“Gurugú Gurugú” supone el retorno de Eykeyey Rey. Recibe a Mondo Sonoro en la terraza de su piso en el centro de Santander. El lugar no se parece a Poniente. No se ven castillos, princesas ni caballeros. Tampoco enanos y gigantes. En vez de dragones, vuelan gaviotas y el entrevistado echa humo sin decir dracarys. El Rey ha estado más de diez años alejado de la escena porque hay que comer. Y dar de comer, claro. Porque además de rapero, es cocinero. “No me apetecía seguir haciendo música, pero sabía que en algún momento de mi vida iba a volver a sentir otra vez las ganas. De hecho, tomé la decisión de dejarlo sabiendo que algún día volvería”. Y vaya si ha vuelto.
Tras una década haciendo pasar hambre a su público mientras alimentaba comensales, el santanderino sirve en bandeja de plata su último EP. Mezclado y masterizado por Staytuned y Javier Escudero, cuenta con la colaboración de grandes amigos y beatmakers como Boby Z, DJ G-Man, Chopstikzz y CUPKA. A través de cinco temas, sintetiza su carrera y sus vivencias en la ciudad que le vio nacer y crecer. Un recorrido a un barrio y la defensa de un estilo. Eykeyey Rey desempolva el trono de hierro, se sienta frente a la bahía, quema papel de arroz y disfruta su nueva etapa en la música, una etapa a la que ha vuelto con discreción y calma. Más viejo y resabiado. Sin pretender nada a cambio. Manteniéndose fiel a un estilo. A su barrio y la escuela Gurugú. “Quizás sea un hip hop que no conoce mucha gente, pero es la vanguardia”, reflexiona.
"No tengo la misma motivación de cuando era un crío porque en ese momento me quería comer el mundo"
Eykeyey Rey tiene claro el porqué de su vuelta. “Me lo pide el cuerpo. Me gusta el hip hop y sé que lo puedo hacer bien. No puedo competir con los chavales en su mundo. Por eso, no tengo ninguna presión ni me tengo que amoldar a nada. Hago lo que me apetece. Sé cuál es mi sitio. Tengo mi público aquí y si la cosa va a más, mucho mejor”, reconoce seguro de sí mismo.
Cuando uno se para a pensar sobre el pasado, cae en la posibilidad de entrar en el campo de la nostalgia. Se trata de un terreno difícil en el que moverse. Cuando se gestiona mal puedes adentrarte en un oscuro vórtice de arrepentimiento. En ese eterno “y si…”, que puede tornarse en obsesión. El Rey huye de ello. “Todo lo contrario. La vida no acaba y todavía tengo tiempo”, explica. También se muestra con la energía necesaria que se necesita para volver a entregar una parte de tu vida y alma al arte. “Sigo estando muy al día. Además, hay gente que era muy buena de joven y, al crecer, pierde esa energía. Quizás, al haber estado parado tanto tiempo, no la he quemado”.
Eykeyey Rey forma parte de una generación de raperos que crearon la escena del hip hop en Santander. Estudios Blancos, Chinatown, Mitiko, DJ Uve son solo algunos ejemplos de exponentes del panorama santanderino. A pesar de no conseguir el trato mediático de otros lugares, bajo el amparo de la bahía ha existido una escena verdadera que, por varias razones, nunca pudo florecer. “Aunque lo hayamos tenido difícil, si no se pegó del todo, ha sido por nuestra culpa. Sin embargo, a pesar de que seamos una ciudad pequeña, cualquier persona que sepa de hip hop, sabe que la escena de Santander es real”, argumenta.
Santander es una ciudad que esconde mucho más allá del plano del verano en Cañadío, El Sardinero y el pijerío. Tras los Baños de Ola, los apellidos compuestos y la llave del Banco Santander, hay callejones, esquinas, oscuridad, trapicheos, bombines forzados y ventanas rotas. La capital cántabra no es sólo marketing turístico. “Al final te muestran eso porque es la imagen que se quiere vender. Pero se dan situaciones y hay problemas como en cualquier barrio de España”, señala Eykeyey Rey.
La ciudad también está experimentando un renacer cultural en muchos aspectos. Siempre se le ha echado en cara la falta de inversión en cultura por parte de las instituciones. También un déficit de interés por parte de la población. Sin embargo, algo se esta moviendo. “Se hacen cada vez más eventos. Y a nivel underground, además. Desde exposiciones de arte o fotografía, a shows que estamos organizando, como por ejemplo Aparatos, en los que viene un productor y pincha en directo con su sampler. Cuando empezamos, pensé que vendrían los cuatro de siempre a los que les flipa la movida. Sin embargo, se han hecho eventos en los que hemos petado el garito y la calle”.
En definitiva, “Gurugú Gurugú” es el relanzamiento de un veterano que respira ilusión y no se marca grandes objetivos. Huye de la ambición y asume con tranquilidad el futuro. “Solo quiero seguir haciendo lo que me apetece. Si el día de mañana tengo más oyentes que hoy, mejor. No tengo la intención de cambiar mi rollo para llegar a más gente. Tengo una edad en la que si me hago millonario, no va a ser buscándolo. No tengo la misma motivación de cuando era un crío porque en ese momento me quería comer el mundo. Pero ahora siento una energía diferente y tengo muchas ganas de seguir haciendo cosas”.
Escuchar otra vez a Eykeyey Rey te deja ese poso. De alguien que está disfrutando. Uno le da al play y siente que pasea por la noche santanderina. Bajo una húmeda bruma que moja tus párpados. Una llovizna molesta. Te dejas llevar por los versos que susurran tus tímpanos para no sentir la humedad. Al refugiarte bajo un soportal a esperar la tregua del norte, incapaz de controlar tu cabeza, en tu interior retumba un silbido que reza “Gurugú, Gurugú…”.
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