En este segundo disco ha habido un cambio en la formación: Beatriz Page (teclados) y Marcos Domínguez (bajo) dejaron el grupo y Luis Fernández (Juventud Juché, Los Claveles) se ha unido. Además, Javier Carrasco (Betacam, Rusos Blancos, Templeton) participó como teclista en la grabación. ¿A qué se debe tanto baile…?
Estábamos un poco cansados todos y supongo que ellos más que el resto y decidieron irse, primero Bea y después Marcos. Yo creo que el grupo era y es algo en lo que tenías que poner muchas emociones e intensidad y mucha parte de tu atención iba a eso y decidieron no seguir porque no les apetecía. Hace un año vino Luis, fue mucha suerte porque le ha aportado mucha energía al grupo y creo que lo ha mejorado desde que estamos los cuatro.
¿Y cómo ha repercutido este cambio en los nuevos temas?
El grupo siempre ha sido algo que absorbía las emociones y las formas de ver las cosas de cada persona. Luis con su forma de ser ha influido mucho en la música que hacemos y le ha aportado un estilo acorde a sus gustos: cerca de la nueva ola, el punk, etc., y le ha dado bastante fuerza, energía y velocidad a las canciones.
¿Tiene esto que ver, entonces, en que hayan pasado tres años desde que sacarais el primer largo, “7 picos”, hasta “La foto fantasma”?
Claro. Éramos un grupo que se pensaba mucho las cosas y no terminaban de salir las canciones por el estado de ánimo que había. De hecho, en “7 picos” se nota un estado de ánimo bastante “bajonero” en comparación con éste y es porque al final estábamos cansados. Llegó un punto que nos habíamos cansado de estar los cinco en el lugar de ensayo, necesitábamos un cambio, no terminaban de salir las cosas y al final tuvo que pasar lo de la ruptura para volver a empezar. En cuanto estuvo Luis se finiquitó todo muy rápido.
Los doce temas del disco son, según vosotros mismos definís, “resonancias del pasado y del futuro”…
Cuando estuvimos pensando en qué era lo que unía todas las canciones que habíamos hecho y la forma en que las queríamos presentar veíamos que había como un espíritu de anhelo de ciertas cosas del pasado que ya no estaban, estéticas, diferentes sonidos del pasado que utilizábamos y también de sentimientos porque en el fondo lo que hacemos es utilizar todo eso al servicio de sentimientos, ideas y formas de ver las cosas que tenemos. En cuanto a lo que tiene de futuro es el primer paso de algo que acaba de empezar, vemos que es algo que plantea un desarrollo para el futuro si seguimos los que estamos.
¿Por qué “La foto fantasma”?
Va un poco a nivel literal pero tiene un contenido más poético… La foto fantasma es una foto que había en una revista que yo tenía con quince años de Ian Curtis y que desapareció. La revista la perdí pero se me quedó muy clara la imagen esa, esa y cuando leí de lo que trataba el grupo y las influencias que había tenido me puse a investigar, me compré discos de Joy Division… También trata del concepto de que determinadas cosas del pasado te influyen sin darte cuenta de forma espectral. Con lo del cambio de integrantes del grupo ha habido un poco de foto fantasma, no sabes muy bien si refleja algo de lo que venimos o un proyecto de algo de lo que vendrá. Nos gustaba mucho eso porque reflejaba realmente el espíritu de lo que estaba pasando.
¿Cómo ha sido trabajar con un productor como Carlos Hernández que ha participado en proyectos de importantes grupos como Los Planetas, Triángulo de Amor Bizarro o La Costa Brava?
Ha habido una cierta negociación, como creo que pasa con todos los productores que no conoces para ver cómo realmente hacíamos las cosas. Creo que somos un poco más eclécticos de lo que suelen ser los grupos con los que trabaja Carlos y ese ha sido un poco el reto, pero la verdad es que ha sido una pasada trabajar con él por su experiencia tanto profesional como personal. Es muy bueno…
¿Qué nuevas referencias habéis manejado a la hora de componer este último trabajo? Si en “7 picos” citábais a Pixies, Yo La Tengo o Los Planetas…
Con este disco ha habido más referencias de nueva ola. Por ejemplo, a mí me han obsesionado mucho en los últimos años grupos como La Mode, cuando descubrí Ataque De Caspa me llamó mucho la atención, grupos españoles de aquella época con un halo de misterio como Décima Víctima, esto se nota como en la penúltima canción del disco, en la de “Voces”. Seguimos teniendo referencias que antes teníamos pero no habíamos expresado como Sr. Chinarro. De grupos extranjeros he estado investigando mucho sobre la época del punk.
Sois parte de la escena musical madrileña, con vosotros colaboran músicos de otros grupos, como se ha apuntado antes, ¿con qué formaciones concretas os sentís más vinculados o tenéis mayor sintonía?
Nos relacionamos mucho con la gente de nuestro entorno como el de Malasaña, Antón Martín, Lavapiés… La gente que toca en nuestras salas y que comparte el espacio con nosotros, hay muchos grupos y fuera de Madrid también. En cuanto a amigos nuestros, Templeton de siempre, Rusos Blancos porque Elisa toca con ellos, también gente como Teletransportarse a Soria, Odio París, Las Ruinas ya en Barcelona, Alborotador Gomasio, La Fonoteca, Raúl Querido…
Con el primer trabajo y dos maquetas detrás llegasteis a tocar en el FIB, el Primavera Sound o Contempopránea, pero ¿cuál es la meta que se os quedó pendiente y que os habéis propuesto alcanzar ahora?
Este año vamos a tocar en el Sonorama y me parece que está genial, es un festival que nos hace mucha ilusión y que nos parece muy adecuado para nosotros porque el público que va allí está muy interesado en la nueva música española.
Con este segundo disco hemos conseguido quitarnos la sensación de quedarnos a medias porque como el primero era un LP pequeño de siete canciones, la sensación era que la gente no nos tomaba en serio y queremos llegar a mucha gente. Además, queremos pasarlo muy bien en el escenario y que la gente disfrute en nuestros conciertos, siempre tengo la sensación de que puedes disfrutar más y más en el escenario y seguir haciendo lo mismo. No somos tan ambiciosos, solo esperamos que a la gente le guste el disco.
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