Espectros de la No Age
EntrevistasGang Gang Dance

Espectros de la No Age

Sergio del Amo — 22-01-2012
Fotografía — Archivo

Los neoyorquinos vuelven con “Eye Contact”, un trabajo con un barniz más accesible en el que la voz de la siempre enigmática Lizzi Bougatsos brilla con mayor luz que en tiempos pasados. Aprovechando su participación en el San Miguel Primavera Sound conversamos con ellos.

Esperando sentada con una especie de túnica negra más propia de una hechicera aguarda Lizzi Bougatsos, la maestra de ceremonias de ese combo inclasificable llamado Gang Gang Dance que, desde hace diez años, lleva rompiendo y mutando los moldes de la narcótica experimentación tribal sonora. Lizzi, luciendo su diastema entre sonrisas, persevera la aparición de su compañero Josh Diamond, quien hace acto de presencia minutos después luciendo parte de su pelambrera pectoral y acercándose a mí diciendo “¡mira!”. Un mechero con muy mala leche casi aniquila una de sus cejas. Pese al hedor a pollo y a la bizarra anécdota una cosa está clara: su último trabajo, “Eye Contact”, les ha hecho mezclarse con el resto de mortales gracias a un empaque algo más accesible que ya empezaba a intuirse hace tres años con el aclamado “Saint Dymphna”. Lizzi rompe el fuego. “El álbum tiene una mayor cohesión entre los temas. Quizás la razón está en que esta vez hemos tenido más tiempo para componer y grabar el disco, lo cual se traduce en un mayor mimo de los pequeños detalles. Nuestra música es un viaje en el que se refleja lo que vivimos en ese momento. Las bases del álbum, sobre todo las demos, las empezamos a construir en el desierto y fue una experiencia increíble. Necesitábamos desconectar del ruido de nuestra ciudad y aislarnos unos días para que nadie ni nada pudiera interferir en nuestro trabajo. Te aseguro que allí hay muchos más fantasmas que en Nueva York”. “Yo noté que uno me daba una palmada en la espalda”, replica Josh. Experiencias paranormales aparte, la banda tras esta erial estancia decidió clausurarse en una iglesia-estudio para pulir su propuesta más pop (si es que tal etiqueta puede casar con ellos) hasta la fecha. (Josh) “Ha sido un proceso natural para nosotros. Nunca hemos tenido la necesidad de sonar de un modo concreto ni mucho menos de llegar a más gente. Nos limitamos a hacer música, y si después el resto piensa que suena genial u horrible es algo que escapa de nuestro control. Aunque eso sí, todo aquel que ha oído el álbum nos ha comentado que le ha parecido el más accesible”.
No crean que han variado sus señas de identidad: las guirnaldas africanistas marca de la casa, las luces sintéticas espaciales y los torbellinos melódicos siguen su curso. Aunque a un servidor, al fluir por estos diez temas con las luces apagadas, en más de una ocasión le ha venido a la cabeza el nombre de Jean Michel Jarre. No, no he sentido la necesidad de abusar de los estupefacientes. “Un día decidimos poner una serie de adjetivos que describieran nuestra música en Myspace y escribimos algo así como no age. Carecemos de concepto en lo estrictamente musical. No sé si sonamos new age o no age, básicamente porque no queremos sonar a nada”, afirma Lizzi, que, para este disco, ha trabajado los vocales en solitario con el productor XXXChange. “Mi voz antes sonaba entre tinieblas y ahora se ha aclarado. Mi productor está acostumbrado a hacer remixes de artistas pop y de R&B como Beyoncé o Kylie Minogue y el principal reto consistía en ver qué podía hacer conmigo. Fue muy divertido jugar con efectos de agua y cosas así”. “Por primera vez Lizzi sobresale. Su parte siempre es la más difícil de grabar, pero al tener la capacidad de crear esas melodías tan raras y bellas con su voz fue fascinante llevarlo al límite y darle el protagonismo que se merece”, reafirma al respecto Josh.
A todo esto, las alienígenas cuerdas vocales de Lizzi ceden la nave a Alexis Taylor de Hot Chip en la soulera “Romance Layers”. “¡Es amigo nuestro! Nos dijo si podía colaborar con nosotros y no pudimos dejarle escapar, ya lo habíamos apalabrado con anterioridad. Tiene tanto groove cantando que para mí es como el Marvin Gaye de nuestros tiempos. El resultado no podría haber sido mejor”, opina entusiasmada Lizzi con su infantiloide dicción. Tras abandonar las redes de Warp y estrenarse a las órdenes del sello 4AD “por una cuestión de negocios” y mostrar una mayor predisposición en los futuros proyectos que ya rondan por sus desasosegadas cabezas (como por ejemplo una película de la que poco, por no decir nada, se atreven a avanzar), la familia de Gang Gang Dance ha estrechado sus lazos sin que nadie pueda atentar contra lo que han conseguido durante todos estos años.

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Espectros de la No Age
EntrevistasGang Gang Dance

Espectros de la No Age

Sergio del Amo — 02-07-2011
Fotografía — Archivo

Los neoyorquinos vuelven con “Eye Contact”, un trabajo con un barniz más accesible en el que la voz de la siempre enigmática Lizzi Bougatsos brilla con mayor luz que en tiempos pasados. Aprovechando su participación en el San Miguel Primavera Sound conversamos con ellos.

Esperando sentada con una especie de túnica negra más propia de una hechicera aguarda Lizzi Bougatsos, la maestra de ceremonias de ese combo inclasificable llamado Gang Gang Dance que, desde hace diez años, lleva rompiendo y mutando los moldes de la narcótica experimentación tribal sonora. Lizzi, luciendo su diastema entre sonrisas, persevera la aparición de su compañero Josh Diamond, quien hace acto de presencia minutos después luciendo parte de su pelambrera pectoral y acercándose a mí diciendo “¡mira!”. Un mechero con muy mala leche casi aniquila una de sus cejas. Pese al hedor a pollo y a la bizarra anécdota una cosa está clara: su último trabajo, “Eye Contact”, les ha hecho mezclarse con el resto de mortales gracias a un empaque algo más accesible que ya empezaba a intuirse hace tres años con el aclamado “Saint Dymphna”. Lizzi rompe el fuego. “El álbum tiene una mayor cohesión entre los temas. Quizás la razón está en que esta vez hemos tenido más tiempo para componer y grabar el disco, lo cual se traduce en un mayor mimo de los pequeños detalles. Nuestra música es un viaje en el que se refleja lo que vivimos en ese momento. Las bases del álbum, sobre todo las demos, las empezamos a construir en el desierto y fue una experiencia increíble. Necesitábamos desconectar del ruido de nuestra ciudad y aislarnos unos días para que nadie ni nada pudiera interferir en nuestro trabajo. Te aseguro que allí hay muchos más fantasmas que en Nueva York”. “Yo noté que uno me daba una palmada en la espalda”, replica Josh. Experiencias paranormales aparte, la banda tras esta erial estancia decidió clausurarse en una iglesia-estudio para pulir su propuesta más pop (si es que tal etiqueta puede casar con ellos) hasta la fecha. (Josh) “Ha sido un proceso natural para nosotros. Nunca hemos tenido la necesidad de sonar de un modo concreto ni mucho menos de llegar a más gente. Nos limitamos a hacer música, y si después el resto piensa que suena genial u horrible es algo que escapa de nuestro control. Aunque eso sí, todo aquel que ha oído el álbum nos ha comentado que le ha parecido el más accesible”.

No crean que han variado sus señas de identidad: las guirnaldas africanistas marca de la casa, las luces sintéticas espaciales y los torbellinos melódicos siguen su curso. Aunque a un servidor, al fluir por estos diez temas con las luces apagadas, en más de una ocasión le ha venido a la cabeza el nombre de Jean Michel Jarre. No, no he sentido la necesidad de abusar de los estupefacientes. “Un día decidimos poner una serie de adjetivos que describieran nuestra música en Myspace y escribimos algo así como no age. Carecemos de concepto en lo estrictamente musical. No sé si sonamos new age o no age, básicamente porque no queremos sonar a nada”, afirma Lizzi, que, para este disco, ha trabajado los vocales en solitario con el productor XXXChange. “Mi voz antes sonaba entre tinieblas y ahora se ha aclarado. Mi productor está acostumbrado a hacer remixes de artistas pop y de R&B como Beyoncé o Kylie Minogue y el principal reto consistía en ver qué podía hacer conmigo. Fue muy divertido jugar con efectos de agua y cosas así”. “Por primera vez Lizzi sobresale. Su parte siempre es la más difícil de grabar, pero al tener la capacidad de crear esas melodías tan raras y bellas con su voz fue fascinante llevarlo al límite y darle el protagonismo que se merece”, reafirma al respecto Josh.
A todo esto, las alienígenas cuerdas vocales de Lizzi ceden la nave a Alexis Taylor de Hot Chip en la soulera “Romance Layers”. “¡Es amigo nuestro! Nos dijo si podía colaborar con nosotros y no pudimos dejarle escapar, ya lo habíamos apalabrado con anterioridad. Tiene tanto groove cantando que para mí es como el Marvin Gaye de nuestros tiempos. El resultado no podría haber sido mejor”, opina entusiasmada Lizzi con su infantiloide dicción. Tras abandonar las redes de Warp y estrenarse a las órdenes del sello 4AD “por una cuestión de negocios” y mostrar una mayor predisposición en los futuros proyectos que ya rondan por sus desasosegadas cabezas (como por ejemplo una película de la que poco, por no decir nada, se atreven a avanzar), la familia de Gang Gang Dance ha estrechado sus lazos sin que nadie pueda atentar contra lo que han conseguido durante todos estos años.

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