Si sumamos rock’n’roll, rhythm & blues, soul, punk, pub rock, country y cerveza el resultado es igual a fiesta. Y si la mezcla la agitan Los Chicos la noche suele acabar convertida en una juerga tan etílica como bailonga. Nos encontramos con Gerardo y Antonio, hermanos gemelos y guitarristas del grupo, poco antes de entrar al festival valenciano Funtastic, en el que actúan por segundo año consecutivo.
"Me gustan los Pogues con una cerveza o sin ella, pero me lo paso mejor escuchándoles el día de San Patricio" |
“Lo organiza la gente de Confecciones Drácula y tocábamos junto a Wau y los Arrrghs, así que aquello fue un fiestón entre amigos. Además Valencia es el sitio dónde, después de Madrid, tenemos más seguidores y se montan las fiestas más locas. En nuestro concierto la gente de seguridad quería que la gente no bailara, hubo algún problema, pero al final acabaron quitándose todas las vallas y se montó una tremenda. Valencia es rock’n’roll”. El grupo lo completan Rafa (voz), Nacho (saxofón), Piña (batería) y Manu (bajo). “Launching Rockets” es el título de su tercer álbum, “el primero en el que sonamos como realmente queríamos”, y el perfecto compendio de todos esos estilos anteriormente enumerados. Quince buenas canciones que mantienen la homogeneidad sin caer en la repetición, incluyendo una colaboración de Paul Collins, “se ofreció a cantar una canción tras vernos en directo, la admiración es recíproca”, y la producción del veterano del garage punk Mike Mariconda. “Fue nuestro mayor acierto. No hemos sido nunca de fijarnos en los productores pero somos grandes seguidores de Devil Dogs o Raunch Hands, además el producía casi todo lo del sello Crypt y nosotros crecimos con él. Cuando hace dos años nos vio en directo y nos dijo que el próximo disco lo quería producir él lo tuvimos claro. Nos flipa como guitarrista y eso para nosotros era muy importante porque sabíamos que el sonido de guitarras iba a mejorar muchísimo. Nos ha tocado frases en letras y hasta alguna estructura, pero sin imposiciones, nos daba a probar sus ideas y nos dejaba elegir, aunque fue muy poco en lo que no le hicimos caso”. En sus temas se pueden encontrar miles de referencias, de Screamin’ Jay Hawkins a Wilson Pickett pasando por The Pogues, Mitch Ryder & The Detroit Wheels o clásicos del pub rock británico como Nick Lowe o Eddie & The Hot Rods. “Supongo que deberíamos decir que nuestras influencias son más americanas porque las influencias británicas venían de allí. Los Rolling Stones han marcado a todo el mundo, pero sus primeras influencias eran estadounidenses. Nos gusta cuando los blancos de los sesenta y setenta cogieron lo que hacían los negros. Escuchas las versiones de Dr. Feelgood y flipas, pero oyes a los originales y te cagas encima”. Los Chicos son fans incondicionales del rock’n’roll (sus caras asoman en las primeras filas de todos los conciertos), compradores compulsivos de vinilos allá por donde van y grandes amantes de las buenas raciones, algo ya indisoluble a su imagen de banda. “La contraportada del primer disco era un plato de oreja a la plancha. La gastronomía es una parte importantísima para nosotros, no para componer, pero si para viajar y pasarlo bien. A mí me gustan los Pogues con una cerveza o sin ella, pero me lo paso mejor escuchándoles el día de San Patricio rodeado de irlandeses borrachos que sentado en el sofá de mi casa. Que esa imagen esté asociada a nuestra música nos lo hemos ganado a pulso”. Su fusión de influencias añejas se transformaba en un elixir reconstituyente al suministrarse desde un escenario, lo que les ha llevado a todos los rincones de nuestra geografía y a los principales festivales de rock’n’roll de aquí (Serie B, PopXiriapop, Freakland…) y más allá de nuestras fronteras (Rotterdam Rumble en Holanda, Tappestry Go West en Gales, Barreiro en Portugal y hasta cinco visitas a Inglaterra, la última de las cuales ha supuesto la edición de su disco por el reconocido sello británico Dirty Water). “La gente tiene ganas de pasárselo bien y hay pocos grupos que busquen el lado festivo del rock’n’roll. Queremos recuperar el espíritu de Bo Diddley, de Little Richard, del salvajismo, sudar, bailar y que cada concierto sea sinónimo de fiesta. Nosotros queremos transmitir diversión, energía y, sobre todo, disfrutar. Como decía George Thorogood, puedes desafinar o tocar mal una nota, pero si consigues que alguien sonría, supongo que tienes éxito”.
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