Cualquier movimiento que tenga que ver con Los Planetas conlleva una repercusión considerable, dado el estatus preferencial (ganado a pulso) que ostenta la formación granadina. El destino ha querido que sea a lo largo de la misma temporada cuando los dos pilares fundamentes del grupo y miembros fundadores del mismo debuten en solitario y al margen de la banda madre. Si J publicará a finales del presente mes “Plena Pausa” (La Leyenda del Espacio, 23) –un disco en el que pone música a grabaciones del cineasta Iván Zulueta–, Florent hizo lo propio hace solo unos meses lanzando al mercado el más que agradecido “Florent y Yo” (El Volcán, 23). Tras alguna reubicación motivada por problemas con el tren que le traía de Granada, nos citamos con el artista en un bar próximo al Paseo del Prado para, entre dobles de cerveza, mantener casi una hora de charla, en la práctica tan amigable como jugosa.
La primera pregunta es obvia, pero también obligada ¿Por qué era este el momento de debutar en solitario? ¿Por qué no había pasado antes, durante los treinta años que llevas en el mundo de la música?
Se han dado muchas circunstancias que me han abocado a dar este paso tan importante para mí. Fundamentalmente partimos de la pandemia, un momento en el que nadie sabía lo que iba a pasar ni lo que iba a ocurrir. Y me llegó esa visión de querer hacer algo que dejase un legado de una forma mucho más personal. En aquella época de la pandemia, me puse a componer como un loco: hacía un tema por día. Y cuando llevaba siete u ocho, pensé “¡Tronco, para y enséñaselo a esta gente!”. Porque mi intención, en principio, era currar estas canciones para Los Planetas. Lo que pasa es que J durante la pandemia también curró muchísimo, e hizo sus temas y cerró el disco de Los Planetas. Entonces estas canciones se quedaron atrás, se quedaron fuera. Y, entonces, me vi en la tesitura de dejarlas abandonadas, o buscar un cantante, o terminarlas yo. Decidí lanzarme y me decidí a terminar de escribirlas y cantarlas. Aunque cantar, siempre he cantado. Todas las canciones que hay en Los Planetas en donde pone Florent y J, son canciones que he llevado al estudio o a un ensayo, con melodía y prácticamente armada la canción, pero prefiero y estimo importante que J, que es quien canta, haga suya la canción haciendo la letra ¿sabes? Porque si yo hiciera una letra con todo el corazón del mundo y se la enseñase al cantante y me dijera “esto es una puta mierda” y me la tirase, se me podría caer el mundo al suelo. Entonces, para evitar ese tipo de situaciones frustrantes y un poco jodidas, decidí dejar que las letras las hicieras siempre J. Y para mí es uno de los mejores letristas del pop/rock español sin duda alguna. Tiene una facilidad y una sencillez a la hora de contar historias que apabulla. Y en sus manos dejo esas composiciones. Te comento esto, porque en este caso fue importante, al verme con nuevos retos personales, sobre todo de escribir. Yo siempre había escrito, pero me sonaba todo muy cursi, muy infantil o no me convencía. Porque tampoco tenía el propósito de montar una banda y escribir de una forma mucho más seria o con un compromiso mucho más fuerte ¿sabes? Como no había ese compromiso, pues todo lo que escribía se quedaba ahí. Pero en este caso, no. En este caso decidí que, si esto tenía que acabar de alguna manera, me lo tendría que acabar yo. Y eso implicaba, escribirlas, cantarlas, luego escuchar tu voz, escuchar lo que cantas, acostumbrarte a esa sonoridad... Y al principio era un poco chocante, no por la forma de cantar que tengo, sino porque yo siempre que he cantado lo he hecho sin letra, inventándome las cosas, así que imagínate... la sonoridad de mi voz sí que me era bastante familiar, pero el hecho de incluir la letra y cerrar los temas con la letra, ya le da una dimensión mucho más potente y trascendente. Y me di cuenta de la fuerza inherente al hecho de escribir canciones y de generar historias inventadas.
“En la música está todo inventado, pero hay que manejar los elementos para que surja algo nuevo... o al menos lo parezca”
¿Percibiste un nivel o una dimensión inédita para ti hasta entonces?
¡Exactamente! Sí, sí. Entonces me sedujo bastante esa idea de escribir historias, casi todas inventadas; trabajar con algo ficticio como un guionista de cine que se inventa situaciones nada personales. Sí picar de algunas cosas, a lo mejor, pero para nada cien por cien personales ni nada de eso. Me gusta inventar ese tipo de historias y jugar con ese tipo de situaciones. Me gusta mucho el sentido del humor, los dobles sentidos. Los juegos de palabras me llaman también mucho la atención. Por ejemplo, soy muy fan de Kiko Veneno, que me parece un letrista increíble; o J, por ejemplo; Nacho Vegas también me gusta. Hay mucha gente que me gusta cómo escribe, algunos más orientados a la lírica profunda que es algo me atrae y me seduce, pero yo tampoco me considero un poeta literario ¿me entiendes? Pero sí me seduce la idea de profundizar mucho más en ideas o historias. A cuenta de todo esto que te estoy contando, se armó en mí una voz interior que me decía “Tronco, lo tienes que hacer tu solo, porque si no nadie va mover un centímetro por ti, por no decir un milímetro” (Risas). Así que, lo hice.
¿Te costó mucho ponerte tras el micrófono? Lo cierto es que me ha sorprendido mucho tu voz y tu forma de cantar ¿Cómo has manejado esta herramienta?
Como te comentaba antes, yo siempre he cantado, he tarareado canciones; todas las canciones que he hecho con Los Planetas siempre las cantaba, pero no tenía esa llamada para decir “Oye, ¿por qué no eres cantante o montas una banda?”. Yo siempre he tenido satisfechas mis necesidades y mis cotas con Los Planetas, que ya es bastante, teniendo en cuenta la exigencia que tienen Los Planetas. Date cuenta de que yo, con la guitarra, me encargo de un plano musical bastante potente como es crear armonías, armar canciones que vienen prácticamente desnudas, porque J trae la canción con una guitarrita en la que pone tres acordes y, sobre eso, hay que montar un envoltorio que trascienda y tenga fuerza. Eso ya me exigía bastante, porque el hecho de componer ese tipo de arreglos y dudar de si son buenos o no, si pueden estar mejor, comentarlo... ya tenía bastante con eso como para meterme en otros fregados. Pero luego, el hecho de tener un estudio en casa y estar en la pandemia, teniendo tanto tiempo para mí y libre de todo, hizo que dedicase bastante tiempo a disfrutar con las canciones, tocándolas como si fuera un concierto en mi casa.
¿Probaste en ese momento con diferentes tipos de modulaciones de tu voz?
No, bueno quizás en los coros. Pero lo que me sorprendió a mí mismo es que intenté hacer una letra por día, que fue algo que me exigí a mí mismo. Y forzar las cosas, a veces no es buen método porque te puedes bloquear y no avanzar ¿sabes? O lo que sacas no tiene un nivel del todo interesante. Será que las musas estaban allí, pero el caso es que fluían ideas con la sonoridad de las palabras, y las interpretaba como notas que son. Eso me llamó mucho la atención y me divertí mucho con eso. Y, sobre todo, lo típico de enfrentarte a la hoja en blanco y tener una melodía y eso, es bastante curioso: romper esa barrera y disfrutar de esa experiencia que yo antes no había tenido. Ese reto es potentísimo, tío. Trabajar así implica que, si tienes una idea, pues fenomenal; pero si no la tienes, tienes que darle vueltas y vueltas, en torno a esa melodía que siempre tengo. Yo siempre parto de una melodía y sobre eso encajo la letra. Y casi todas las letras han salido como escritura automática. Es algo curioso.
¿Y la propia pandemia y todo lo que estábamos viviendo te influyó a la hora de encontrar esas letras?
¡Muchísimo! Claro que influyó, claro que sí, por lo menos a mí en lo personal. Se generó una especie de ambiente en el que nadie sabía lo que iba a pasar, ni dónde estaba la solución o la cura. Se vino abajo el sistema tan potente que tenemos para funcionar como sociedad, todo se bloqueó. Fue como un parón absoluto mundial. Una cosa brutalísima, si te pones a pensarlo. Y eso te genera preguntas muy profundas, incluso existenciales. Eso te anima a manejar esa situación e intentar, a través de la música, darle cabida o reflejarlo. Así que, por supuesto, me influenció muchísimo tanto en lo musical como en la parte escrita.
¿Dirías que como consecuencia de eso (y como respuesta al momento tan agónico que vivíamos todos) te ha quedado un disco optimista? Lo cierto es que un disco muy melódico y luminoso. Quizá, en contrapunto a esa agonía que vivíamos todos, buscaste positividad que nos faltaba...
Sí, sí, sí. Al conjugar todos estos elementos, siempre dejaba una puerta abierta para que no hubiera un fin sino una continuidad ¿sabes? “Esto no es el fin, sino que esto continúa”. Me ha parecido muy interesante conjugar todos los elementos ¡y hacer un disco! (Risas).
“Le he dicho a J que quiero hacer un disco de rock & roll con Los Planetas”
Aparte de ese momento en plena pandemia ¿De dónde dirías que ha venido la inspiración para componer estas canciones y cómo ha sido la forma de trabajarlas?
Siempre dejo rienda suelta. Siempre cojo la guitarra y empiezo a trastear. Y a veces utilizo otro método que me funciona bastante: se me ocurren un montón de melodías en la cabeza e intento traducirlas en acordes y seguir ese punto de partida. O sea que, o parto del cero absoluto (cojo la guitarra y empiezo a trastear), o de esas ideas que me vienen a la cabeza. En este segundo caso, las grabo con el móvil o si me pillan en el estudio (y estas siempre me pillaban en el estudio) las grababa, y ese era un punto de partida interesante. Por ejemplo, con “Rumba de mi estado de alarma” empecé con el título. Tenía el título, pero me faltaba la música. Me bajé una tarde al estudio y en tres o cuatro horas hice la música. Entonces me faltaba la letra, y la hicimos entre Alicia, que es mi mujer, y yo. Y, de este modo, en un día hice ese tema. Y ese tema, por ejemplo, me encaja con lo que tú decías: algo de optimismo. Me dije, voy a hacer una rumba, que es una cosa más alegre y que casi parecía un contrasentido con el trasfondo tan chungo que había fuera. Me proponía ese tipo de historias y me resultaban muy divertidas, la verdad. Durante la pandemia también usé un método de oficina: a las diez estaba arriba, me bajaba al estudio, de diez a la hora de comer y después de comer otro rato. Aproveché mucho el tiempo. Estaba tan concentrado y tan ensimismado que se me pasaba el tiempo volando. A lo mejor ya subía a esto de las ocho, que salía todo el mundo al balcón para aplaudir. Y otra cosa que me llamó mucho la atención fue el silencio absoluto que había en las calles. Por eso el último tema que hice se llama “El silencio”, en honor o reflejando un poco cómo yo viví aquellas tardes en las que sólo se oían los pájaros, los animales. Yo vivo en Granada, en medio de la Sierra, y era brutal el silencio y el sonido de la naturaleza. Era increíble tío, una pasada.
Ese aspecto cálido y luminoso que tiene el álbum y del que estamos hablando ¿Lo tenías un poco pensado de antemano o fue algo que afloró sobre la marcha?
Yo creo que va saliendo así. Ojalá tuviera yo esa visión absoluta, como si estuviera viendo una película y supiera que lo quiero así (Risas). Pero siempre hay elementos que alteran un poco esa visión. Lo que sí es cierto, es que yo hice todas las maquetas con todo (bajo, baterías, sintes...) y dejé todo hecho. Pero luego tuve la oportunidad de contar, para hacer el disco, con ex miembros de Melange. Les mandé unas canciones a través de Carlos Díaz (que es el otro guitarra que ahora está tocando conmigo, el que ha grabado el disco, y el técnico de sonido de Los Planetas). Carlos me dijo “Si le mandamos esto a esta gente, seguro que les va a molar e igual pueden grabar el disco contigo”. Total, que hicimos eso y dijeron que sí. Se vinieron a Granada cuando tenías que pedir un permiso para viajar ¿Te acuerdas de aquello? Había que pedir un permiso y tenían que haber salido todos negativos en la prueba. Total, que bajaron a Granada y lo que tú decías antes: esa fue la guinda para esa sonoridad que tiene el disco y el motivo del porqué suena así. Es porque se grabó todo en directo. Ellos vinieron un viernes y grabamos dos temas; el sábado grabamos el resto del disco; y ya el domingo, que se iban, grabamos “El silencio”, que fue el último tema del disco. O sea que fue también un ambiente bastante increíble. Para empezar, ellos estaban fuera de su casa y sin mascarilla, y yo tenía gente que venía de Madrid cuando hacía tiempo que no veía a nadie (Risas) ¡Y además íbamos a grabar un disco! Eso ayudó mucho a esa sonoridad tan cálida que tiene el disco. El disco para nada roza el pesimismo, si acaso la nostalgia, pero siempre con una esperanza bastante marcada.
Antes has mencionado letristas que te gustan, pero un poco en la misma línea ¿Cuáles han sido tus principales referentes al escribir estas canciones? Yo, en muchas partes, quizá destacaría a los The Jesus & Mary Chain más melódicos.
Hay un tema que es como un homenaje a los Jesus & Mary Chain, por los acordes y la melodía y la voz. Pero... no soy de ese tipo de músico que, por ejemplo, se ponen delante la foto de los Jesus y dicen “y ahora voy a hacer una canción”. No. Lo que pasa que surgen ideas e historias y, como yo creo que la música está toda inventada, hay que manejar bien los elementos para que surja algo nuevo... ¡o al menos lo parezca! (Risas). Hay muchas influencias ahí de muchas bandas que me gustan. Te puedo decir The Church, TV Personalities, The Velvet Undergorund sobre todo, que aunque no estén, pero sí están ¿sabes? (Risas). Pero me gusta hacer música actual, más que hacer un revival de algo y que suene a algo ya hecho. Me interesa mucho tener esa visión del pasado, pero con una posición presente. No ser un grupo revival ni sonar psicodélico. Me interesa dar ese toque actual y personal.
Lo has comentado antes, pero me gustaría profundizar un poco en ese tema ¿por qué no tuvieron cabida estas canciones en el disco de Los Planetas?
Porque en pandemia, J tampoco se puso a componer como un loco y el disco, “Las canciones del agua” (El Ejército Rojo, 22), lo tenía ya cerrado. Cuando fui con mis canciones y le dije a J que tenía seis o siete canciones me dijo que ya tenía el disco cerrado y todo hecho, con letras y todo. A él le hubiera supuesto aprenderse las canciones, meterle letras y todo. Y ya con lo que había, era suficiente para el disco.
¿Y no valoraste dejarlas en barbecho para el siguiente álbum de Los Planetas?
En ese momento pensé que había que sacarlas. Porque, si a lo mejor me hubiera hecho un gesto diciéndome “Tronco, son muy chulas, guárdalas”, pues igual me las guardo. Pero no fue el caso y entonces pensé que si se iban a quedar ahí... Además, tenía también la cabeza puesta en un disco nuevo de Los Planetas, que es algo que supone bastante dedicación. Si hubiera cantado el gallo de otra manera... pues quizá hubieran quedado como posibilidad de futuro repertorio de Los Planetas, no te digo que no ¿sabes? Pero no fue así.
“Me interesa mucho tener visión del pasado, pero desde una posición presente”
Da la casualidad de que hace muy poco entrevisté por teléfono a J, con motivo del disco “Plena pausa” (La Leyenda del Espacio, 23), en el que ha puesto música a grabaciones inéditas del cineasta Iván Zulueta. Aproveché para preguntarle si creía que esas canciones habrían podido tener cabida en un disco de Los Planetas, y me respondió que sin duda y que, si no hubierais estado todos tan liados con otros proyectos, podrían haber sido grabadas por Los Planetas.
Yo sé que, antes de que existiera nada alrededor de mi disco, él ya tenía en mente eso, porque la Filmoteca Nacional le ofreció aquello. Pero solo a J. Me lo comentó e incluso me ofreció ser guitarrista en aquello, pero al final el tema se quedó un poco parado, y cuando lo retomó ya era con otra gente y tal. Él ya tenía en mente abarcar ese proyecto de forma muy personal ¿sabes?
¿Qué te ha parecido el álbum?
El disco entero no lo he escuchado, solo canciones ¿Ha salido ya el disco?
No, no, sale a finales de septiembre.
No lo he escuchado, no.
¿Qué te parecen las canciones que has oído?
Bien, bien, bien. Hombre, me hubiera gustado más que... bueno, igual no es que me hubiera gustado más, pero... En estás composiciones está más reflejado lo que sale en la pantalla ¿no? Claro, yo escuché la canción “Natalia dice”, pero no sé con qué parte de la filmografía encaja. Pero bueno, me parece guay. Yo soy de la opinión de que cualquier artista, llámese J o Florent... Quiero decir que el núcleo duro de Los Planetas ahí está, y es una cosa muy potente. Pero a veces también te absorbe tanto que, a la vez, te limita mucho. Ese proyecto te absorbe tanto y te exige tanto que muchas veces no puedes hacer otras cosas, porque te limita un poco. Por eso yo veo muy bien que tanto J como Eric, Banin o yo tengamos otras inquietudes y les demos rienda suelta. Porque si no siempre vas a estar con la mosca tras de la oreja y no mola. Prefiero que la gente se suelte.
Esa era otra pegunta que te iba a hacer y que en su momento también le planteé a J. Todos en Los Planetas tenéis proyectos paralelos y efectivamente cabría sospechar que Los Planetas son un proyecto tan intenso que tiende a existir en el grupo esa necesidad de oxigenar.
Yo creo que sí, porque es que si no se te quedan cosas en el tintero. Yo hablé con J con visión de futuro de Planetas y le propuse: “Tronco, tengo ganas de hacer un disco de rock & roll” ¡Así se lo dije! (Risas).
¿Y qué te contestó? (Risas)
Que cuando quiera lo hacemos. Y le dije “¡Cuento con tu palabra, J!”. Espero que me llame en un tiempo, porque ahora saldrá su disco, con su promoción, sus conciertos y su girilla que se pegará. Yo también me pegaré la mía, y después volveremos otra vez al Templo de Dios (Risas). Entonces, lo que te decía: me parece muy interesante y apoyo bastante estos proyectos paralelos, sí, sí. Porque también es una forma de liberarte. No estás todo el rato con la cadena al pie porque pone Los Planetas. Al liberarte te hace crecer más, aprender, compartir con otros músicos. Y te olvidas un poco de tantas Champions League (Risas).
Lo cierto es que ha sido una casualidad que saquéis disco en solitario tan cerca en el tiempo y que hay podido entrevistaros a ambos en el plazo de unas semanas.
Fíjate que ni él tenía pensado que yo iba a sacar un disco, ni yo tenía pensado que él fuese a sacar disco. Hemos coincidido y ha sido una puta casualidad. No ha sido en plan “¡Ah, tú sacas, pues voy a sacar yo otro!” (Risas). Ha salido de forma natural y del todo espontánea, tío. Nada de acción, reacción. Al revés, ha sido tan espontaneo que también lo hace interesante y bonito.
“Una voz interior me decía que esto lo tenía que hacer yo solo porque nadie se iba a mover por mí”
Por terminar con el tema de Los Planetas ¿Eres consciente de que sois quizá el grupo más determinante de lo que llamamos la escena indie de nuestro país? Formáis parte de ese embrión con el que empezó toda esa escena indie, y a estas alturas ya incluso podéis ser considerados un grupo de culto.
Yo creo que sí. Y pienso que es así, aunque no le doy mucha importancia. Pero sí soy consciente de la magnitud, trascendencia e importante trayectoria musical que han tenido Los Planetas. En lo musical, pero también en la postura y la actitud que Los Planetas hemos tenido ante el negocio musical. Creo que eso también ha sido importante para ciertos grupos: ver que se puede hacer música sin hacer tantas concesiones, de esas que luego te puedas arrepentir y con las que te juegas mucho en tu carrera musical. Siempre hemos tenido una postura muy nuestra y eso nos ha servido para mantenernos, para seguir y para tener una seña de identidad. Y, de paso, para no haber ganado tanta pasta como deberíamos haber ganado ¿entiendes? Si hubiéramos tirado por la pasta, no hubiéramos durado tanto, porque al final el discurso se agota y no queremos hacer una carrera con esas miras ni esas metas. A mí, como a J, me interesa una carrera musical que incluya hacer buenos discos y también buenos directos. Abrir nuevas puertas como hicimos con el flamenco, apoyar a nuevos artistas. Hemos apoyado a muchos artistas que estaban empezando y que ahora son súper pedazo de artistas, como Triángulo (de Amor Bizarro), Los Punsetes o Lori Meyers. A todos nos los llevábamos de gira cuando empezaban. Siempre hemos estado del lado más arty o más artístico de la música, más que del lado del negocio y la pasta. Hoy día, por ejemplo, hay mucha cantidad de festivales y se mueve mucha pasta, pero no todo el mundo gana mucha pasta ¿sabes? Ganan sólo los de arriba, los cabezas de cartel, mientras que los demás, están mal pagados. Pero bueno, es que, si no estás ahí, parece que no existes ¿no? Hoy prima mucho eso, y yo soy más de vuelta a las salas, que la gente vaya un poco más a las salas y no al festival. Que vayan a ver a un grupo o dos como mucho, no a veinte que al final no ves a ninguno y es simplemente la fiesta por fiesta. Yo echo un poco de menos todo eso, y nosotros hemos vivido toda esa secuencia de salas, de fiestas de pueblos. Cuando íbamos a Galicia eran todo fiestas de pueblos y no había festivales. Y era brutal, tío, con la gente y todo. Yo eso lo echo de menos. Ahora los grandes festivales fagocitan todo, con la gente pagando cien euros y con eso ya tienen la fiesta montada tres días ¡Y a lo mejor la entrada a una sala de vale quince o veinte pavos y no van! Eso me hace ver que no les interesa la música, que lo que les interesa es el mamoneo, el rollo que hay ahí, y el parque temático que hay ahí alrededor de la música y el petardeo. Pero si te gusta un grupo y toca en tu ciudad, ve a verlos y disfrútalos, porque esa cercanía que se echa de menos en los festivales, la puedes vivir ahí. Para mí, ese es el verdadero rock, la verdadera finalidad y filosofía de la música y de esas sensaciones tan potentes. Eso lo echo de menos también. Y, con respecto a lo que estábamos hablando, somos conscientes de que, como Los Planetas y al haber surgido en los noventa y llegar hasta el día de hoy, hemos visto todas las guerras, todas las batallas, toda la gloria, toda la guerra y paz que ha habido ahí ¿sabes? Toda la decadencia, toda la gloria (Risas). Ahora, con la edad que tenemos, te hace sentir, entre comillas, orgulloso de lo vivido, de lo que has podido aportar musicalmente, de tu visión de la música, que creo que era la correcta por la influencia que teníamos de otros grupos americanos e ingleses. Y dar a conocer esa cultura en una época en la que no había internet, y todo lo que había era vuestra revista y fanzines. “¿Qué grupo te gusta? ¡Los TV Personalities! ¿Quién coño eran los TV Personalities?” O Nick Drake ¿Quién coño sabía quién era Nick Drake entonces? No había Wikipedia ni nada. Nosotros, como muchos otros grupos coetáneos, creo que hemos ayudado a eso. Quedan pocos de esa época, Nacho Vegas, por ejemplo, se me ocurre, o La Habitación Roja, que estuvimos con ellos el otro día. O Los Enemigos: Fino y toda esta gente. Ellos en el lado más rock, pero también han dejado un legado potentísimo en este país. Esa gente son lo que han dejado ahí una huella indeleble ¿sabes? O Fernando Alfaro, otro puto crack, como letrista también.
También entrevisté a Fernando Alfaro hace poco, con motivo del nuevo disco de Surfin’ Bichos, y me decía que ellos llegaron demasiado pronto al sarao y que, cuando ya se estaba creando esa escena indie y el propio circuito, se separaron.
En ese momento ellos ya estaban hechos, sí. Nosotros hicimos una gira con ellos, porque fueron a tocar a Granada y con el tema de las maquetas y Radio 3, nos invitaron a tocar. Y nos vieron tocar y nos dijeron “troncos, sois buenísimos y queremos hacer una gira con ustedes”. Y nos llevaron de gira con ellos. Y ahí estábamos viendo el público nuevo, que con nosotros era brutalísimo, mientras que ellos ya eran un grupo hecho, como Lagartija Nick y esta gente ¿sabes? Entonces ellos ya estaban con un pie y medio más fuera que dentro ya. Y les pilló, les pilló. Luego ya salieron Chucho y Mercromina y reengancharon y pillaron el tren (Risas). Nosotros éramos muy fan de ellos, porque aparte de ellos, Los Enemigos, Lagartija Nick o Los Bichos, lo demás de esa época no nos interesaba. Los grupos de La Movida ya estaban muy decadentes porque se habían hecho muy comerciales; grupos como Duncan Dhu y esta gente, se hicieron muy comerciales y ya hubo un desfase generacional porque la gente joven ya no escuchaba esa música.
Volvamos a tu disco, tras este interesante paréntesis en torno a Los Planetas. Cuando ya decidiste que esas canciones conformarían tu primer disco en solitario ¿Tuviste que modificar mucho las canciones con respecto a cómo las tenías o a cómo las habías pensado?
No, no, porque estaban completamente cerradas. Solo había que cantar y meter las letras. Estaban todos los arreglos hechos, bajo, guitarras, sintes... Por eso la grabación también fue fácil, porque como estaba todo hecho, ellos sabían lo que tenían que tocar. A ver, si en algún tema te doy una idea, tú puedes desarrollarla y si me mola vamos para adelante, que no soy nada cerrado; al revés soy muy abierto. Pero estaba ya todo muy muy masticado y muy hecho. Cuando Carlos Díaz me propuso que les mandase a Melange los temas para ver si les interesaba, les mandé tres o cuatro canciones. Y me contestaron en seguida, que les molaban muchísimo, que encantados de estar conmigo y de ayudarme con esto y grabarlo. Y fue genial, porque tengo muchos puntos en común musicalmente con esta gente, Adri, Dani y Mario. A todos nos gusta mucho la psicodelia, el pop, la música de los sesenta. Hablamos el mismo lenguaje y entonces hay una comunicación brutal. Y luego son unos musicazos potentes. El primer concierto que hice aquí en Madrid fue en una sala pequeña en una fiesta de El Volcán, donde había muchos colegas. Íbamos a tocar nosotros y otro grupo invitado también del sello, que no recuerdo el nombre. Pero el caso es que el chico no pudo venir y nos dijeron que en lugar de tocar tres canciones teníamos que tocar cinco o seis. Y al final tocamos como casi todo el disco. Yo no hubiera tocado todo el disco porque no era presentación del disco (Risas). Y luego que la gente con los móviles, que lo podía grabar y se me perdía un poco el efecto sorpresa. Pero, a lo que voy, para eso ensayamos dos días. El primer día ensayamos todo en unas dos horas, y el segundo día no pudo venir el teclista, Mario y ensayamos otras dos horas, nada más. Y sonó aquello tremendo. Y luego todo el mundo, Fino Oyonarte, Tito Ramírez y más músicos que estaban, me dijeron que sonaba brutalísimo. Y eso ensayando dos días y dos horas cada día (Risas). A mí me da confianza, por ejemplo, para el bolo de El Sol, que tocamos el jueves y me vengo el miércoles para ensayar. Yo no soy un suicida ni un loco, no me expongo, ni nadie se sube a un sitio para que le digan “qué malo eres” o “dedícate a tocar la guitarra con tu grupo y déjate de tonterías”, pero es que esta gente me da muchísima confianza, de verdad. Si tienes un Ferrari aparcado a la puerta de casa y hace meses que no lo arrancas, pero metes la llave y ruge y te arranca a la primera, entonces no te da miedo. Y, sobre todo, que la sensación que tuve con ese primer concierto (en mayo), que fue como mi bautizo, fue la de disfrutar muchísimo. Fui a vivir la experiencia ¿sabes? Pero no es lo mismo disfrutarlo tocando la guitarra, que estás un paso atrás, que dar ese paso adelante y ponerse a cantar. Y, sin embargo, me lo pasé pipa, tío, lo disfruté muchísimo. Salimos todos con subidón. Se transmitía buen rollo en la gente, y entre nosotros nos decíamos que había salido un bolazo.
Creo que el disco se grabó a finales de 2020 ¿Por qué ha tardado tanto en ver la luz?
Sí, en diciembre. Lo que pasó es que cuando yo ya tenía el disco grabado, lo siguiente era ya sacar disco Planetas. Así que ni siquiera le dije a nadie que estaba grabado el disco. Primero, porque no quería que nadie lo supiera para no sufrir interferencias (Risas). Para lo bueno y lo malo, que también puede haber cosas que tú no ves, pero decidí asumir ese riesgo. Así que una vez grabado lo dejé en barbecho, porque, segundo, tocaba centrarse en Los Planetas: promoción, tocar conciertos con Planetas... No quería desvirtuar el foco de atención con un disco mío, así que respeté los tiempos (Risas). Dejé que saliera el disco de Los Planetas, “Las canciones del agua”, tocar y seguidamente fui a casa de J un día. En ese año y pico me había dado tiempo a cantar las canciones muy tranquilamente, como quien no quiere la cosa, y a mezclarlas súper tranquilamente. Todas las tomas estaban grabadas en directo y tú subías todos los fader de la mesa a tope y sonaba ya brutal, tío. Y estaba grabado en directo, o sea que la mezcla era super rápida. Carlos que era el técnico me decía que había grabado un disco sin enterarse de que lo había grabado. Como te decía, después de terminar con Planetas, me fui un día a casa de J y después de ensayar le puse el disco y entró en shock y me dijo “¿Qué coño has hecho, tío? Mola muchísimo”. Por la voz, por las letras, por las guitarras, por la distorsión, por lo potente que sonaba... le llamó mucho la atención. Yo tenía mucho respeto y de acojone porque pensaba “este tío, que está harto de escribir letras, qué coño voy yo a contarle”. Captar la atención de alguien que tiene ese pedigrí es muy difícil, porque si no conecta la oreja, está escuchando, pero sin escuchar ¿sabes? Pero no fue el caso. Y estábamos David Montañés, Miguel Martín (de Unidad y Armonía) y J. Así que hice como la presentación mundial a tres cantantes. Y los tres me felicitaron y me dijeron que estaba guapísimo el disco. No se lo esperaban. Me dio seguridad y me dio, sobre todo, alegría interior, al darme cuenta de que no estaba tan equivocado con mi propio gusto. Podía pasar que, como es mi niño, aunque sea muy feo, a mí me mola ¿no? (Risas). En realidad, este disco me recuerda mucho al “Súper 8” (BMG, 94), un disco que es como una unidad y tiene una atmósfera de la primera a la última, en el que incluso la consecución de canciones te lleva. Me gusta escuchar un disco de Pe a Pa. Que tenga un discurso, un desarrollo, y que pienses que se ha acabado la cara A, que son cinco canciones, y se te ha pasado volando (chasquea los dedos). Tenía muy claro que el orden era muy importante para mí. Nosotros, como Planetas, siempre hemos tenido mucho cuidado con el orden de las canciones, con el diseño (que ahora también he hecho yo la portada) ... ese tipo de cosas siempre les hemos dado mucha importancia. Porque el disco por si solo es música, pero el valor que tiene el disco es, en realidad, toda la parte artística que incluye. Toda la iconografía, toda la portada... y esos discos clásicos de los sesenta o setenta, o de jazz. Y lo nuestro con (Javier) Aramburu, imagínate. En mí caso sigo dándole ese valor y tengo esa visión de lo que es la unidad de un disco: desde la portada al diseño, pasando por el orden de las canciones o la tipografía. Todo tiene un porqué.
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