue en una discoteca cerca de la Gran Vía. Luego en La Riviera. Y ahora vais a tocar en el WiZink Center. Además de en festivales enormes… ¿Cómo lo lleváis?
Bien. A mí me parece que ha sido una progresión muy natural. Para mí tocar en La Riviera era una locura. No me lo podía creer. Y ahora el WiZink Center…en Madrid sí que me parece una locura, porque yo me fui para hacer esto. Crecí aquí y a los dieciocho me piré porque dije: “Aquí nunca me va a salir nada”. Y ahora vuelvo con este grupo a tocar en estos escenarios…eso es lo que más me impacta. Madrid sí me da un poco de miedo. No por el tamaño, en Reino Unido hemos tocado incluso en escenarios más grandes. En Londres hemos vendido veinte mil entradas, que es un poco shock. El WiZink depende de cómo lo abras, es más pequeño, pero me impacta mucho más. ¿Va a venir alguien o vamos a tocar en un WiZink vacío? Me da un poco de vértigo.
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