"Necesitaba mirar dentro de mí"
EntrevistasFino Oyonarte

"Necesitaba mirar dentro de mí"

Bruno Corrales — 04-05-2018
Fotografía — Ricardo Roncero

Un paso al frente definitivo. Tanto tiempo después, Fino Oyonarte nos sorprende cumpliendo uno de sus objetivos de siempre: grabar un disco en solitario. Sueños y tormentas (Buenaventura, 2018) es un álbum íntimo y visceral que no solo le aleja del estilo marcado por Los Enemigos sino también de lo mostrado con Clovis o Los Eterno, los otros proyectos de una carrera dilatada que también comprende producciones de relumbrón (Lagartija Nick, Los Planetas) o la experiencia editorial al frente de Libros de Ruido. El músico se lanza a la piscina con un trabajo vitalista e inevitablemente biográfico.

Ha sido un disco cocinado a fuego lento.
¡Primero el decidirlo! Componerlo, trabajarlo... Podría haberlo hecho hace veinte o quince años pero siempre he estado dedicado a otras cosas. Soy una persona muy entregada, cuando estoy en Los Enemigos estoy en Los Enemigos, o en la producción o en Clovis. Todo me absorbe demasiado. Incluso la editorial, Libros de Ruido, con la que edité varios libros, también me ocupó unos años. Llegué a pensar en si no estaría evitando algo que estaba deseando. Y después de un tropiezo de salud que tuve lo primero que me vino a la cabeza, aparte de ponerme bien, era hacer algo pendiente: escribir canciones para un disco en solitario. No sabía por dónde empezar ni qué hacer, estaba bastante bloqueado pero Cris (Cristina Plaza, su compañera) me ayudaba. Empecé a trabajar hace dos años o así sobre una pequeña idea que tenía del pasado. No me interesaba repetir la misma forma de trabajo de Clovis o Los Eterno. Lo que mejor me vino fue coger la guitarra, libreta y bolígrafo y hacer las cosas más naturales. Cuando tuve dos o tres canciones pensaba en meter más cosas y no funcionaba. Se mantenían solas en ese plan tan íntimo y acústico.

"El do it yourself es la hostia pero es un coñazo"

Pero finalmente sí han soportado bastantes matices, ¿no?
Sí, pero realmente el bruto del disco era guitarra o piano y voz. Luego estaban las ideas que tenía de cuerda, las melodías que se me venían a la cabeza. No sabía si las iba a hacer pero se fueron materializando. Y estoy muy contento de que hayan surgido pero, ya te digo, incluso Estos años, que es una canción que ha quedado más armada, muy Beatles, era con piano y voz. No iba a llevar nada más pero de pronto metí batería y bajo se convirtió en una canción White Album. César me dijo, "¿Por qué no metemos cuerda?". Pensé que era demasiado evidente pero por qué no, con lo que me han gustado toda la vida. Y por otra casualidad mi amigo Daniel Lorca me puso en contacto con Phil Peterson, que había grabado arreglos para Nada Surf. Le mandamos esta canción con una serie de pautas, Daniel le tradujo las letras para que tuviese más información y casi me caigo de espaldas con el resultado. Un lujo que me he podido permitir.

Aunque las canciones del disco guardan cierta homogeneidad, ese tono taciturno e íntimo, es un disco mucho más heterogéneo y detallista de lo que pueda parecer a bote pronto. No es de consumo rápido.
No estoy tan al día como en otras temporadas, pero ahora la música es bastante impactante. Como que te tiene que entrar rápido, por la tecnología, la sociedad o las comunicaciones. Salir con un disco tan reposado tiene su riesgo pero es lo que me sale de dentro del corazón. Es mi primer disco y mi deseo es que haya gente que tenga treinta y cinco minutos, no es un disco largo, que pueda escucharlo tranquilo y pueda ver esos matices que dices. Que son puntuales pero que están pensados con criterio. Incluso Atrapado, una canción oscura e introvertida, cuenta todo lo que tiene que contar y al final se convierte en un oceáno de cuerda con un barquito que es un solo de fiscorno. Me parece un momento álgido del disco, increíble. Para esa parte yo tenía la idea de que fuera como el Efecto Shepard, una ilusión auditiva en la que van subiendo las notas hacia el infinito, como lo que hacía Escher dibujando. Es fantástico que haya podido pasar todo eso y que esos matices se puedan escuchar. Lo ideal sería un día poder hacerlo en directo.

"He tenido una suerte increíble y me dije 'Ahora sí que tienes que hacer lo que realmente tenías que hacer'"

Con vistas a presentarlo en concierto, ¿ofrece la posibilidad de jugar con diferentes formatos?
Sí. De entrada con una acústica y voz el disco se defiende perfectamente. Incluso las que son con piano están compuestas con guitarra. Hay una anécdota muy curiosa con Huellas en el tiempo, que está dedicada a mis padres. Una canción de amor y de agradecimiento a lo que he aprendido. Era una canción tirando a Leonard Cohen con una guitarra tipo rasgueada, y tenía un piano que tocaba por encima, adornando. Quedaba bien pero César me hizo tocarla con más espacios, más suave, y cuando volví a control había quitado la guitarra. He hecho muchas grabaciones y producciones y siempre me gusta que en el estudio pasen cosas nuevas.
Los formatos tengo que empezar a trabajarlos ahora. Estamos con la salida del disco, la promoción, la autoedición... Ahora los músicos nos tenemos que meter en todo ese tipo de líos. El do it yourself es la hostia pero es un coñazo (risas). Al final te ocupa mucho tiempo. Tienes la satisfacción de que al final es tu hijo, pero te tienes que ayudar de un equipo porque es inabarcable.Yo soy un poco de vieja escuela y estas cosas me desbordan un poco. ¡Solo tenía un e-mail!

Habiendo ejercido el papel de productor en multitud de ocasiones, ¿cuál ha sido la función de César Verdú, responsable en este caso?
He buscado a la persona que creía idónea para que me ayudara. Como productor he tenido muchas experiencias y a veces los grupos se han sentido más tímidos o desplazados. Más allá de la parte la técnica, lo que a mí me importaba era la transmisión. Recuerdo a grupos que empezaba y que muchas veces no estaban muy bien, pero no por eso vas a meter músicos de estudio. Yo buscaba sacar el mejor partido de esas personas porque al fin y al cabo estás transmitiendo un momento. Aunque yo pudiera tener claras las canciones, quería que hubiese alguien que me sacase todo lo que pudiera a la hora de interpretar. Conozco de toda la vida a César, de Schwarz, participó en el segundo disco de Clovis y además es un amigo personal. En cuanto le puse las canciones y le dije que si me echaba una mano me dijo que por supuesto, y encantado.

¿Es el disco más personal que has grabado? En el que más has expuesto tu intimidad.
Sí. De hecho, un amigo mío me decía: "Joder, es de los pocos discos que he oido en que se parecen tanto el disco al autor. Por todo lo que cuentas, por cómo eres, todo está ahí". Es lo que me ha salido, ha ido cogiendo forma sin una idea prefijada. Quizá al principio me daba un poco de reparo hablar de cosas tan personales, pero al final me he ido separando de ellas. Hay muchas canciones que pueden partir de una mirada a mi interior que tenía que hacer, pero ya han salido fuera. Se pueden compartir y mucha gente puede sentirse partícipe. Como, por ejemplo, Afortunado. Abres el periódico, ves cómo está el mundo y dices, tío, llevas treinta años dedicándote a la música, haciendo lo que quieres. Con dificultad, a trancas y barrancas, pero tienes que decir que eres afortunado. Esa lectura que hago yo creo que se puede exportar a mucha gente. Necesitaba mirar ahí dentro, que es lo que me llevaba proponiendo muchos años. Me he dedicado más al exterior, a producciones, aunque en muchos sentido también he estado implicado personalmente.

Puede entenderse el disco como una acumulación y un recopilatorio vital de influencias. Desde el pop más vitalista a las ambientaciones con ecos a Nick Drake, envolventes y oscuras.
He intentado acortar un poco las distancias y rodearme de cosas que realmente me importaban. El abanico que puedo usar es muy amplio, pero la parte guitarrera y ruidosa que he practicado en otras formaciones he preferido tenerla un poco al margen. Quizá he tirado más de la melancolía y de pocas instrumentaciones. Sobre todo de la creatividad dentro de la melancolía. Mirando mucho al pasado: Beatles, Dylan o Leonard Cohen, que le gustaba mucho a mi hermano. Jazz incluso. Nick Drake, por supuesto, y más contemporáneo Elliott Smith, que para mí es uno de los compositores que más me ha llegado al corazón en los últimos tiempos. Todo esto ha estado ahí y me ha ayudado a hacer mis canciones.

¿Quizá la madurez resta algo de ansiedad al asunto, pudiendo llegar a disfrutarlo todo más?
Pero también te entran tus preocupaciones. Enfrentarte a todo esto tú solo, tomar tantas decisiones... Pero sí que estoy dispuesto a tener aventuras y a disfrutar de lo que es ahora mismo este trabajo y desarrollar este camino. Lógicamente tengo mi parte "enemiga", que estamos ahora un pelín más tranquilos. Pero eso está ahí y tenemos que compaginar bien las historias, Josele sacó su álbum hace poco y está teniendo muy buena acogida. La vuelta de Los Enemigos fue muy gratificante, la gente nos ha demostrado su cariño y ha sido muy bonito, pero ahora mismo queremos hacer cosas independientes y quiero vivirlo al cien por cien.

Hablando de Los Enemigos, ¿fue inesperado todo lo que sucedió en vuestra vuelta? Porque una cosa era el regreso en concierto, pero ahora os encontráis con un proyecto nuevamente vivo.
Es un grupo que de pronto y sin pretenderlo ha tenido una segunda vida. Pero es que Los Enemigos nunca funcionamos a largo plazo. Fue el vernos, el día a día, de una cosa puntual como unos conciertos nos animamos a hacer algo nuevo. Sin darte cuenta te empiezas a meter en un proyecto que te lleva a otro sitio. Ha estado muy bien, pero ahora mismo hay una serie de cosas que queremos hacer aparte. No es como en los noventa, que era la única dirección. Ahora podemos tener una perspectiva diferente de nuestra dedicación a la música. En mi caso particular esto era algo pendiente, un deseo. Y quizás las circunstancias... Las circunstancias fueron el palo que me dio, ¡que me dio un infarto! Que la gente se muere, tío, he tenido una suerte increíble y me dije "Ahora sí que tienes que hacer lo que realmente tenías que hacer". Ha sido un esfuerzo, un trabajo complicado, de quitar muchas capas hasta encontrar el sitio.

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