Resulta significativo que el trío madrileño haya
acabado registrando su último disco en ese enclave de promisión musical, donde
aquel diablo de la guitarra llamado Jimi Hendrix forjó su leyenda divina, o
sirvió de incubadora de uno de los movimientos musicales más llamativos de hace
dos décadas, el fenómeno grunge. Más que nada porque algunas de las bandas de
cabecera de los madrileños, sin ir más lejos Pearl Jam, proceden de tan
melómano emplazamiento. Y eso que el talento de Nothink está por encima de
rendez-vouz e idolatrías de tres al cuarto. Un ejemplo claro es cuando Biffy
Clyro, con los que compartieron tres fechas en su gira por territorio español
este mismo año, sugirieron que debían ser ellos mismos los que tendrían que
abrir para el power-trio que nos atañe. Ya ven como cambian las tornas. El
grupo al que admiras rendido ante la evidencia de las poderosas armas que
esgrime el telonero. Es algo que salta a la vista cuando se escuchan las once
canciones de su espectacular nuevo retoño. El caso es que “Hidden State” (“la representación de un lugar en el
cual las cosas funcionan quizás como deberían, un lugar que se mantiene al margen
de lo que ocurre aquí fuera y un ejemplo de sociedad organizada bajo valores
perdidos con el paso de los años. Pura utopía”, en
palabras del guitarrista y cantante Juan Blas) equidista bastante de la
historia conceptual y la intención que manejaban en “Spotlights”, su largo previo. El planteamiento más barroco o
perfeccionista del antecesor, que les llevó incluso a requerir de la
colaboración estelar de la Orquesta Filarmónica de Kiev, ha quedado algo
eclipsado por unas intenciones que apuntan más a lo visceral que al detalle.
Aunque no por eso su sólido andamiaje se resienta, ni mucho menos. “’Hidden State” ha sido un disco muy
trabajado en este aspecto, más que ningún otro. Hubo una pre-producción muy
grande durante mi estancia en Londres y por ese motivo enviaba canciones a
Madrid casi todas las semanas y organizábamos ensayos en ambas ciudades por lo
menos una semana al mes”. Juan se refiere a ese periodo “sabático”
transcurrido en la capital inglesa, que permitió a la banda realizar algunos
conciertos, y al que alude en una de las canciones del disco, “Coleman Fields”.
“Es una calle de Londres, muy cerca de
donde vivía. Un tramo que recorría cada día y con el que me sentía en deuda”.
Nothink llegaron a barajar la City como posible destino de grabación, pero el
jugoso reclamo de Matt Bayles y la baja cotización del dólar en relación con el
euro les hicieron cambiar de idea. “Tanteamos
varias opciones, incluso la de grabar en Londres pero luego surgió la
posibilidad de ir a Estados Unidos y Matt era una persona que mostró mucho
interés por el proyecto, y alguien que nos encantaba por sus trabajos previos
con gente como Mastodon, Pearl Jam, Isis, Minus The Bear…”. El saldo que
arroja la aventura americana ha sido bastante positivo a tenor de las vivencias
que relatan en el blog que actualizaban día a día en su página web. “Prácticamente estuvimos solos la mayor
parte del tiempo a excepción de los primeros días en lo que Sergio Picón,
nuestro manager nos acompañó. Toni Villén, fotógrafo musical, fue quién nos
visitó en los últimos días. Digamos que unos tuvimos menos tiempo para conocer
la ciudad que otros, pero al final todos pudimos disfrutar de este lugar tan
mítico”. Visitas a las oficinas del sello Sub Pop, veladas musicales en
salas de referencia como The Crocodile Café o Fun House, e intentos
infructuosos de encontrar el famoso Parque Magnuson, que aloja el célebre Sound
Garden, un espectacular monumento construido con doce torres de plata, que
contienen tubos de órganos verticales rematados por veletas, y que con los
vaivenes del viento producen sonidos que emulan desde coros de ballenas o
aterrizajes de aeronaves. Así que no todo quedaba entre extenuantes jornadas de
trabajo entre las cuatro paredes del estudio en el que grabaran bandas como
Soundgarden, The Blood Brothers, The Presidents Of The USA, Deftones o Pearl
Jam. ¿Y qué se va a encontrar el oyente en “Hidden
State”? “Un disco hecho con mucho
cuidado, muy especial para nosotros por las circunstancias en las que ha sido
grabado y el tercer disco que la banda deseaba hacer. No quisimos repetir la
fórmula de ‘Spotlights’ por lo que
cada canción en este disco tiene su propia historia, pero a la vez suma en el
todo”. La sombra de Matt Bayles
no ha sido tan alargada como para desbaratar la esencia primaria del
cancionero. “Matt evidentemente ha
ayudado e introducido cambios, pero creo que a un nivel de perfeccionismo en el
acabado, pues el disco iba bastante cerrado”. El trío se ha debido divertir de lo lindo con el fondo de
cachivaches del que disfrutaba en el estudio: sitares hindúes, pianos, shakers,
panderetas… Aunque hay un instrumento que se lleva la palma en cuanto a valor
sentimental. Es el amplificador giratorio que inventara Don Leslie, un técnico
de radios norteamericano, y que dota al órgano de un efecto de trémolo bastante
potente. “Ese Leslie rotatorio para el
solo de ‘Once You Said’ y que anteriormente aparece en la voz de Chris Cornell
en los discos de Soundgarden grabados en Litho Studios”. Y tan importante
como el contenido del disco es el envoltorio. La imagen de la portada
teletransporta al oyente hasta algún paraje de la taiga finlandesa, en esos
días en los que apenas se atisban resquicios de luz. “Olli Kekäläinen, fotógrafo finlandés, accedió encantado a trabajar con
nosotros. La foto fue tomada en Finlandia y fue nuestro amigo Víctor García
(guitarrista y diseñador de Toundra) el que nos puso en contacto con él”.
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