28 de junio. Una ola de calor asfixiante sacude Londres. Y especialmente una pequeña terraza del distrito de Stoke Newington, donde me he citado con Yannis Philippakis, el líder y cerebro detrás de Foals, justo dos meses antes de que “What Went Down” llegue a las calles. Yannis, escondido tras unas gafas de sol, llega con algo de retraso y con la frente chorreando de sudor. Se sienta y se pide un simple vaso de agua, aunque en un pestañeo ya se está encendiendo el primero de los múltiples cigarrillos que se fumará a lo largo de esta entrevista en la que abordamos el flamante presente por el que pasa la banda.
Quedan exactamente dos meses para que vuestro cuarto álbum de estudio llegue a las tiendas. Tras la gran acogida que tuvo “Holy Fire” no sé si te sientes algo nervioso cuando piensas en la futura recepción de estas nuevas canciones.
Siempre es curioso comprobar cómo el público acoge las canciones, pero en este caso lo que quiero es que la gente pueda escuchar el disco completo en conjunto, no canciones sueltas que pueden llevar a una falsa impresión. Eso es lo que realmente me interesa, que pueda disfrutarse de “What Went Down” del primero al décimo tema.
Justo ahora empezáis la promoción de “What Went Down”, pero imagino que ya has dejado de escucharlo, ¿no? Teniendo presente que el disco ya lleva semanas acabado, reescucharlo constantemente puede ser un ejercicio algo obsesivo y masoquista por tu parte.
Sin duda, distanciarse de lo que ha marcado tu día a día durante meses siempre es positivo. Por mucho que ahora empiece la promoción de este nuevo álbum, ya hace semanas que he dejado de escucharlo. Hasta antes de tener el máster me obsesiono demasiado y por eso trato de desconectar de lo que ya hemos hecho. Puedo tardar perfectamente cinco años, o incluso mucho más, en volver a ponerme uno de nuestros discos.
¿Eres de lo que recuperando tus álbumes anteriores siempre encuentras pequeñas taras, cosas que cambiarías con la perspectiva del tiempo?
Un par de cosas quizás sí que cambiaría, pero al fin y al cabo detalles sin importancia. Me gusta más poner la mirada en el futuro que regodearme en el pasado. Lo hecho, hecho está.
Después de trabajar con Flood en “Holy Fire”, para esta ocasión os habéis puesto en manos del Simian Mobile Disco James Ford en su estudio de la Provenza. ¿Qué os animó a ficharle como productor?
Teníamos en mente irnos a Nueva Orleans o a Sudáfrica, pero al final nos decantamos por Francia porque no nos veíamos volando más de diez horas y tan alejados de casa. Tanteamos la idea de volver a trabajar con Flood después de lo bien que funcionó nuestro anterior largo, pero al final fuimos fieles a nuestra idea de trabajar con un productor diferente en cada disco. Ya habíamos pensado en James hace años, pero él está tan ocupado siempre que hay que pactar los timings de trabajo con mucha antelación y, hasta ahora, no había sido posible tirarlo adelante. La elección de James era muy obvia para nosotros: es británico, tiene un gran gusto, toca maravillosamente la batería y entiende tanto el mundo de la electrónica como el del rock, lo cual es algo muy positivo.
¿Su estudio está en Arles?
Cerca, en Saint-Remy-de-Provence, la ciudad en la que Van Gogh fue ingresado después de que se cortara la oreja. La idea de encerrarnos juntos en el estudio durante unas semanas nos gusta porque así nos exprimimos al máximo. Aunque para desconectar también nos fue de lujo el lugar porque está en un marco precioso. Cuando podíamos nos dedicábamos a pasear o a sentarnos en una terraza para tomar unas buenas copas de vino.
Si no voy errado, estas nuevas diez canciones han nacido en muy pocos meses, algo poco dado en vosotros. ¿Hay alguna explicación a esta rapidez?
Así ha sido. El pasado septiembre terminamos la gira de “Holy Fire” en el festival Bestival y, a los pocos días, ya me puse a escribir los nuevos temas. Eso fue hasta enero, porque en febrero si no recuerdo mal fue cuando nos fuimos a Francia. James también ha sido crucial en ese sentido porque nos facilitó mucho las cosas. Jamás te viene con una idea preestablecida de lo que quiere hacer contigo, sino que es más de redirigir tu visión. Es muy poco egocéntrico en ese sentido y hace que los días sean muy productivos. En comparación con nuestros anteriores trabajos, en esta ocasión todo ha fluido rápidamente, sí. En el pasado dilatábamos mucho el proceso y psicológicamente era duro porque queríamos crear algo que sonase enorme. Ahora no lo analizamos todo tan al detalle. Me parece mucho más interesante trabajar sobre una primera toma, ya que grabando algo a la primera se puede conseguir una magia creativa mucho más auténtica. Sin duda, todo en este disco se ha basado en capturar la primera expresión y no obsesionarse más de lo debido.
Imagino que para ti, con la fama de perfeccionista que tienes, no debe haber sido fácil cambiar el chip de esta forma.
No es que sea fácil o difícil, sino que es más bien una cuestión del tiempo. Si te impones un timing más rápido y limitado no puedes pensarlo todo tan al detalle. La obsesión por la perfección se desvanece, y ese ejercicio ha sido muy positivo para nosotros.
¿Después de actuar en el Bestival porque no decidisteis tomaros unas merecidas vacaciones? No habéis parado y un pequeño descanso siempre sienta bien para amueblar la cabeza...
¿Y por qué debería tomarme unas vacaciones? Justo cuando pones punto y final a una gira estás eufórico por los conciertos que has dado, sientes una energía increíble en tu interior que debes aprovechar al máximo. Muchas ideas te vienen a la cabeza estando de gira y sería muy estúpido por nuestra parte si no aprovecháramos ese buen momento en el que la maquinaria está en pleno rendimiento. Quizás, de cara a cuando cerremos esta nueva etapa, sí que me tomaré un cierto tiempo para mí. Ya se verá, pero siempre hay la posibilidad de que me involucre en algo que no sea de Foals propiamente dicho.
Escuchando el disco me viene a la cabeza en muchos momentos la sutileza que caracterizaba “Total Life Forever”, aunque también hay ciertos puntos en común con los números más bravíos que había en “Holy Fire”. ¿Estás de acuerdo con esta impresión?
Al componer este largo no pensaba en “Total Life Forever”, pero no estoy en desacuerdo en lo que dices. Sonoramente queríamos hacer ahora algo que no sonase tan épico, con menos reverb ni efectos que despistaran la escucha. Además, mi voz creo que en esta ocasión cobra un mayor protagonismo, más que la instrumentación en sí. En discos anteriores, por culpa de las demos, quizás teníamos una idea preestablecida en la cabeza de cómo queríamos sonar y después en el estudio nos dábamos cuenta de que aquella idea inicial se había esfumado por el camino. En este caso no nos ha ocurrido eso. “What Went Down” es más contenido y confidente en gran medida, y la versión final de los temas son, sin duda, las mejores que hemos podido grabar.
La canción que da título al disco puede llevar a falsas impresiones, ya que aparte de esos minutos y “Snake Oil” lo que predomina en el resto del largo son los medios tiempos. ¿Con qué careta os sentís más cómodos?
Aunque algunos no lo crean, para mí “What Went Down”, la canción, no es algo tan diferente de “Inhaler” o “Providence”, simplemente es un paso más. Tanto podemos hacer una balada acompañada sólo de un piano como un tema súper rockero a 150 bpm con guitarras ruidosas mientras grito: una cosa y la otra reflejan lo que somos. Aparte, estamos en un punto en el que realmente hacemos lo que nos da la gana. Podríamos haber firmado otro “My Number” o un LP como “Antidotes”, pero eso no es lo que nos apetece porque sino acabaríamos aburriéndonos de seguir el mismo patrón una y otra vez.
Asimismo, las letras en esta ocasión me parecen bastante menos metafóricas y encriptadas que anteriormente. Al igual que la primera toma ha sido decisiva, ¿acaso te has dejado llevar por la escritura automática?
No exactamente. El tema de las letras siempre es algo muy subjetivo. Para mí “Holy Fire” era más confesional en ese sentido, pero sí que es cierto que con los años disfruto más la simplicidad. En este LP no estaba tan interesado en la narrativa, sino en escribir de una forma más primitiva. Gran parte de las letras fueron escritas muy rápidamente y capturan muchos miedos e inseguridades. Hay muy poco ego por mi parte y lo que canto podría decirse que es más puro.
¿Escribir las letras es la parte del proceso creativo que más disfrutas?
No puedo separar las letras de la música jamás. Escribir es algo que con el tiempo sí que he aprendido a disfrutarlo cada vez más. Me ha ocurrido un poco lo mismo que con mi voz. Al principio sentía mucha vergüenza e inseguridad cantando, pero con los años me he dado cuenta de que amo cantar. Me gusta la forma en la que puedes esculpir sensaciones y colores con las letras; me apasiona jugar con las palabras y disfruto con la responsabilidad de poner letra a las canciones.
Siempre has tenido fama de ser un artista muy atormentado. ¿Consideras la música una forma de psicoanalizarte o una herramienta para escupir todo aquello que de otra forma no te atreverías a decir?
No lo veo como un psicoanálisis porque esta es mi vocación. Es como cuando alguien decide hacerse sacerdote, es exactamente el mismo sentimiento para mí. La música y la creatividad es la base de mi vida. Puedes darme todo el dinero del mundo o la mujer más bella del planeta y jamás cambiaría. A veces me he preguntado si esto es algo marcado por el destino.
¿Si no fueras músico a qué te dedicarías?
En su momento estuve un año estudiando para ser profesor de inglés, pero lo acabé dejando porque resultaba incompatible con la dinámica de la banda. Aunque si me preguntas a qué me gustaría dedicarme te diría que boxeador. Siempre me he sentido atraído por el mundo del boxeo, y no sé muy bien por qué.
En escasos días arrancareis la nueva gira, la cual se antoja maratoniana. ¿Eres de los que disfruta estando tantos meses fuera de casa?
Me gusta estar en el escenario y actuar. Estar de gira no es fácil porque tu día a día se ve trastocado viajando sin parar y pasando como aquel que dice cada noche en un hotel diferente. Sin embargo, yo me quedo con el hecho de que puedes viajar por todo el mundo compartiendo tus canciones, que de momento es lo que mejor sé hacer. Es una cosa bellísima si sabes llevarlo en condiciones. En mi caso, soy una persona bastante nostálgica y me vuelvo algo loco en la carretera, así que todo es cuestión de encontrar un equilibrio y estar sano, tanto física como psicológicamente. Hay bandas amigas que llevan muchos meses de gira y los ves siempre fresquísimos porque al acabar cada show se van a dormir. Nosotros jamás hemos sido así: nos gusta salir de fiesta y beber fuera del escenario. Y la verdad es que no sabríamos hacerlo de otra forma. Nos comportamos y nos expresamos como cualquier buena banda de rock haría en nuestro lugar.
Recuerdo que cuando actuasteis en el Primavera Sound de 2014 os pusieron en la cuarta fila del line up. ¿Con este disco tenéis el objetivo de encabezar la letra grande de todos los festivales en los que toquéis?
No es un objetivo propiamente dicho, aunque claro que sería genial. Cuando grabamos un disco lo único que queremos es estar satisfechos de lo que hemos hecho. Todo lo que venga después bienvenido es. Aunque pasáramos otros tantos años no encabezando los carteles de los festivales, para nada me sentiría frustrado. Estoy muy contento de lo que somos y todo lo que hemos conseguido hasta ahora. No estoy hambriento de ser el protagonista de todos los festivales. Para mí lo más importante de todo esto es no traicionarte a ti mismo.
¿Qué esperas de lo que queda de año tanto musical como personalmente?
Básicamente espero que seamos la mejor banda en vivo del planeta en seis meses. Los primeros conciertos de la gira sirven para coger ritmo, pero una vez no paremos de tocar cada día a partir de septiembre el directo será explosivo. Y a nivel personal no sé muy bien qué decirte. Si quieres en seis meses nos volvemos a sentar en esta terraza y hablamos de ello.
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