EVOCANDO UNA VEZ MÁS
EntrevistasLa Buena Vida

EVOCANDO UNA VEZ MÁS

Redacción — 31-10-2001
Fotografía — Archivo

UNA TRAYECTORIA LARGA E IMPOLUTA TE OBLIGA A ABRIR CAMINO CON MAYOR AHÍNCO, SI CABE, A CADA NUEVO PASO. LA BUENA VIDA HA SABIDO ESQUIVAR EL TEDIO ECHANDO TODA LA INSPIRACIÓN EN EL ASADOR, CON LA CERTEZA DE QUE ACOMODARSE ES CEDER, POR ESO "HALLELLUJAH" (SIESTA, 01) SUENA Y SABE TAN BIEN: PORQUE DESPUÉS DE TANTOS LOGROS LO HAN VUELTO A CONSEGUIR.

El pop es un actitud tan permeable al tormento emocional como proclive a la autocompasión. Por eso, enmarcar tu literatura en ambientes de languidez sonora, buscar claroscuros en lugar de estribillos egregios, puede costarte una inclusión no deseada en el concurrido y ya cargante club de los ‘grupos tristes’. La Buena Vida han aprendido a convivir con semejante estigma periodístico, a pesar de que sus integrantes hayan declarado muchas veces no tener contenciosos con la existencia. “El adjetivo triste no nos gusta, en todo caso preferimos lánguido. De todos modos nunca hemos entendido este cliché. La gente que nos conoce sabe que no somos depresivos crónicos ni nada por el estilo. Además tenemos letras muy optimistas, de celebración. Sólo tienes que fijarte en el título de nuestro nuevo disco para darte cuenta. Más optimista que eso…”. Todos aquellos epítetos hermanados con la desazón –‘ñoño’ y otras lindezas- ya no suponen un obstáculo para la banda donostiarra. Una hoja de servicios inmaculada les permite estar por encima de juegos de palabras tóxicos y reivindicar un estudio más profundo de su música. Porque LBV es un grupo que debe conocerse para ser apreciado, una banda que exige al oyente ese esfuerzo extra de concentración del que huyen despavoridas las radio-fórmulas. Si no pregúntenle a su modesta e incorruptible legión de fans: para ellos, “Otra vez tú”, “Verano” o “Tormenta en la mañana de la vida”, más que canciones, son un estilo de vida. “Tenemos la gran suerte de que nuestro público ha sido siempre fiel a nuestras canciones. Tener esa seguridad, esa base de gente ahí es muy tranquilizador. Es fácil llegar a un número muy elelvado de personas en un momento concreto con una canción determinada, pero conseguir que un número de gente te siga fielmente hasta la muerte es mucho más difícil y gratificante”.
Para los que en algún momento lo dudaron, La Buena Vida es un grupo aferrado a las emociones. Quizás por eso, han bautizado su nuevo álbum con un grito de esperanza colmada, con la chispa que da comienzo a la celebración; “Hallelujah!” es, en definitiva, una forma bellísima de festejar los sentimientos propuesta, claro que sí, con la artesanía de siempre. “Ha sido una grabación en la que no hemos tenido problemas y que, además, no ha durado más que las otras. Lo cierto es que teníamos muy claro que tipo de disco queríamos hacer y eso nos ha sido de gran ayuda para que todo discurriera sin sobresaltos. Por supuesto, a medida que hemos ido grabando las canciones también hemos ido cambiando o añadiendo cosas, pero la estructura de las canciones la teníamos perfectamente definida en nuestras cabezas. Lo bueno es ir aprendiendo durante la grabación y luego incorprorar esos elementos nuevos a las canciones. Hemos trabajado como siempre”. LBV vuelven a escarbar en ese baúl de sensaciones, emociones, recuerdos… vidas, al fin y al cabo. Y lo siguen haciendo con esa sutileza y esa facilidad para erizar bello que les hace únicos en nuestro país. Caricias acústicas, brisas orquestales y ráfagas mortales de cotidianidad emocional en los textos: no es preciso nada más para comprimir el corazón del que está al otro lado. Sí, estamos ante un disco cuyo sonido es más bien un estado de ánimo. “Lo principal es conseguir grabar aquello que tenías en mente, llegar a ese sonido que has pensado. Si conseguimos eso tenemos más que suficiente; lo que venga después ya es algo añadido, pero nuestra obsesión no es vender, es no defraudarnos. En cada disco pretendemos superarnos y en cada uno intentaremos hacer llegar nuestro mensaje de la forma más directa posible. Creo que con ‘Hallelujah’ lo hemos conseguido con creces”. Los violines de “Desenfocada” -“Te recibo altamente desenfocada/ajustemos rápido el control”, explica un susurro- tienen sabor a tragedia; el siseo acústico de “Trigo limpio” es puro suspense; “Después de todo”, guitarra y cuerdas se funden a media luz, es nostalgia del futuro y, en “Ventura”, el eco de ‘allelujah!’ rebota incesantemente contra los pentagramas para recordarnos, quizás, que estamos ante un álbum deslumbrante cuyo principoal mensaje es que La Buena Vida, tras diez años de ascensión, ha alcanzado una cumbre. Eso sí, “lo del disco de madurez es realmente un tópico. Si la gente quiere considerarlo así, no hay problema. Lo cierto es que estamos muy contentos con los resultados y además como banda nos sentimos muy bien, en un buen momento. Pero eso no significa que estemos mejor que antes, también nos hemos encontrado así de agusto en anteriores ocasiones. Este es nuestro nuevo disco, uno más en la familia y estamos muy satisfechos con él”.
Nadie en el grupo repara ya en un pasado borroso que, cuando consigue domeñar la memoria, evoca la imagen de un “Soidemersol” (Polygram/Siesta, 97), su disco más esplendoroso, herido de muerte a manos de una multinacional. Algunos ven ahí un punto de inflexión, que acaso germinó tímidamente en “Magnesia Ep” (Siesta, 95) y les llevó a dar un paso adelante en materia de producción. Los arreglos de cuerda fueron definitivos en un sonido que, cada vez más, se decantaba por el sentimiento en detrimento de su candidez primigenia –el único defecto de sus primeros dos discos-. “Panorama” (Siesta, 99) y este sensacional “Hallelujah!” son la progresión lógica de una banda obsesionada con la calidad –no la cantidad- dispuesta a desplegar sin cortapisas su abanico de influencias (Nick Drake, Marvin Gaye, Gainsgbourg, Beatles…) para darle sentido a cada nuevo paso musical. “No hace falta complicarse la vida en este tipo de cuestiones. Tan sólo basta escuchar nuestro primer disco y ‘Hallelujah!’ para comprobar que nuestro sonido ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Y eso también pasa con todos los álbumes: si escuchas nuestro primer disco y lo comparas con ‘Magnesia’ o éste útlimo te darás cuenta de que no tienen nada que ver. Lo mismo ocurre con ‘Eureka’ y el segundo Lp. Por supuesto somos la misma banda, con un sonido reconocible, pero cada disco está repleto de distintos matices”. Una intensa travesía musical ha conducido a LBV hasta donde está. Y los elogios incodicionales de la prensa -negarlo sería una necedad- han resultado decisivos en su confirmación como banda de culto. Ese halo de grupo respetado e incorruptible ha afianzado todavía con más firmeza a los de Donosti en las listas de mejores grupos españoles de los últimos años -“Hombre nosotros nos gustamos, pero no tanto (risas). Las buenas críticas han llovido sobre casi toda la discografía de LBV y eso es algo difícil de conseguir en esta España musical de secano. “Estamos orgullosos de nuestra trayectoria y, aún diría más, de las críticas que ha recibido nuestra trayectoría. Nunca nos hemos vendido y es una buena recompensa. Estamos muy agradecidos porque las críticas generan mucha ilusión en la banda. Aunque también creemos que es bueno, de vez en cuando recibir malas críticas, que las hemos recibido. Sinceramente, creemos que es positivo de vez en cuando que venga alguien y te diga: ‘pues esto es una mierda’…”. Quizás la cuenta pendiente es convertir más tímpanos a la causa. La Buena Vida tiene a las revistas y emisoras más pretigiosas de su lado, pero su público no crece. El número de copias vendidas no se corresponde con el número de elogios y eso a veces puede resultar frustante. LBV no ha resuelto el enigma sobre cómo llegar al gran público, eso sí ha conseguido echar raíces en el alma de sus fans. La profundidad, con el paso del tiempo, es lo que cuenta. “Es evidente que no vendemos muchos discos, pero no nos resulta frustrante. También es inevitable sacar un disco con ánimos de crecer. Nos encantaría vender muchas copias, aunque por supuesto no nos metemos en el estudio pensando en eso, porque nos vovleríamos locos. Pero siempre albergas alguna esperanza de vender. Hemos tenido la suerte de que la prensa nos ha apoyado, pero nunca hemos vendidomucho

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