¿Es perezoso hablar de los alumnos más aventajados de un grupo como Coldplay, que acaba de presentar su tercer disco? Garrison, natural de un pueblecito cercano a Oxford y compositor, guitarrista y voz de Budapest, dice entender la constante comparación entre ambas bandas pero reconoce que también puede haberles perjudicado a la hora de atraer a una parte del público que se ha cerrado al “sonido Coldplay”. Es decir: pianos tristones, frágiles guitarras acústicas y arreglos de cuerda agridulces, estribillos en falsete que hablan de sentimientos como la pena, la nostalgia o la melancolía, tendencia irresistible a la balada-himno, etcétera... ha sido la desbocada fotocopiadora de la industria las que se ha encargado de exportar un sonido tan bien definido y limpito que ya produce algo de bostezo. O sea que algo de pereza hay. Garrison subraya que “Head Towards The Dawn” es más experimental y vital que su debú, el oscuro y algo maldito “Too Blind To Hear”, grabado en 2001 y publicado dos años después, y que las cosas han cambiado desde entonces.
"Me gusta mucho la clásica y una de las cosas que intento conseguir con Budapest es llevarla al terreno de la música pop para disfrutar de ambas" |
“Éste es diferente, más vital; es fruto de tres años de gira por todo el mundo, y eso es algo de lo que sentirse afortunado. Antes sólo se trataba de saber si a una canción le convenía más un piano o una guitarra, y ahora hemos experimentado con todos los instrumentos, con pedales, efectos, reverbs. Hay canciones más positivas, aunque el sonido de Budapest es fundamentalmente melancólico”. Pues probablemente hace cuatro años la formula sorprendiera más que hoy, porque la sensación que deja “Head Towards The Dawn” es la misma que un disco de versiones donde priman los homenajes a los padres del subgénero, Jeff Buckley y los Radiohead de entre “Pablo’s Honey” y “The Tends” (“Public Apology”, “Pressure”), y que la mayoría de sus canciones las tenemos demasiado recientes en discos de Keane o Starsailor. Y la proliferación actual de sinónimos nos permite profundizar más, del exhibicionismo épico para grandes superficies de Coldplay (“Something Somewhere”, “Clock Face”, ya desde un título poco afortunado) a la delicadeza casi cursi de Embrace (“Walking On Water”). Garrison también aporta su visión: dice que se siente más identificado con la propuesta de un grupo como Doves que con la de otro como Travis, “por su manera de entender la música como algo más experimental y menos imagen, algo más natural. Yo todavía sigo escuchando bandas como Talk Talk”. La tan cacareada experimentación –que más que nada decora, que nadie busque aquí nuevos lenguajes– ha tenido lugar sin embargo, a posteriori, una vez que Garrison ha compuesto casi la totalidad de las canciones en su estudio casero. Él firma todos los temas en el libreto. “Allí grabo las canciones lo mejor que puedo y luego se las llevo al resto de los miembros para que las escuchan y decidimos si cambiar una cosa u otra. Hay muchas en las que necesito ayuda; como me pasa con el chelo. Hubo problemas para grabar con el chelista, así que lo metí en el estudio y le dije que tocara lo que él quisiese. Y de allí salieron cosas increíbles. En cualquier caso esto es algo que quiero que cambie en el futuro de Budapest, trabajar más como banda”. Ah, los arreglos, otro tema que daría para un montón de páginas… Toda la familia de Garrison se dedica de una forma u otra a la música, madre (ópera), padrastro (violinista) y dos hermanas (vinculadas a la música clásica y medieval), por lo que él ve el asunto casi como un reto, una demostración de que el pop puede estar a la altura de las circunstancias. “Me gusta mucho la clásica y una de las cosas que intento conseguir con Budapest es llevarla al terreno de la música pop para disfrutar de ambas. Esta es también la razón por la que el chelo se ha convertido en una parte más”. Y no deja de tener cierta ironía que con el listón familiar colocado tan alto, Garrison valore especialmente el hecho de que pueda vivir de su música. “Es algo muy satisfactorio poder hacer tu propio material y vivir de él. La otra opción es ganarte la vida con una guitarra acústica haciendo versiones. ¿Te imaginas tocar ´Wonderwall´ todos los días?”. Curioso, como poco.
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