Apenas unos meses después de “Dust Bowl”, Howe Gelb publica un nuevo disco, “The Coincidentalist”, que desde la propia portada (ahora con la cabeza al descubierto) se muestra casi como su reverso. “Digamos que aquel trabajo fue hecho en completa soledad, grabado en casa, con canciones que tenía pendientes desde hace tiempo, mientras que este es un álbum de banda, con la intención de hacer algo más ambicioso; entiéndeme: no en el sentido de grande o épico, sino con un punto de vista más abierto. ‘Dust Bowl’ era casi sólo para fans, mientras que ‘The Coincidentalist’ no sólo lo podrán escuchar los más fans, sino también sus amigos”. Acompañado, entre otros, por M. Ward, Andrew Bird o Steve Shelley (Sonic Youth), y con las colaboraciones de Bonnie Prince Billy o KT Tunstall, el que fuera fundador de Giant Sand se recrea una vez más en un rock árido y polvoriento, reivindicando nuevamente su singularidad.
El azar juega un papel importante, pero no es casualidad que lo primero que escuchemos al dar al ‘play’ sea un revelador “welcome to the desert”. “Es una frase que tenía en la cabeza y que, al final, quizá sea una buena manera de introducir el disco, aunque no está pensada en ese sentido. No deja de ser una de esas felices coincidencias que ocurren de vez en cuando. Lo cierto que cuando sucede algo así, no me paro a pensar por qué ha pasado de esa manera, sino que intento aprovechar ese momento, esa coincidencia. Se trata de utilizar el azar en beneficio propio, dejándose llevar por la improvisación”. Se toma un respiro, como si se lo pensara dos veces, y termina: “Cuando escribes una canción, no sabes exactamente el camino que va a tomar. Hay música que puede sonar en una fiesta y, en otro momento, también en un funeral. Creo que es positivo que pueda tener varias lecturas”.
That's a smart answer to a dicfifult question.