“Te toca hacer las preguntas profundas, todas las demás ya nos las han hecho”, bromea Tim Booth. Estamos en la sala La Riviera, donde James va a presentar en directo sus nuevas canciones. Me ha tocado ser el último en entrevistarles antes de la prueba de sonido. Todo a su alrededor se mueve a mayor velocidad que en la improvisada sala de prensa donde nos encontramos, tras el escenario.
"No hay ninguna distancia entre nosotros y las canciones" |
Ellos están aquí para tocar y esta noche tocarán, las prisas son para los demás. Con la tranquilidad que transmiten esas personas que intuyes que han llegado a un sitio para quedarse, aunque no te haga falta saber de dónde vienen, Jim Glennie (bajo), Larry Gott (guitarra) y sobre todo Tim Booth (voz), cabezas visibles de la legendaria banda de Manchester, tienen tiempo para responder a todas las preguntas y alargan sus respuestas todo lo necesario. Han venido a actuar y también a hablar de su disco. Se arranca Jim, el único miembro fundacional que queda y la persona que dio el nombre al grupo, allá por 1982. “Larry y yo seguimos tocando después de la separación, y a decir verdad todo sonaba a James. En octubre de 2006 llamamos a Tim y nos dijo que vendría. No hubo grandes deliberaciones ni reuniones. Simplemente fuimos al local de ensayo y estuvimos tocando durante tres días seguidos, viernes, sábado y domingo, grabando todo lo que hacíamos. Así empezó todo de nuevo, fue realmente fácil”. De esta manera, en poco tiempo crearon ciento veinte piezas que podían convertirse en canciones, filtraron más de la mitad y pasaron el material al resto de la banda. El pasado mes de agosto, justo antes de viajar a un château en Francia, donde en tres semanas montaron un estudio casero y grabaron todas las pistas del disco, hicieron dos conciertos en los que probaron la fiabilidad en directo de las nuevas canciones. Uno de esos directos coincidió con la muerte de Tony Wilson. El propulsor de la escena Madchester desde The Haçienda y a través de Factory Records, a quien está dedicado el disco, fue quien editó los primeros Ep’s de James, en los primeros ochenta. Esta circunstancia, unida a otras experiencias personales hizo que quizá la implicación emocional en la grabación haya sido mayor respecto a discos anteriores. Ésta es mi pregunta profunda. Las canciones del nuevo disco te llevan a muchos sitios diferentes, pero hay algo que subyace en todas ellas, parecéis haberlas grabado con un ataque al corazón, sin dejar nada fuera. “Creo que es una bonita manera de definir el nuevo disco”, responde Booth. “No hay ninguna distancia entre nosotros y las canciones, y tampoco es que decidiéramos conscientemente que debía ser así. Pensándolo ahora, puede que sea una diferencia respecto a discos anteriores, en los que sí podía haber mayor distancia en algún momento”. Después de haber vendido varios millones de discos a lo largo de toda su carrera, que ha sobrevivido al electro pop ochentero, al surgimiento de la cultura rave en Manchester, a la nueva ola de la nueva ola, y que navega con soltura en la inefable época actual, James conserva el secreto para facturar ese tipo de canción que no se olvida, que igual no te salva la vida, pero que no se te acaba a las diez escuchas como puede sucederte con otras cosas hechas con más pirotecnia. “Nuestra manera de trabajar es ésta, tocar mucho, improvisar sin parar y luego ir filtrando material entre todos hasta que queda lo mejor. Después cada uno trabaja sus partes individualmente antes de ver si hay magia. A veces hay partes o canciones que gustan mucho solamente a uno o dos de nosotros y a los demás nada. Entonces van fuera. Pero otras veces, cuando solamente una persona te dice que adora una canción, ahí puede haber algo muy especial. Recuerdo que alguna vez Brian Eno era el único que votaba por alguna canción, y si Eno te dice que prestes atención a algo, debes hacerlo”, comenta Tim. Todos ríen, seguro que alguna de sus canciones más célebres llegó a estar en la papelera y Brian Eno la rescató en una de sus sesiones como productor hace años. Lo dejamos en el aire. “Lo bonito es que con la música no es posible controlarlo todo. A veces los procesos para hacer una canción son como un viaje a la locura, pero al final te espera algo maravilloso”, concluye Glennie.
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