El pasado 26 de octubre tuvo lugar la presentación oficial del primer disco de Éxtasis. Tras varios meses de adelantos –y dos días después de su lanzamiento– los barceloneses Gerard, Alex y Jordi ‘Putxi’ dieron un concierto sin precedentes en su carrera con el que pudieron experimentar, en directo, el calor de un público ansioso por verlos interpretar “NO SÉ PK”. Si bien ya sabían con antelación cómo podría funcionar, el bolo en cuestión fue el termómetro de medición definitivo. “El feedback ha sido mejor de lo esperado. Tener a centenares de personas cantando a pleno pulmón la lírica de cada canción como primer input del disco fue impactante”, reconocen.
Hace falta remontarnos a 2021 para indagar acerca del origen del proyecto. Precisamente porque fue entonces cuando el trío pensó que sería buena idea empezar a hacer canciones sin otra intención que la de probar y ver si gustaban, o si conseguían hacer ruido, llamando así la atención de, entre otros, discográficas y managers. “Este álbum tiene que ver con el camino, más que con el resultado. Durante el proceso adoptamos una dinámica en la que primó la dupla ensayo-error para conseguir el objetivo de encontrar la fórmula que nos colocara dentro del alcance del radar de la industria. Llegó un momento en el que teníamos diez canciones con pies y cabeza. La conclusión fue que ya estábamos ante un disco”.
"Si la frescura de una canción aguanta más de dos años es que sigue estando a la altura"
Conscientes de la repercusión que ha tenido el hecho de haber encontrado dicha fórmula, aseguran que el ritmo de sus vidas se ha acelerado. Sin ir más lejos, el equipo creativo ha pasado de ser un “tres contra el mundo” a incluir manager y editorial, además del resto de factores añadidos que contribuyen al grupo. “Hemos roto el papel film que nos impedía salir de nuestra zona de confort. A medida que sacábamos canciones, se iba subiendo peña al carro. Al igual que el equipo, el público también ha crecido. Observamos una lealtad sólida en el oyente. No sé si estaríamos hablando de fenómeno fan, pero por ahora hemos conseguido meter a más de medio millar de personas en una de las mejores salas de Barcelona”. El cartel de “no hay entradas” que colgó la sala Razzmatazz 2 corrobora el logro. Todas esas personas acudieron a la llamada de un disco que “como todos los trabajos pop”, dicen, se centra en el amor. Al menos a nivel lírico. “Enamorarse es la polla, pero también es una putada. Queríamos hablar del romance desde una perspectiva que desmitificara su faceta Disney. Las relaciones son maravillosas, no obstante, vienen siempre con su parte negativa. Se viven muchas fases. Por eso también hablamos del tiempo. De cómo van pasando las etapas, los distintos estados de ánimo… El tiempo juega un papel muy importante. Existe un punto en el que las mariposas se vuelven dudas”.
En este sentido, el hecho de haber sacado todas las canciones en formato single, refuerza esta idea de la multietapa: cada una con su mundo propio, donde los géneros sustituyen los estados de ánimo. “Cada canción es indispensable. Sustentan la mesa y marcan la personalidad de Éxtasis, especialmente ‘Ojitos marrones’, el pop rumbero, desacomplejado y moderno que más funcionó, que salió como focus track. Asimismo, al sacarlas todas como sencillos, pudimos trabajarlas cada una con su imaginario visual particular. Cabe destacar que la implicación demandada fue bestial. Aun así, nos permitió cuidar las composiciones de forma que pudieran retroalimentarse”. Por añadidura, tuvieron que enfrentarse a la realidad y reflexionar sobre si, tras cuatro años de trabajo, la música producida les seguía representando o no. “Es complicado. Debes reconocer si tu trabajo es bueno o malo. Nosotros pensamos que si la frescura de una canción aguanta más de dos años es que sigue estando a la altura. De todas formas, los artistas tenemos el mal hábito de pensar que las últimas son las mejores y eso a veces no es verdad”.
Otra de las canciones que más ha destacado, por detrás de “Ojitos marrones”, es “La Escalera Azul”. Quizá porque habla de algo que todos compartimos y que, de hecho, desmiente esta falsa creencia de pensar que lo último es lo mejor. “Nació en pandemia. Al no poder salir de casa, subíamos con la guitarra a la azotea y componíamos. Desde la misma se divisaba la escalera azul de un vecino, gracias a la cual surgió esta idea de la típica escalera de caracol que, metafóricamente, simboliza la acción de subir y bajar entre cielo e infierno. Los días en esa época eran así: altibajos. Un viaje diario”. Al respecto, ya es suficiente viaje lo de dedicarse a la música. Aunque no vivan de ella, les mantiene ocupados la mayor parte del tiempo. “O te adaptas o mueres. Antes cada uno tenía su carrera previa, ahora la cosa se ha puesto seria; es el epicentro de nuestra jornada. Por fortuna, estamos llegando a gente. Eso se nota en los números y la venta de entradas. Evidentemente, estos datos no pueden volverte loco porque lo que importa de verdad es la cifra de personas que acuden a tus conciertos. Lo malo es que hay programadores que se fijan en tu alcance porque necesitan una buena imagen para atraer público. Está chungo. Las bandas más grandes tienen bookers que se enfrentan a los managers de grupos pequeños que luchan por vender a sus clientes. Se crea un círculo cerrado y cuesta encontrar un hueco”.
Ahora bien, se avecina un nuevo reto para el grupo. No pueden tardar cuatro años en publicar nuevo material. “NO SÉ PK” les ha proporcionado una ventaja que no pueden desaprovechar. “Normalmente, quien más presión te pone eres tú mismo. Tenemos muy claro cuando tiene que darse lo próximo y la tranquilidad con la que lo queremos encarar. El segundo disco irá más rápido que el primero, así que no hay que perder la cabeza. No puede terminar siendo peor. Aunque no nos preocupa demasiado, un retintín resuena en nuestra mente. Los creadores siempre perseguimos algo que esté igual o mejor que lo anterior”. Teniendo al productor en casa van a tratar de disfrutar del presente, ya que, después de sacarse de encima el doble concierto que dieron en la Sala Siroco de Madrid con motivo del Inverfest 2025, pueden empezar a pensar en la gira nacional que les ocupará el calendario de primavera a invierno. “Casi que era parada obligada; por el tipo de música que hacemos siempre nos relacionan con la capital. Eso sí, manifestamos más bolos en Cataluña. Siempre acabamos tocando fuera. Pero tenemos ganas de tocar en algún festival de por aquí. Un Cruïlla o un Primavera estarían guay”.
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