De hecho y es importante resaltarlo, este señor ya contaba con un curriculum inigualable como músico de sesión en los sesenta participando en grabaciones de, entre otros, Rolling Stones, Donovan, Jeff Beck, Tom Jones o Yardbirds. Afortunadamente JPJ no está infectado por el virus de la eterna juventud mal asumida y su primer trabajo en solitario está a la altura de su recorrido como músico. «Zooma» (Discipline/Sonifolk, 99), un disco que se revela como una obra madura de un músico maduro y que, lejos de vivir de pasadas rentas, ofrece una evolución que podríamos tildar de lógica viniendo de quien viene y que sin duda se va a beneficiar de la estela mitológica de su legado. «Bueno, no estoy muy seguro de hacer un álbum pensando en quién lo va a comprar y si me preguntas que si es música adulta es cierto, pero eso es porque soy adulto. De hecho, desde que empecé a hacer conciertos, ha venido gente de edades muy diferentes, desde quinceañeros a gente de mi edad y eso ha sido muy curioso». Bien, pero debes reconocer que «Zooma» no es un disco de fácil digestión y mucho menos algo que podamos tildar de comercial, en primer lugar por ser instrumental y, en segundo lugar, por ser la obra de un virtuoso. Un disco que asombrará a los seguidores de Primus, pero que dejará más bien frías a las nuevas hordas de aficionados al pop. «Yo no creo que sea un disco difícil. Supongo que el hecho de que parezca más inaccesible es porque no hay letras, no hay cantante y por ello igual puede parecer más difícil, pero ni el jazz ni la música clásica tienen letra y a mucha gente le gustan, además creo que desde que hay este auge por la música dance, la gente se está acostumbrando más a escuchar música sin cantante y sin letras». Asumamos entonces que no es un disco difícil si lo enclavamos dentro de lo que es: un gran disco de rock instrumental envuelto en un halo de profesionalidad que lo convierte, con méritos propios, en una nueva referencia de Discipline Global Music, el sello independiente propiedad de Robert Fripp, refugio de históricos experimentadores de la altura de Peter Hammill, Tony Levin, Bill Bruford o Adrian Belew… Un refugio al que ha acudido John Paul Jones atraído por esa forma diferente de entender la música, una forma que el ex-Zeppelin ha puesto al servicio de gente muy distinta, desde Ben E. King, The Mission, Cinderella, Heart o los mismísimos R.E.M. «Todo mi trabajo me viene por si solo. Son ellos los que contactan conmigo para hacer arreglos. De hecho en el caso concreto de REM fue Michael Stipe el que me escribió una carta manuscrita diciendo que le gustaba lo que había hecho…». Bueno, y puesto que es así de fácil contar con tus servicios, coméntanos cómo se produjo el contacto con La Fura Dels Baus. «Los conocía un poco, pero no les había visto actuar. De hecho, cuando me pidieron que trabajara para ellos, fui a verlos a Londres y vi un show suyo, «Acciones», me gustaron y acepté. Recuerdo que fuimos a una pequeña casa cerca de Girona e hicimos el álbum y también les produje la música para el show».
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