Un abismo separa algunos de los cortes más directos de “Dogrel” (19) de los momentos más radicales de este tercer largo. Y aún así, su propuesta sigue siendo coherente y está perfectamente hilvanada por la intensidad del trabajo del quinteto, las letras espléndidas de Grian Chatten y la vocación explícita de recuperar la esencia de lo irlandés, en tiempos de uniformidad en los que más bien se tiende a renegar de las propias raíces.
También hay referencias cultas: del escritor Nabokov a “Roman Holiday”. ¿Alusión a la película romántica de Audrey Hepburn y Gregory Peck? Se llama personalidad, carácter. Tras algunos problemas técnicos, logramos conectar con Carlos O’Connell, guitarrista nacido en Madrid de una banda especial que por fin podrá tocar en España esta primavera y mostrar un repertorio más amplio y complejo.
Tengo que empezar destacando vuestra productividad. La cuestión es si estáis constantemente haciendo canciones, o más bien ha sido la situación de no poder tocar lo que os ha llevado a sacar tres discos tan seguidos.
Yo creo que si quieres, realmente puedes componer un disco en una semana. Si quieres. Que vaya a ser bueno o no, no sé. Al final, escribir cualquier cosa es básicamente tomar decisiones: esto sí, esto no. Y en eso no hay tanto tiempo que perder. Somos gente un poco ansiosa: siempre tenemos que tener algo delante. Eso es lo que ha pasado. Pero sí que es verdad que ahora, desde que acabamos el último disco, que grabamos el año pasado, no hemos estado trabajando en nada nuevo con el grupo porque hay mucho amontonado detrás. El segundo lo giramos poco, llega este nuevo, luego una gira de un año…es un poco como que se nos está acumulando un montón ahí que no se puede ignorar. Eso es lo que nos está dando más ansiedad ahora, más que escribir algo nuevo.
"Seguimos aprendiendo, como cualquier persona. Tenemos curiosidad, y lo que hemos hecho ya lo sabemos hacer, así que queremos aprender algo nuevo"
Además, “A Hero’s Death” lo grabasteis dos veces…
Dos veces, sí [risas].
Tengo la impresión de que no tenéis miedo a ir cada vez más lejos respecto a las canciones más inmediatas del primer disco. ¿De dónde sale esta necesidad?
Es una curiosidad normal. Creo que es natural. Empezamos como un grupo de canciones muy inmediatas y directas. Pero eso tenía sentido porque éramos, uno, muy jóvenes y dos, no teníamos mucho equipo. Estábamos tocando con guitarras y batería, un equipo de voces de mierda y ya está. Al final, compones con lo que tienes, ¿no? Cuando haces música, yo creo que si esto es lo único que tienes, ¿por qué imaginar cómo sonaría si tuvieras otro equipo? De entrada, somos cinco tíos metidos en un local de ensayo enano, alguno cuenta hasta cuatro y ¡bang!, suena enorme. Porque está hecho para que suene enorme con sólo esos elementos. Luego, de repente estás tocando en directo y tienes más espacio. Yo lo que he encontrado musicalmente es que el impacto está en el espacio que dejas. No necesariamente hacer todo a la vez, sino dejar espacio y que te permita apreciar cómo se expande todo. Ese espacio no se puede apreciar en un local de ensayo pequeño. Es imposible, porque todo suena demasiado alto. Es lo que he aprendido yo, pero ha sido un proceso. Seguimos aprendiendo, como cualquier persona. Tenemos curiosidad, y lo que hemos hecho ya lo sabemos hacer, así que queremos aprender algo nuevo.
Es un disco complejo y, por momentos, oscuro. Son canciones mayormente lentas que incluso tienen progresiones, como “Bloomsday”. “The Couple Across The Way” es sólo voz y acordeón. ¿Es un álbum más pensado para oír entero?
No está concebido de manera conceptual. Lo que pasa es que nosotros, cuando componemos un disco, escribimos treinta canciones y de ellas sacamos un hilo. Fue lo que pasó con estas diez que escogimos. Y está organizado para que se pueda apreciar que tiene ese hilo. La canción que viene antes de la siguiente intenta presentar la siguiente. Pero no lo pensamos como disco de principio a fin. En cuanto a singles, yo creo que igual no son singles tan tradicionales, pero a mí me parece que “Jackie Down The Line” es una de las mejores canciones que hemos hecho nunca. Es un single tochísimo. Y hay otras: “Skinty Fia” va a ser single. Fue otra canción muy emocionante de hacer: conseguir ese efecto de música como más industrial, estilo The Prodigy, pero haciéndolo directo, en una toma.
Te iba a preguntar por esa canción porque tiene un sonido único, arriesgado, y me interesaba saber cómo llegasteis a él. Es especial.
Totalmente. Es de mis favoritas de todo lo que hemos hecho, porque tiene un sonido que choca bastante. Es punzante, pero tiene algo a la vez que es como imposible de ignorar. El groove que tiene te mueve. Escucho esa canción y la primera y nunca he oído a un grupo sonar así. Eso es un logro.
"En el segundo disco hablamos mucho de la influencia de The Beach Boys. Nos encantan por eso: eran capaces de hacer algo increíble con sus voces"
¿Habéis vuelto a trabajar con Dan Carey como productor? Se ha convertido en un hombre muy solicitado.
Sí, desde el principio era con quien lo íbamos a hacer, y estaba al tanto de todo lo que estábamos haciendo, le mandábamos maquetas...Luego, decidimos ir a un estudio residencial cerca de Oxford más grande, porque queríamos un sonido más expansivo de lo que hubiéramos conseguido en su estudio. Pero lo hicimos muy parecido. Nos metimos un par de semanas con Dan en el estudio.
En las letras y los títulos hay muchas referencias al “amor”. “The Couple Across The Way” parece una historia muy triste. ¿El amor es el tema central del disco, lo pensasteis así?
La verdad es que no. Esa canción la compuso Grian [Chatten], que también toca el acordeón. Por lo que sé de otras entrevistas que hemos hecho juntos, es literalmente sobre la pareja que vivía enfrente de su casa en Londres, que discutía mucho. En el edificio de al lado, por la ventana siempre veía a un señor asomarse al balcón súper enfadado y respirando profundamente: se intentaba relajar, y luego volvía a entrar para empezar a gritar otra vez con su mujer. Grian intentó escribir una historia desde el punto de vista de los dos: la pareja joven, enamorada, con todo por delante, y los que llevan juntos toda la vida y se pelean a diario sin saber por qué, atascados en ese momento de vida por cualquier motivo. Ellos mismos miran por la ventana y ven a la pareja joven que lo tiene todo por delante. Es como mirarse al espejo y que el espejo te mire a ti. La letra es increíble.
“I Love You” me parece una de las mejores canciones. Tiene un tono que me recuerda a The Cure. ¿Cómo la encarasteis? Sois muy melómanos, y os gustan cosas muy diferentes. En el caso de este disco, ¿ha habido inspiraciones concretas de música más oscura o algo que hablarais concretamente?
Sí, el desarrollo del sonido del grupo también es el desarrollo de nuestro gusto. Cuando éramos más jóvenes estaba el punk, después hemos descubierto un montón de música. Y todo eso acaba de alguna manera cayendo dentro de lo que hacemos. En este disco creo que nos ha influenciado mucho Sinèad O’Connor y un grupo irlandés que se llama Whipping Boy del que ya hablé con alguien de una revista española. Una banda de los noventa que no llegó a tener éxito, pero era un grupazo. Tienen un disco increíble que es bastante oscuro, “Heartworm”. Y The Cure siempre nos han gustado mucho. Sí, hay música un poco más oscura, pero un poco de todo. También hay un montón de influencias de drum’n’bass y electrónica. También queríamos pasárnoslo bien, y hacer música con la que te puedas mover. En este disco las influencias son muy variadas. Muchísimo más que en los otros, eso seguro.
Desde un punto de vista de las guitarras, cada vez hacéis cosas más experimentales. Por ejemplo, en “Nabokov”.
Esa canción nos la trajo Curley [Conor, guitarrista]. Estaba intentando hacer algo muy shoegaze, súper potente, con guitarras grandes, y en la segunda parte hay una mezcla: el coro que hay por detrás es una melodía que teníamos desde hace como cinco años. No había llegado a nada, y al final ha encontrado su sitio ahí. El riff que entra por detrás es una guitarra con un flanger lo saqué de un tema que escribí durante la cuarentena. Compuse un montón de temas muy influenciados por Nirvana y Death In Vegas. Durante la primera cuarentena esos dos grupos fueron mi mayor influencia. Era con lo que me escapaba: me metía en el coche, ponía esos discos y me iba a conducir por el campo. Ese tema es una mezcla de tres ideas distintas más lo que canta Grian. Curley trajo las guitarras del principio, el bajo y la batería. Con estas cuatro cosas distintas creas algo bastante experimental y potente en cuanto a guitarras.
Hablando de voces: sin desmerecer el trabajo instrumental, creo que uno de los puntos fuertes que tenéis son las melodías de la voz principal y de los coros. ¿Trabajáis mucho en ello?
Sí, bastante. En cuanto a los coros, Grian tiene un oído increíble. Siempre encuentra un montón de melodías que complementan a la principal. Tiene mucho oído para esas contra-melodías. Lo que hacemos es componer la canción, hacemos los arreglos, y luego siempre añadimos los coros. Son más herramientas que puedes usar. Grabamos una demo, y luego vamos viendo qué le falta a cada parte. Lo único que nos queda por meter que podamos hacer nosotros es cantar a la vez. Así lo expandes un montón, y nos interesa mucho. En el segundo disco hablamos mucho de la influencia de The Beach Boys. Nos encantan por eso: eran capaces de hacer algo increíble con sus voces.
Me gustaría que me contaras algo del título. Es una expresión irlandesa que creo que tiene una historia interesante. ¿Es popular en Irlanda?
No es popular para nada. Salió de un familiar de Tom [Coll, batería]. Sus abuelos hablaban sólo irlandés. Nada de inglés. Y nos habló de esta expresión que tenía este familiar suyo, “Skinty Fia!”. No la habíamos oído. Probablemente es algo muy rural de aquella zona. Nos gustó mucho el sonido: las dos palabras suenan bien, se quedan. Y luego, el significado: es como decir “¡Me cago en todo!”. La traducción literal es algo así como “La maldición de los ciervos”. El irlandés tiene una profundidad enorme que se ha perdido mucho, porque el idioma está casi perdido. Nos pareció bastante curioso. Se te cae una copa de vino encima y dices: “¡La maldición de los ciervos!”. Es una expresión enorme para algo tan pequeño.
"Llevo queriendo tocar en La Riviera desde que soy pequeño. A ver si a la tercera va la vencida"
No es algo nuevo: siempre habéis sacado a relucir ese carácter irlandés en las letras y los vídeos.
Desde el principio este grupo ha sido como una exploración de la identidad irlandesa. Que es algo tan importante para toda la humanidad: pertenecer a algo. Con todo. Con la Historia que tiene Irlanda. Y hemos pensado hablar mucho más con el idioma; cuanto más aprendes irlandés, con la profundidad que tiene, y cómo se ha perdido por el colonialismo y cómo Reino Unido entró en Irlanda y lo primero que tiene que hacer para llegar al poder es destruir la manera en que se comunica la gente a la que no pueden entender… Entiendes que se perdió algo increíble.
¿Lo habla poca gente ahora?
Se habla muy poco. Se estudia en el colegio, pero a un nivel bastante básico. En algunas zonas se habla, y siempre hay un canal de la tele y una radio que es todo en irlandés. Pero de todos mis amigos, igual sólo hay cuatro que lo hablan fluido. No es tan normal. Hay una tendencia ahora a intentar traerlo de vuelta, es bastante bonito. Queríamos meter todo eso porque todo el disco se empezó a formar alrededor de la primera canción, “In ár gCroíthe go deo”. El título es también irlandés, significa: “Nuestros corazones para siempre”. Es una historia que pasó en Coventry, Inglaterra, hace un par de años. Una familia quería inscribir esa frase en la tumba de su madre, que era irlandesa, y no les dejaron. Decían que era provocador y como una incitación al terrorismo tener una frase en irlandés. Una discriminación total que sigue existiendo. De ahí la idea del idioma, y por eso nos importó tanto usar el título.
El arte de vuestras portadas es siempre especial, o al menos así me lo parece a mí. Ahora está ese ciervo desorientado. ¿Cómo habéis enfocado éste en particular?
Esta portada es mía, hice la dirección artística con un diseñador. Fue bastante mi idea. Básicamente, quería traer la grandiosidad de esas dos palabras, de la “maldición de los ciervos”, a un entorno más de ahora. Yo lo que veía era una fiesta un poco oscura en la que cualquier cosa puede pasar [risas]. Te interesa, pero sabes que algo no va a ir bien. Quería traer esa grandiosidad de los ciervos a nuestro mundo. Tenía esta idea de estar de fiesta y que hubiera un ciervo en medio. Lo acabamos ejecutando con un animal de verdad, un “ciervo actor” que se llama Arthur, que tiene su agente y todo. Lo llevamos a esta mansión, pusimos luces de neón e hicimos fotos. Luego, quería crear una tipografía totalmente nueva pero que fuese fácil de leer y de identificar. Pasé mucho tiempo viendo referencias de texto antiguo gótico, hasta encontrar una línea de la que pudiera sacar cosas distintas, aprendiendo a escribir con caligrafías de ese estilo, con pluma. Y contratamos a un tío increíble que hace caligrafía a mano, y basándose en mis referencias y bocetos, nos hizo ésa.
Me quedan un par de preguntas. ¿Cuál es la relación que tenéis con Partisan, vuestro sello? Supongo que os deben apoyar mucho: habéis sacados tres discos muy seguidos y uno de ellos lo regrabásteis.
Ha sido increíble en todo este tiempo. Cuando empezamos a trabajar con ellos no éramos nadie, no teníamos nada. Dimos un concierto en Londres, había veinte personas, y vieron algo, el potencial que teníamos. Nos han apoyado desde entonces. Es una relación muy, muy fácil y bastante íntima.
Parece que por fin vais a poder tocar en España. Vuestros conciertos de Barcelona y Madrid se han retrasado dos veces. ¿Cómo crees que van a encajar en directo las canciones de los tres discos?
Creo que muy bien. Hicimos un concierto pequeño en Londres el otro día para la ONG War Child y tocamos canciones de todos los discos. Del nuevo, “Jackie Down The Line”, “I Love You” y “Roman Holiday”; y luego, del primero y del segundo. Fue un concierto de una hora y quince minutos, y encajaba todo perfectamente. De hecho, me pareció que era lo que faltaba para encajar los dos discos anteriores. El set list de la gira anterior funcionaba muy bien, pero añadiendo estas tres canciones se añade un arco interesante. Puedes empezar fuerte, relajarte un poquito sin ninguna clase de debilidad, y luego subir otra vez la intensidad. Creo que es como la pieza perfecta para unir los dos discos en directo. Funciona muy bien. Hay canciones que no hemos tocado todavía y que tengo muchas ganas de interpretar. Llevo queriendo tocar en La Riviera desde que soy pequeño. A ver si a la tercera va la vencida. De todos los conciertos que hemos tenido por delante, éste es uno de los que más quiero hacer, porque he ido a conciertos ahí desde que era pequeño.
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