Delafé y las Flores Azules se cansaron de pedalear en llano. Helena Miquel, Óscar D’Aniello y Dani Acedo saben que las cimas son duras de coronar, pero tras el esfuerzo de la subida llega la recompensa de la bajada. Como está el panorama, se han aventurado con un disco doble –once temas por cedé-, probándose en la construcción de las canciones y vistiendo el mismo mensaje con un modelito diferente. El resultado son dos caras de contrastes, la luz y la sombra de un mismo sentimiento. “Una situación la puedes vivir de un modo muy diferente y la idea era, de una misma semilla, llegar a algo alegre y triste. Al principio me gustaba más el disco B, era más afín a lo que sentía en aquel momento, ahora me gusta más el A, que aunque conserva la tristeza, ya no es únicamente un disco para deprimirte”, se explica D’Aniello. En el disco encontramos a los Delafé más reconocibles y poperos (con perlas como “Cielo”), pero aromas al indie nacional de factura Paco Loco (“Cuando esto estalle”), colaboraciones con pedigrí como la de Nacho Vegas (“Qué sentido tendría”)… y todo más grupo, más analógico.
Después del -excesivamente- accesible “Vs Las trompetas de la muerte”, me pregunto: ¿Este disco ha sido más reto para vosotros, o para vuestro público? “Es arriesgado sí, pero tiene incentivos. Sabemos que perderemos público pero esperamos ganar nuevo”, se aventura Helena. Òscar la interpela, convencido: “La gente ya nos estaba marcando un camino, como un concepto muy cerrado de nosotros. Soy de los que pienso que cuando haces las cosas tres veces, a la cuarta hay que cambiar. Tal vez hemos ido en contra de lo que se espera de nosotros. Es un cambio a largo plazo… puede que leamos esta entrevista de aquí a diez años y este haya sido nuestro último disco” (ríen). D’Aniello conserva el humor pese al duro palo que ha resultado el motor creativo de este cuarto disco de la banda de rap y pop… “Se aprende de las emociones. Una vida de funcionariado, poniendo sellos… yo no podría. Se aprende más de estar feliz o triste, no únicamente de ser. Y sí, es un disco en el que nos hemos tomado la licencia de estar tristes, que la gente se piensa que siempre somos la alegría de la huerta”. D’Aniello se expresa en tono vitalista, se le intuye emocional e intenso, no por eso sus letras son un escaparate vacío y morboso de sus sentimientos. Quien busque pornografía emocional no la encontrará. Sus textos enseñan hasta donde él quiere, como una película erótica de las buenas. Todas se mueven entre el cuadro de costumbres y la potencia de las imágenes.
Pese a llevar todo el día arriba y abajo de promo, el dúo está contento, con ganas de explicar su nuevo trabajo. “En este disco hay mucho amor, de las canciones a la portada”, dice Helena. A Óscar -como a un niño con un juguete nuevo- le falta tiempo para sacar su móvil y enseñarme la aplicación que han creado para interactuar con la carátula. Tras cinco minutos, pienso: doble disco, la App, el documental… ¡Guau! Para la banda el nuevo largo ha supuesto un sacrificio físico y emocional más duro que empalmar una etapa entre el Alpe D'huez y el Angliru del tirón. Y para D’Aniello, sin metáfora. El cantante entrenó durante cinco meses y pedaleó durante días para cumplir con su propio viaje a Ítaca: llevar las cenizas de su padre de Barcelona a Desio (Milán). 1.369 kilómetros registrados en “Ciao Pirla!”, un complemento imprescindible para comprender la dimensión de este nuevo disco: sin dramones, ni heroicidades. Sin épica barata. Un retrato sincero de una promesa y la combinación de las grandes pasiones de D’Aniello: la música, el ciclismo –y la vida-. “De pequeño me encantaba coger la bici y marcharme. Igual que comprarme un disco y escucharlo sólo, en casa… Lo que pasaba era que cuando estaba quieto con música tendía más a drogarme hasta que descubrí que con la bicicleta conseguía la misma sensación de huída. Puedo huir, por tanto, corriendo mientras escucho a Nacho Vegas, emborrachándome o yendo en bici. La bici ha sido siempre una manera de avanzar para matar la angustia”. Definitivamente, Delafé y las Flores Azules han decidido apretar los dientes y escapar del pelotón. Sólo el tiempo dirá si se quedarán sin aliento para llegar a meta o subirán a lo más alto del cajón. Lo que está claro es que no se quedarán con las ganas de haberlo probado.
Lo que no entiendo de este grupo es como pudieron sacar un primer disco ( que bajo me modestia opinión ) lo considero casi de culto, potente, enérgico, inteligente y sensible a la vez y a partir de ahí sacan toda esa bazofia de discos que no valen para nada.Parecen canciones del "Corte Inglés"