“Te diría que la satisfacción y la intensidad en nuestro caso son mayores con 'In The Land…', pero respeto los gustos y las experiencias ajenas”, responde Coni (bajo) cuando le hago ver que el posicionamiento del fan se decanta más por anteriores trabajos. Pero argumenta: “Cada disco lo trabajamos mucho, intensamente. Queremos dejar marcas y además que nos provoque visiones. Ni bien sale cada álbum nuestro, tenemos que dejar pasar un tiempo hasta volver a oírlo. También creemos que la opinión personal siempre va a estar ligada por lo que te está sucediendo en ese momento al oír por primera vez un disco. No hay una escucha absoluta, ni siquiera la nuestra es valida para definir si las cosas son así o de otra manera”. La máxima del artista: una vez que la obra haya pasado al dominio público, el copyright –metaforícamente hablando, no quiero problemas- pertenece al pueblo, y no al creador. Y por eso, las interpretaciones son, además de bonitas, inevitables. En este caso, y adentrándonos en los inhóspitos terrenos de “In The Land Of Silver Souls”, estas son más fuertes aún. Como una iguana adentrándose por la densidad de la selva en busca de comida. Toma ya. Al hilo, las referencias a Iggy Pop son potentes. “En los comienzos del grupo, como todos creo, buscábamos sonar cercanos a un grupo u a otro. Nos daba placer descubrir como descifrar el sonido. Desde 'Rising Mountains (08)' nos liberamos de esa búsqueda. Obviamente tenemos influencias innegables, sino las tuviésemos, no seríamos músicos (por llamarnos de una manera). Todos los tenemos. Es como parte del adn. Pero ahora es al revés, primero sonamos y después descubrimos de dónde proviene lejanamente porque nuestra intención siempre es sonar a Cápsula y así llegar a tus huesos. Por ejemplo nosotros a 'Into My Skull' le encontramos referencias al grupo Pescado Rabioso de los setenta en Sudamérica, pero como es una experiencia personal cada uno encuentra otros grupos”. El estajanovismo del trío (Coni, Martín y Nacho) encima del escenario les hace tomar influencias por defecto, no sólo musicales, sino también geográficas. Nueva York (desde donde les mezcló el afamado John Agnello), o las orbes cosmopolitas y sus ramificaciones culturales, parecen atravesar cada poro del disco. “Después de ‘Rising Mountains’, con el disco de Ivan Julian, tocamos canciones con influencia no-wave y muchos quiebres rítmicos. Ahí salieron algunas canciones con ese espíritu. Al final esas no entraron en el disco pero algo de todo ello quedó plasmado en las otras. Hay una capa de psicodelia oscura que cubre el disco que, por momentos, cruza el espacio como rayos. Otras veces el sonido es profundo, grueso. Las giras hacen que el sonido absorba las experiencias que vamos viviendo en esos lugares. Giramos mucho. La carretera ya está ligada al sonido de Cápsula”. Afirmación obvia para el que minimamente les siga. “Estamos en una etapa muy activa, girando mucho y ensayando todos los días. Esas dos son nuestras constantes. Acabamos de volver de nuestro cuarto SXSW y de nuestra quinta gira por Estados Unidos. Nos estamos abriendo camino por allí, como hormigas. Tras cada SXSW aparecen nuevas invitaciones, la prensa está bastante enganchada con nosotros. Hicimos una gira potente por la Costa Oeste en octubre pasado, varios festivales y dos Live In Studio para la radio Kexp de Seattle. En agosto volvemos allí para un festival de esa misma radio al aire libre”. Fue precisamente en el SXSW, el ultratransitado festival de Austin donde David Fricke, buque insignia de la prensa musical americana, les piropeó, con la dificultad añadida para su criterio, de pasar por el cedazo la ingente cantidad de bandas allí presentes. Un reconocido subidón de autoestima que, desde la modestia, les ha servido para germinar y parir canciones, tocar sin pausa, conocer los cuatro puntos cardinales y ofrecer un último disco donde el rock’n’roll pasa a un estado onírico, elaborado por y para el directo. Y citándoles a ellos, listo para provocar visiones.
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