Lejos de reivindicar clásicos de culto del emocore, slowcore y otras variantes cercanas, como los referenciales Rites Of Spring, Mineral o Braid, Brendon Urie y compañía aseguran disfrutar de lo lindo cada vez que escuchan a Queen y que su disco de debut pretende –y efectivamente consigue- acercarse mucho más a los petardeos sonoros de Mercury que a los devaneos estilísticos de unos Jimmy Eat World o Jets To Brazil cualquiera. Desde luego, personalidad no les falta.
"Nosotros no somos una banda emo. Ni siquiera escuchamos esa música" |
Y si a ello sumamos que su procedencia, lejos de la California surfera o de la Florida playera, es nada más y nada menos que Las Vegas, ciudad del juego, perdida en medio de un desierto de Nevada, nadie les podrá rebatir el título honorífico de “la banda más freaky”, dentro de la segunda generación de combos pseudo-emo que se ha ido fraguando en las vastas tierras norteamericanas bajo el liderazgo de conjuntos como My Chemical Romance, Fall Out Boy o Yellowcard. “Nosotros no somos una banda emo. Ni siquiera escuchamos esa música. Estamos más cerca de la escena rock, aunque tampoco encajamos en su definición más clásica. Lo único que tenemos claro es que pretendemos ser bastante más grandes que cualquier grupo emo o de punk pop”. En el debut que el cuarteto nos ofrece, destaca la abigarrada presencia de infinidad de instrumentos sin especial afinidad entre ellos: acordeones y trompetas se acomodan en el pentagrama junto los riffs de guitarra y compiten con profusión de elementos electrónicos: “En la grabación tratamos de incluir todo aquello que se nos ocurría, desde texturas electrónicas a instrumentos orgánicos clásicos, arreglos corales, etcétera. Toda propuesta era probada y, si encajaba bien, aceptada”. Desde luego, es innegable que los altibajos en inspiración compositiva y en la combinación de ingredientes que forman el disco lo compensan con una saludable, divertida y hasta necesaria nota de color y diversidad que les permite enriquecer un género con tendencia histórica al encasillamiento. El destino les ha hecho tener como teloneros en la gira de The Dresden Dolls y su “Yes, Virginia”. Curiosa unión, como la geográfica que les une con The Killers, surgidos también de Las Vegas. “Con The Killers no tenemos nada que ver, ni siquiera relación. Dresden Dolls en cambio nos encantan. Su disco es imbatible, como el de bandas que saben arriesgar y triunfan haciéndolo como Architecture In Helsinki o Wolf Parade. Nuestro directo también pretende innovar, recreando los temas con nuevas variaciones, en un contexto muy teatral y sofisticado”. Lo podrán descubrir aquellos que asistan este verano a alguno de los festivales del norte de Europa (Reading y Leeds en Inglaterra, Highfield en Alemania o Pukkelpop en Bélgica), ya que la banda no tiene previsto acercarse a nuestro país en lo que queda de año.
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