“Si antes era complicado, ahora esto es un acto heroico”
EntrevistasL'exotighost

“Si antes era complicado, ahora esto es un acto heroico”

JC Peña — 20-08-2022
Fotografía — Alfredo Arias

“Kamongo” (Everlasting Records, 22) es el segundo trabajo de L'Exotighost, el insólito proyecto liderado por Javier Díez-Ena, estudioso y fan de la exótica, híbrido musical que nace en el Hawai de los años cincuenta. El sello High-Tide lo publica en Estados Unidos.

Las devastadoras consecuencias de la pandemia no han restado entusiasmo al músico zaragozano para ir a por la secuela de “La ola oculta” (Everlasting Records, 18), redoblando la apuesta. En ella encontramos más complejidad instrumental, menos theremín, y guiños estupendos como la revisión de la mítica y seminal cabecera de la serie “El hombre y la Tierra”, que marcó a toda una generación de españoles. Javier nos cuenta un montón de curiosidades sobre el disco y su estilo en una apasionante conversación en Malasaña.

Hay que empezar hablando del título, que tiene muchas connotaciones. ¿Qué es el Kamongo?
Es el pez pulmonado, que vive en las aguas del río Congo en África. El hecho de que un pez tenga pulmones a mí me fascina, pero también vi un símil muy certero con lo que es la supervivencia en estos tiempos, y más de la gente que se dedica a la música. Si antes era complicado, ahora ya es un acto heroico. Me pareció un buen título por ese lado. Pero por el otro, está la cosa exótica. La palabra “Kamongo” se cita en la película “La mujer y el monstruo” de Jack Arnold. En la pandemia vi muchísimo cine, también películas que conocía como ésta, que me fascina. Ahí dicen la palabra, que yo ya había visto citada en algún sitio. Es la típica palabra que te inspira por su sonoridad. La veo muy relacionado con la exótica, y se me quedó grabada, hasta el punto de que acabó bautizando el disco.

Musicalmente me ha parecido más ambicioso e intrincado que el primero. Y hay bastante menos theremín, ¿no?
Sí, hay una cosa clave: en el primer disco, la mayor parte de los temas eran adaptaciones de mis “ceremonias”, mis discos de theremín, a un entorno exótico con banda. Ése fue el punto de partida. Y el theremín le da un punto cacofónico, misterioso, pero a la vez lo aleja un poco de lo bonitos que pueden ser los temas. Mi intención esta vez era hacer algo que fuera interesante y un poco rompedor, por lo menos en los timbres, pero también disfrutable.

“La sintonía de ‘El hombre y la Tierra’ fue el primer tema musical que me hizo vibrar por dentro”

Sin estar tan centrado en el theremín.
Exacto. En el primer disco el proceso fue que yo contacté con Ricardo Moreno, María Arranz y Juan Pérez Marina y con poquísimos ensayos montamos el disco y entramos en el estudio. De hecho, no sabíamos que iba a ser un disco. En principio iba a ser una maqueta, pero quedó tan sumamente bien que tiramos para delante. Sin embargo, este segundo es más ambicioso porque hay todo un proceso de giras, maduración, muchos ensayos para prepararlo… En el primero María, la marimbista, tocó el día anterior a la grabación. Esta vez hemos hecho ensayos, hemos recortado arreglos, todos hemos opinado… Hemos funcionado como banda.

Es decir, que has grabado con la misma gente.
Sí. Al principio era un proyecto en el que yo contactaba con músicos. Pero desde que empezó a rodar, se convirtió en una banda. Completamente. Y estoy súper contento de que sea así.

¿En qué ha cambiado la grabación respecto al primero?
Mira, el primer disco fue una prueba. Luego yo tuve que trabajar mucho con el ordenador editando pistas y haciendo postproducción. La grabación había quedado bien, pero tuve que trabajar mucho ese verano para rehacerlo un poco. Esta vez no ha sido así: los arreglos estaban pensados. Ha habido muchos días de grabación, e íbamos más sobre seguro. Teníamos todo mucho más claro. Aparte de que nos conocemos más, el hecho de saber desde el primer momento que iba a ser un disco y de que teníamos a Everlasting al cien por cien y que High-Tide Recordings lo iba a sacar en Estados Unidos, te da otra visión. El planteamiento no ha tenido nada que ver, y creo que eso se ha plasmado en el resultado musical, más armado y ambicioso.

Hacer la versión de “El hombre y la Tierra” es un puntazo. Ese tema nos marcó a muchos, pero tengo que admitir que no sé nada de él.
Es el primer tema musical que me hizo vibrar por dentro, y no soy el único. Yo debía tener seis o siete años, y la sintonía de “El hombre y la Tierra” me revolvía. Había algo que me tocaba la fibra. No lo sabía entonces, pero era el amor por la música. Era un sentimiento primitivo… Por otro lado, yo lo considero el primer tema de exótica grabado en España. Exótica brutal y tribal, pero exótica al fin y al cabo.

Me da pena no saber quién es el compositor. Como que aquí no valoramos lo nuestro.
Es de Antón García Abril, que fue muy conocido en el mundo de la música clásica contemporánea y de las bandas sonoras. Él tampoco ponía en gran valor ese tema. Lo hizo como otras muchas sintonías. Y le salió un tema brutal. Murió el año pasado, precisamente. De hecho, estábamos ensayando el tema para el disco, o ya lo habíamos grabado, y falleció. Dijimos: “A ver si van a pensar que somos unos oportunistas”. Y no, llevaba años queriendo hacer ese tema. He querido hacerle un homenaje por lo que ha significado para mí, y sobre todo, por lo importante que ha sido como inspiración. No se valora el valor pionero que tiene como tema de exótica. He querido echar el resto: hay vibráfono, marimba, vientos… de todo. Orquestándolo un poco más de lo normal.

"Los cincuenta fueron una era dorada de los estudios y de la creatividad para compositores, arreglistas y genios del estudio"

Tienes muchas referencias musicales y culturales, pero por encima de todo está la fascinación por los años cincuenta. ¿Por qué?
Yo creo que en los cincuenta sucedieron muchas cosas para la música, que la llevaron mucho más allá en cuanto a sofisticación, timbres, arreglos, procesos de sonido en estudio... Fue una era dorada de los estudios y de la creatividad para compositores, arreglistas y genios del estudio.

No sólo el rock…
A mí el rock and roll de los cincuenta, el rockabilly, me flipa, pero nunca he querido ir por ahí porque está bastante explotado. En los cincuenta es cuando surge el space age pop, y dentro de eso, la exótica. Mucha gente considera la exótica simplemente música de cóctel, ligera, pero para mí es lo contrario. Es música súper misteriosa, muy avanzada para su época, porque toma elementos de muchas culturas del mundo, mezclando timbres muy diferentes.

¿Cómo surge la posibilidad de publicar “Kamongo” en Estados Unidos?
Casi todo el público de la exótica y la cultura Tiki está allí. Con el primer disco empecé a ver que había mucha respuesta. Muchos aficionados me compraron personalmente el disco. Un día en el Tiki Chateau de Malasaña había una chica que estaba viviendo en Estados Unidos y que todos los veranos trabajaba en el Tiki Oasis, el mayor festival del mundo, que se celebra en San Diego. Me dijo que tenía el contacto de Otto Von Stroheim, que es el capo de la cultura y programador del Tiki Oasis. Total, que le envié un mail diciéndole que tenía un grupo de exótica en Madrid. Creía que no me iba ni a contestar y al revés, le fascinó absolutamente. Yo ya había hablado con High-Tide Recordings, principal sello de exótica y surf en Estados Unidos, y les había interesado, pero estaban un poco a la expectativa. Sinceramente, creo que Otto debió decirles algo, porque al poco recibí un correo de Vincent Minervino, del sello. Salen quinientas copias directamente editadas allí. Así que nada, muy contentos.

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