“Hibernarse” (Altafonte, 25), su nuevo traje, formado por cuatro canciones, es la consecuencia de esa pausa. La responsabilidad y la motivación estuvieron presentes en las primeras puntadas, pero también el vértigo. “Claro, aparecían los fantasmas de las expectativas —reconocen—, pero también estaba la seguridad de que, cuando algo nos gusta, no queda más que lanzarse, sin pensarlo demasiado, y la ilusión de sacarlo adelante”.
El textil de las nuevas composiciones se hilvana en torno a una idea: el tiempo. Como tiranía, como herida, como herramienta. Cada canción representa una cara distinta: el frenesí de la industria musical (“Hibernarse”), la memoria histórica rota por la guerra (“Quebrantarse”), los relojes sociales que dictan nuestro ritmo (“Arderse”) y, como broche, una reivindicación de lo artesano frente a lo prefabricado (“Feito a man”). “Hibernaciones necesarias para encontrar qué nuevos trajes queremos vestir” explican. Todo ello desde una perspectiva íntima que, como ellas mismas dicen, convierte las vivencias personales en un mensaje con resonancia política y compartida. “Lo personal es político, y nuestras vivencias se transforman en un mensaje colectivo”.
“Es un trabajo hecho de texturas. Como si cada capa sonora fuera una tela distinta”
Este EP marca una evolución evidente en el sonido del dúo gallego gracias, en parte, a la complicidad de dos talentosos costureros sonoros —Greta Ch’aska y Mumbai Moon— que aportan una producción minuciosa. “Es un trabajo hecho de texturas. Como si cada capa sonora fuera una tela distinta”. “Lo precioso fue ver cómo alguien estaba tan metido en lo que buscábamos como nosotras mismas”, añaden con entusiasmo. La mezcla entre lo tradicional y lo contemporáneo sigue presente, pero llevada a nuevas fronteras. “Ellos no venían de la tradición, pero la entendían como herramienta, no como límite. La exprimieron hasta lugares que quizá nosotras no nos habríamos atrevido”. La artesanía de Fillas de Cassandra no se limita a las canciones. Hibernarse es un proyecto multidisciplinar que se expande al video film y al fanzine. “Queríamos que el EP se pudiera tocar —explican—, que tuviera texturas tangibles. Que el universo que creamos pudiera vivirse también fuera de las plataformas”.
Con el EP ya en el mundo, la energía está puesta en el siguiente paso. “Esta semana tenemos nuestra primera residencia artística. De momento, el nuevo traje se está cosiendo en un grupo de WhatsApp en donde volcamos influencias, ideas, cosas que nos inspiran... Sabemos que, cuando empecemos a trabajarlo, ya no habrá freno”. El futuro se intuye performativo, multidisciplinar, ambicioso. “Nos apetece descubrir lenguajes que no sean únicamente la música”, reconocen. Pero sin dejar atrás el hilo que lo une todo: la artesanía, el cuidado, el tiempo. Un traje sin dobladillos fijos, hecho de pausas y de reflexión, que —como todo lo que se hace a mano— se construye mientras se habita.
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