Existe toda una generación que era muy joven durante la década de los ochenta. Tan jóvenes eran que se encandilaron, como sólo los oídos más inocentes pueden hacerlo, de una música de riff simple pero poderoso y épico. Rock duro heredado de la anterior década, en la que bandas como Led Zeppelin, Deep Purple o Black Sabbath reinaban en Europa sin que nadie se atreviera a toserles. Esos jóvenes rompieron su adolescencia ya en los noventa en los que, tras el sleazy de Guns ´n´Roses, encontrarían un buen puñado de bandas que recuperaban ese mismo discurso actualizándolo. Soundgarden, Pearl Jam, Blind Melon, Screaming Trees, Alice in Chains o Kyuss marcaron un momento muy dulce que, tras lograr su óptimo, se fue diluyendo a la vez que la edad de músicos y aficionados iba en aumento. De aquello nos quedan buenos coletazos como QOTSA o Monster Magnet, pero poco más. No son buenos tiempos para el hard rock.
"Le podríamos gustar al público más heavy metal actual, pero igual están demasiado habituados a escuchar siempre lo mismo" |
Mientras el heavy metal del norte de Europa nos empacha con sus rápidos punteos y el fuzz del stoner nos revienta los tímpanos y los nervios, pocas bandas parecen capaces de retomar el sentido clásico del término. Lo mismo sucede en este país: pocos grupos son capaces de ajustarse de lleno a los parámetros estilísticos del rock duro. Pero uno de ellos puede dar que hablar en el futuro. O al menos eso es lo que intuye uno tras escuchar "Diablo Blvd", el segundo largo de los valencianos Uzzhuaïa. Un disco que merece algo más de atención por parte de viejos y nuevos aficionados. Incluso por los seguidores del rock de corte más radical de bandas como Reincidentes, Extremoduro o Platero y tú. Esos que año tras año hacen del Viña Rock un fenómeno inexplicable. "No lo sé. No sé si nuestra propuesta podría agradar al público del Viña Rock . De hecho, nunca he asistido al festival porque no me han interesado los grupos que tocaban. Aunque supongo que la principal diferencia entre nosotros y las bandas que citas serían las letras. De hecho también le podríamos gustar al público más heavy metal actual, el que escucha a Rhapsody y grupos así, pero no sé si es que no entienden nuestra música o igual es porque están demasiado habituados a escuchar siempre lo mismo y no se abren a otras cosas. Tanto unos como otros son bastante difíciles de llegar". Y así, en tierra de nadie, es cómo se hacen las cosas más cómodas o al menos se realizan por el simple placer de hacerlas cómo y porque te gustan. Por ese motivo había que encontrar el ambiente más adecuado y distendido. Aunque eso diera pie a dolorosos cambios en la formación de un grupo que ya sabía de sustituciones en el pasado. Tras la marcha de su anterior vocalista por problemas de convivencia, que enrarrecían el ambiente y de Juanjo (bajista) llegaron Alvaro a las cuatro cuerdas y Pablo, todo un hallazgo en las voces. Alex (guitarra) nos lo cuenta de nuevo. "Con Pablo hicimos dos o tres conciertos en los que nos teloneaba su anterior grupo y la verdad es que nos gustó mucho su forma de cantar. Luego vimos también un concierto acústico en el que tuvo muy buen gusto a la hora de escoger canciones de Alice In Chains o de Soundgarden. Lo cierto es que el cabrón las clavaba, así que cuando pasó lo que pasó con Sergio, la primera referencia que tuvimos fue él y no pensamos en nadie más. Ni pusimos anuncios ni nada. Hablamos con él y se acopló en seguida". Pero hagamos un poco de historia, porque aunque nuestros lectores valencianos sepan de las excelencias de esta banda, es cierto que pueden ser más desconocidos para el resto de la península. En principio la historia es simple. Banda formada hace una década, que no acaba de encontrar su sitio y que tras las maquetas de rigor consigue, mediante su propio esfuerzo, sacar un primer largo ("3.000 grados") al mercado. "La autoedición lo veo como un método fantástico para darte a conocer ya que normalmente con tu primer disco no te hacen caso en ningún lado y es muy difícil que alguien confíe en ti plenamente, pero después ya es más complicado". Tan complicado que transcurren tres años hasta que consiguen dar con alguien que le de una continuidad a su trabajo. "A Marc Picanyol se le mandó en su día ´3.000 grados´ y le gustó mucho. A partir de aquí se estrechó mucho el lazo y fue él quien nos planteó la posibilidad de montar Cactus 66 como sello discográfico y que fuéramos la primera referencia. La verdad es que vimos bastante poca seriedad e interés en otros lados, supongo que no es un estilo fácil de vender, que es lo que nos plantearon todos". Pues uno espera que estén equivocados.
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