Los suecos no solo nos han regalado su disco mejor redondeado, repleto de radiantes melodías y un detallismo en la producción que lo convierte en un producto de inmejorable acabado. Es también un perfecto compañero de viaje, uno de esos discos que, con sigilo y sin estridencias, desde su propia condición de outsider, se va adhiriendo poco a poco al intelecto hasta dejar más poso del que uno hubiera podido sospechar. Además, va a poder ser disfrutado en directo en breve por estos lares. Lo presentan en nuestro país precisamente este mes de abril. El 6 lo harán en Barcelona (en la sala Apolo), el 7 en Madrid (Heineken) y el 9 en Vigo (Mondo). Quizá conscientes de que su buena aceptación en los EEUU podría abrirles más de una puerta, el quinteto sueco se marchó a grabarlo a Seattle a las órdenes de Phil Ek (quien ya había trabajado con bandas emblemáticas de la independencia yanqui como Built to Spill, The Shins o Band of Horses). La guapa Bebban Stenborg, teclista y vocalista ocasional de la banda, nos contesta vía correo electrónico, asegurándonos que la elección de grabar al otro lado del charco era más “una cuestión de con quién queríamos grabar que de dónde. Aunque sí, he de reconocer que todos éramos fans de la escena lo-fi americana cuando comenzamos con la banda, y Phil en cierto modo también ha formado parte de esa escena, así que de alguna forma tienes razón”. La experiencia, como ya han resaltado en algún otro foro, deparó una inmersión tan disciplinada que se nota en el resultado final, el de un álbum minuciosamente producido y arreglado, en el que absolutamente todo suena en su sitio y en su justa medida. Una sensación muy diferente a la que habían experimentado a la hora de registrar sus dos precedentes, aquellos “Howl Howl Gaff Gaff” (2005) y “Our Ill Wills” (2007): “Sí, ese sentido de aislamiento, y de no tener que centrarte en nada más que en la grabación fue lo que diferencia a este de otros trabajos, en los que tratábamos de mantener el ritmo de nuestras vidas tan intacto como nos fuera posible mientras trabajábamos, lo cual no siempre es fácil”. Y a ese espartano ritmo de trabajo, así como a la toma de conciencia de estar metidos hasta el tuétano en un negocio del que ya no hay salida, responde el título de “Work”: “Algunas cosas se habían complicado en la banda, y nos tomamos un tiempo para recuperarnos. Cuando ya estábamos listos para retomar nuestra trayectoria, nos dimos por primera vez cuenta de que esta es la profesión con la que realmente queremos ganarnos la vida. Las cosas se pusieron serias de golpe, y titular así el álbum es una especie de homenaje a la música como algo artesanal”.
Quizá alentados por aquello que llaman la pasión del converso, es curioso comprobar cómo algunas de las escenas más periféricas (Japón o Suecia serían buenos ejemplos) retoman, con una candidez y entusiasmo contagiosos, el espíritu de aquellos que dictan tendencia. Así, no cuesta mucho ver el paralelismo entre las euforizantes tonadas de Arcade Fire, Broken Social Scene y toda su legión de acólitos canadienses y lo que proponen bandas como Shout Out Louds u otros paisanos (sin ir más lejos, los ya disueltos Tupelo Honeys). Por suerte, Bebban Stenborg no piensa que la apreciación sea caprichosa. “Creo que por alguna razón tenemos cierta camaradería con la escena canadiense. Puede que compartamos algo de ese estilo, reacio a ser del todo americanizado, ligeramente outsider, aislado y algo incomprendido en otros sitios. Y es algo que sí, también ocurre con otras bandas de nuestro país”.
Su inminente visita nos obliga a echar mano de la socorrida pregunta: ¿Qué es lo que puede esperar el público hispano en sus inminentes actuaciones?: “Tú antes mencionaste la euforia. Pues eso, eso es lo que yo espero también de nosotros”.
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