Me encuentro en Pigalle, el barrio canalla de París, y me dirijo a una pequeña sala con capacidad para seiscientas personas. La sala tiene forma de anfiteatro y cuando entro todo el mundo está sentado. Me sitúo en medio de la pequeña pista de baile y me enciendo un cigarrillo mientras espero a que salga la banda. No llevo ni dos caladas cuando un amable caballero me da dos golpecitos en el hombro y me ofrece gentilmente un vaso de plástico lleno de agua para que apague el cigarro. Aún no he salido de mi asombro cuando un barbudo de la primera fila con aires de «entendido» en world music me llama la atención porque le tapo el escenario. ¡Dios mío! ¡Esto es Europa! Me retiro discretamente a un tercer plano y me limito a observar. Aparecen en el escenario los miembros de la banda y, en unos segundos, ponen una cara más o menos como la mía al encontrarse delante de seiscientas personas sentadas en las mini-gradas. Comienza el concierto y desde la primera canción el chorro de voz de Amparo –y su sonrisa- inunda la sala. Las percusiones de Muñeco y Andrés Cisneros inundan los cuerpos y, cuando empieza la tercera canción, un primer grupo de insurrectos estalla a bailar. Vamos por la quinta canción y no queda nadie sentado. Me encuentro en mitad del parquet y, a mi lado, el entendido de las barbas menea el culito con una sonrisa de oreja a oreja. Pero ¿Qué coño estoy haciendo en París? ¿Ver un concierto y entrevistar a una granadina residente en Madrid? Puede sonar paradójico pero, de hecho, la cuna del rock mestizo se encuentra aquí, en esta macro-ciudad y en la segunda generación de inmigrantes argelinos, cubanos o españoles que abarrotan los inmensos barrios de los suburbios. En este caldo de cultivo nacieron las dos piezas fundamentales que marcarían el ideario del movimiento: Mano Negra y Caravane.
Acaba el concierto y los camerinos son un hervidero. El circunspecto Tonio Chao, responsable de dos emisoras latinas y organizador del concierto, está más relajado. Pero, ¿quién es toda esta gente que saluda efusivamente a la banda? Me lo soplan: «Son Caravane». Al día siguiente por fin puedo hablar con Amparo y le comento que «Caravane» –la canción- es mi preferida de «Feria Furiosa» (Edel, 99). «Bueno, muchos de ellos, ya les vistes ayer, son de origen africano y en Caravane la música que se pincha es siempre con toques muy africanos o se montan batucadas con veinte tíos tocando tambores y negros bailando, y nosotros bailando… Es una explosión de energía en gente que cree todavía que ‘sí, hay mucha mierda, pero cuando nos reunimos nosotros no’. Es como una pequeña sociedad. Por todo el mundo hay gente Caravane y cuando vas están esperando. En la última hemos estado en Santiago con Dusminguet, Color Humano… un poco la familia, gente que ahora estamos por España, que nos conocemos y que tenemos algo en común que decir…». Algo en común que decir y una forma determinada de expresarlo. Y es que podríamos rastrear el árbol genealógico de esta familia y remontarnos a The Clash, y luego seguir con Kortatu, Mano Negra y Todos Tus Muertos para acabar con el listado de estas dos páginas, digamos, la rama europea de la familia. Una familia sorprendentemente bien avenida. Basta repasar las colaboraciones de «Feria Furiosa», el segundo disco de «tita Amparo» para encontrarnos con miembros destacados de la misma: Jabier, Iñigo y Fermín Muguruza, Macaco, Manu Chao... «Fuimos a grabar a un estudio en Navarra que estaba en lo alto de una montaña y llamamos a nuestros amigos de allí del País Vasco, a Fermín, Iñigo, Jabier, a Sergio de Ripiau, Tonino Carotone y también Macaco, un amigo nuestro… a Dani (Macaco) lo conocí en la primera Caravane que fui, y luego ya pues hermanos para siempre…». De hecho Manu Chao jugó un papel fundamental en la génesis de Amparanoia. «Al llegar a Madrid nadie me conocía y podía empezar a hacer lo que quisiera. Empecé a tocar por Malasaña con Robert Johnson, el guitarra. Estuvimos un año y medio tocando de jueves a domingo… y allí es donde empecé a introducir las canciones que yo estaba componiendo como «Mi Amor Se Fue» o «Moreno». Vi la respuesta de que a la gente le gustaban las canciones en español, venían a vernos y eso, unido a que estaba también Manu... Lo conocí justo cuando fui a vivir a Madrid y venía a verme al sitio donde cantaba. Las canciones nuevas las cantábamos juntos en el salón de casa y me dio muchos ánimos, me decía ‘Amparo, tienes que hacer esto, ésta eres tú, estás hablando como tú eres y como tú lo ves.. y eso es lo que tienes que contar’». Y lo contó en «El Poder De Machín» (Edel, 97). «El primer disco fue algo muy espontáneo, por ejemplo «Mi Amor Se Fue» la hice un día que estaba completamente embriagada y muerta de risa y a la vez llorando y fue una canción que salió así… y luego alucinaba al verla en un disco. Eran canciones que ya llevaban tiempo compuestas. Con éste ya he pensado que hay gente que se siente bien con el grupo, que nos sigue y que podía contarles algo... ahora sé que están esperando esto, así que tengo que sentarme y contarlo lo mejor que pueda».
Dicho y hecho. «Feria Furiosa» aguanta mejor que «El Poder De Machín» y, si cabe, goza de una mayor riqueza estilística. Pero si hay una colaboración que puede sorprender es la de Mucho Muchacho. «Oliver es muy amigo mío también. Yo cuando surgió el movimiento de hip hop empecé a oír a gente y mi preferido es Oliver... es el mejor. Además a mí personalmente es que él me encanta porque es como un niño pequeño pero a la vez es duro… Yo lo quiero mucho y hemos coincidido este año en muchos festivales. Cuando estaba en escena cantaba «Hacer Dinero» pero con su rollo. Metió una estrofa en «Civilización» de «Hacer Dinero» y me dijo ‘Amparo, quiero grabar esa canción’. Cuando le dije que me iba a Navarra a grabar el disco, me dijo que le gustaría estar allí conmigo. Todos sabían lo que iban a hacer menos Oliver, porque con Oliver la canción surgió allí en el estudio, esa fue la única improvisación que ha habido… Ahora me voy yo a final de mes a colaborar con él en su nuevo disco, porque él está abierto, le gusta mucho el hip hop, es muy purista y todo eso, pero ve que también se puede abrir, y yo con esos artistas capaces de abrirse... si me gustan, pues voy a estar allí siempre». Bueno, por lo menos este movimiento tiene más de un punto en común con el hip hop: en lo musical la apertura de miras y la promiscuidad estilística y, en la actitud, la rebeldía y la cercanía a la calle. «Sí; me gusta por el texto que utilizan, las palabras que están recuperando, porque cada vez hablamos peor, y yo me incluyo. Me gusta, son los rebeldes de ahora... Pero no me gustan algunos grupos que llevan el rollo muy a extremos porque para mí son como skinheads cantando hip hop… Eso no me gusta. Pero el rollo vacilón que cuenta el rollo de la calle, cómo es Barcelona lo veo a través de las canciones de Mucho Muchacho… es muy bueno. Aquí en Francia, por ejemplo, el rap, el hip hop, está super fuerte, en Marsella vende millones de discos... es rebelde, con gesto… pues sí, es su historia y hay muchos chavales que se van a ver allí y prefiero que se vean allí que con la banda sonora de «Grease» en español. Eso es vomitivo… en su época era guay... pero ahora…». Pero, ¿qué público sigue un estilo que tiene su principal fuerza en el directo? «Nuestro público es un público que ha oído mucha música y que le puede gustar tanto el blues como un corrido mejicano… ¿por qué?… pues porque lo que importa es lo que comunica y la energía que transmite. Creo que en el grupo se transmite, yo por lo menos intento transmitir hasta el último poro de mi piel, todo lo que siento y contárselo a la gente…y cuando me subo al escenario es así, yo de eso me alimento para vivir.. y creo que la gente lo
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