“Ya habíamos hecho proyectos juntos y pensamos en hacer algo a lo grande... Me pasó ‘Avui’, una de los primeros temas que había hecho, una maqueta, ahí me enganché. Y empezamos a pasarnos cosas sobre monstruos… Fuimos peloteando hasta que todo cogió forma y vimos que teníamos algo grande entre manos”, atiende, pausado. Respira una vez, profundo, y añade desde algún rincón más hondo que el bazo: “Es que… somos unos cabezones”. Quien habla es Pablo Maestres, que ha sido la mitad del avión en el que se ha embarcado Ferran Palau para su último “Plora aquí”, un proyecto triple. Un disco, una película y, sobre todo, un giro fantástico en la carrera del cantautor. “La primera reunión sobre este disco fue hace dos años. Me habló de un descanso en el que no sabía ni qué quería hacer. Cuando me mandó los primeros bocetos… Yo soy muy fan de Sufjan Stevens. Esas canciones me salvaron de historias personales. Yo ya había visto que con ‘Joia’ había un cambio, un Ferran con ganas de experimentar”, cierra Maestres.
“Tanto la peli como el disco tienen muchos niveles de lectura"
Ferran Palau andaba metido en un callejón sin salida. Aquello del pop metafísico, una marca creada entre Jordi Matas, El Petit de Cal Eril y él mismo, y amplificada por la prensa, había llegado a un lugar de no retorno. Sin el gracejo de los primeros temas. De las primeras veces. Precisamente “Plora aquí” respira esas experiencias de estreno, limpias; la sencillez de lo bueno, la inocencia de cuando éramos pequeños y los monstruos no eran ni la ansiedad ni la hipoteca. Cuando los monstruos tenían pinta de monstruos. Para esta historia, tanto Palau como Maestres han dejado de lado casi todo lo adulto. “Hemos estado haciendo canciones y cosiendo ojos de monstruos, todo. Eso me ha permitido estar este año como quería: jugando. Intercambiando cromos, ideas, con Pablo”, dicta Ferran. Esos cromos no son solo películas ochenteras. No hay una intención solo nostálgica. “Tanto la peli como el disco tienen muchos niveles de lectura. La película parece un revival, el disco parece de los últimos de Ferran Palau. Y al final una cosa no son ni una ni otra. Que se haya dilatado en el tiempo debe ayudar…”, matiza Maestres. “Sabemos a lo que vamos. Tenemos un imaginario común. No queríamos algo ochentero. Queríamos algo más puro. Por eso la película es en los noventa, sin móviles”.
Las cosas las han hecho tan a lo grande como la imaginación les ha permitido. “¡Estamos con la productora que ha trabajado con Scorsese!”. “¡Tenemos la idea en Catalunya de hacerlo todo pequeño! Y nos ha faltado hacer de las leyendas algo grande, para el mundo entero. ¡Montserrat! ¡El monstre de Banyoles!”, dice Palau, ataviado con su mítica gorra, sentado con los hombros relajados. Pablo Maestres comparte: “¡Fuimos más de cien personas en el rodaje!”. ¿Sorprende que algo como “La Mesías”, también sobre monstruos, fe, identidad, religión y, catalanidad, claro, hayan tenido que venir a contárnoslo? “Yo disfruté mucho de la serie, pero qué rabia que viniesen a explicarme a mí la idea de las sectas o lo de mirar extraterrestres. Lo han hecho muy guay. Pero nos han pasado la mano por la cara”, dice Ferran Palau.
Más que un disco que revisita otros discos, “Plora aquí”, y por tanto el cortometraje que lo acompaña, es un Ferran Palau básico –en el mejor sentido– y directo. De primeras tomas. De traje Anímic. “En el disco hay influencias de la Motown, del hip hop, del pop, pero no iba a nada en concreto. Queríamos algo más atemporal”. Una de las claves fue la entrada de savia nueva con el productor Sr. Chen. “Hay mucho del primer disco de Anímic. Me lo puse, incluso, intentando pensar cómo me sentía cuando no tenía ni puta idea de nada, de cómo se hacía cuando no sabía nada. La sensación que buscaba era la de pasármelo bien. Y ese sonido más andamiado, ya pasó. No quiero vivir de lo que he hecho. Quería que sonase fresco, por eso es más guarrete todo. Más maqueta”. Una idea liberadora. “Los ‘discos buenos’ ya los hice, pues vamos a otra cosa”. A disfrutar. “La entrada del Sr. Chen me ha dado aire fresco. Jordi Matas [su productor de confianza] necesitaba espacio, lo veía en otro momento. Más de respirar. Y dije: ‘Harás de músico, pero no de productor’. Jordi es meditado y lento. Aquí ha dado ideas, pero he prescindido de ese acorde de un lado a otro del mástil. Sr. Chen me dio más inmediatez, ese núcleo folk y una cosa hip hop, música y voz adelante. No quería reverb ni usar las cosas bonitas que la gente usa. No quería ser poeta tampoco. Esta letra me ha venido así, pues ya. ‘No hi ha truc, així t’ho ensenyo cada dia’. ¿Una poesía de un niño de diez años? ¡Pues bien! He tenido inseguridad, claro, compartirlo siempre es el momento más duro”. Quién lo diría. En directo, y como pudo verse unas semanas atrás en Heliogàbal de Gràcia, no hubo despistes. “He pensado en llevarlo todo al directo. Pero llevar muchos instrumentos… no sé. Me despista. Los escenarios muy vestidos me despistan. Podemos proyectar al monstruo, que salga. Pero somos una banda de instrumentistas. Y luego, la pasta. ¡La gira tiene que servir para recuperar!”, dice entre risas.
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