En esta ocasión las letras se centran en una mayor madurez, incluyendo historias marcadas por el realismo de la vida adulta sin perder el habitual sentido de humor del grupo. Así es como el paso del tiempo se combate de la mejor forma posible, muy al estilo del título del trabajo. Si a este buen hacer lírico le sumamos la gran capacidad del grupo para sacarse de la manga melodías pop instantáneas, nos volvemos a encontrar ante una referencia de lo más entretenida y completa en los diversos episodios que nos puede aguardar una relación sentimental. Junto con los habituales destellos de calidad de Betacam a los teclados y los arreglos de cuerda que van camino de convertirse en otra de las señas de identidad del grupo, Bailando Hacia el Desastre supone una enciclopedia de lo más actual acerca de los infortunios, pero sobre todo de las bondades que nos brinda el amor. Aprovechando lo reciente de este lanzamiento, hablamos con su vocalista Manu Rodríguez.
Escuchando este nuevo trabajo, debido a su temática, en un primer momento podríamos pensar que guarda bastante relación con vuestro anterior Museo del Romanticismo. ¿Sientes que estos nuevos temas surgieron en cierta medida de la inercia del anterior trabajo?
Yo te diría casi lo contrario. Hasta cierto punto podría haber seguido la inercia en cuanto a temática o incluso un tono un poco más oscuro. Museo del Romanticismo estaba más bien enfocado hacia el sexo en general y hacia el romanticismo un poco pervertido, algo así como un museo de los horrores del romanticismo. Lo que quise en este nuevo disco fue dar un poco un giro en cuanto a letras y también sonido. Este yo creo que es bastante luminoso mientras que el otro era bastante oscuro, ya que tenía que ver con el momento vital mío de aquella época, muy diferente al que estaba viviendo cuando surgió Bailando hacia el Desastre. Quise hacer un disco muy diferente porque me daría rabia repetir el mismo dos veces.
Entre medias de estos dos discos publicasteis el EP Algo Nuevo, Algo Viejo, Algo Prestado (I*M Records, 2017), donde también dos de las tres canciones se centraban en la temática amorosa. ¿Estas canciones fueron compuestas exclusivamente para el EP o más bien quedaron descolgadas del anterior disco?
Teníamos dos ideas que se nos quedaron descolgadas de antes. Una de ellas fue Pimentón Húngaro que intentamos ponernos con ella de nuevo porque no encontrábamos el enfoque que queríamos. Después de intentar lograr ritmos más pesados, con un enfoque más funky, decidimos grabar el EP en julio del año pasado y al final dimos con la clave. La otra que venía de atrás es Amor, ¿qué si Tengo o que si Quiero?, surgida de las primeras sesiones de ensayo de Museo del Romanticismo. Entonces estas dos eran las que constituían el “algo viejo”, mientras que el “algo nuevo” era Tampoco nos hemos Querido tanto, que representa el cambio de giro que quería hacer después de tantas canciones de temática amorosa.
Las canciones de amor en el pop parece que son muy dramáticas respecto a los amores no correspondidos y el nadie te va a querer como yo. Por eso quise hacer una canción sobre te puedo querer y dejar de quererte y aquí no ha pasado nada, cada uno sigue por su lado. Por otra parte, “el algo prestado” es la versión de Jens Lekman de Black Cab.
Precisamente sobre esta última canción conocida como Blablacar (viaje hacia el éxito) te quería preguntar, ya que es la que se desvía totalmente de vuestra habitual temática de amor de estos últimos años. ¿Visteis que el contenido del tema era muy bueno cómo para no dejarlo escapar?
Sí. Al final es algo que a mí me interesaba mucho. Lo mismo que en el anterior disco todo tenía mucho sentido que girase entorno al sexo y al amor debido a mi situación vital de ese momento, este deterioro del mundo laboral y los “entrepreneurs” de pacotilla es algo de lo que al final hablo bastante en el día a día con mis amigos y con mi novia. Cada vez que vemos un disparate nuevo de Glovo, Uber… todo este rollo de acabar jodiendo las condiciones laborales de la gente está muy presente. Luego está que cada vez que escuchaba Black Cab de Jens Lekman, que es un artista que me vuelve loco, no podía evitar pensar que cuando él decía en el estribillo “black cab” a mí me entraba “blablacar”. Entre la combinación de ese interés por la temática y la coña de hacer así el estribillo, se la propuse a la banda y contrario a mi pensamiento de que no les iba a gustar, acabamos haciendo la canción.
Más cosas...Lo que mencionabas anteriormente de las nuevas sensaciones que aparecían en este trabajo, totalmente opuestas a las del anterior, ¿crees que se debe al enfoque que aparecía en ese trabajo más relacionado con las relaciones esporádicas frente a la idea de relación mucho más madura que aparece en este?
Claro, tiene que ver mucho con eso. Cuando hice las canciones de Museo del Romanticismo estaba soltero, estando quizás en la época más promiscua de mi vida y con esa lucha de estar a gusto con una persona pero no terminar de querer estar con ella. Quizás un poco la idea de querer a alguien con quien estar pero a la vez querer estar solo. Sin embargo este disco surge ya después de un tiempo de relación de pareja estable, por eso no podía seguir contando lo mismo. Siempre me habían preguntado en las entrevistas de Museo del Romanticismo que si iba a estar feliz con mi relación de pareja podría seguir haciendo discos y hasta cierto punto quería pensar que sí. Por eso este disco, aunque relata algunos momentos chungos de lo que podría ser una relación de pareja, relata también momentos que para mí son felices como puede ser Caderas del Norte, relacionada con lo guapa que está mi novia cuando baila mal. Esos momentos positivos son los que he ido buscando.
Relacionado con esto, a lo largo del trabajo da la impresión de que hay unas canciones que se encuentran muy vinculadas al romanticismo total, mientras que otras se centran más en detalles también amorosos pero que se escapan de lo romántico. ¿Crees que existe esta distinción?
Sí. La idea también era un poco querer volver a contar historias, porque los otros discos habían ido siendo cada vez más introspectivos desde el inicio de Rusos Blancos hasta Museo del Romanticismo. Quería volver a ser un poco más narrativo. Por ejemplo en Bravo Murillo tenía claro el estribillo aquel que viene a decir que existen mil formas de amar diferentes pero que la manera de dejar de hacerlo siempre es la misma y entonces pensé en hacer diferentes postales. Si uno piensa en cómo ha surgido el amor en esta postal le pueden venir a la cabeza muchas formas diferentes, pero si se piensa que es una pareja que está cortando se imagina una escena muy similar sea en un tanatorio, en una fiesta o en una lavandería en Escandinavia.
Otro hecho destacado que aparece en el trabajo es ese sentimiento del paso del tiempo, en el que uno ve cómo se hace mayor aunque intente frenarlo continuando con la actividad de antes. ¿Crees que más que nunca está presente esta consciencia de aprovechar todo bien mientras dure?
Para mí esto es algo que siempre me ha preocupado bastante. Luego como grupo cada vez nos vamos haciendo más mayores. Lo que antes era ensayar y salir a tocar era algo mucho más despreocupado y divertido, ahora nos cuesta más o nos cansa más porque tenemos nuestros trabajos estables y relaciones estables. Entonces el fin de semana cuando tienes que salir a tocar a un par de sitios no puedes estar con tu pareja, llegas el domingo súper tarde y enganchas con la semana que viene el trabajo. Esa sensación de hacerse viejo está por un lado, mientras que por otro está el propio concepto de música y grupo de pop rock, hasta cierto punto es una cosa que a veces pienso.
El otro día tenía una broma con la banda, ya que si le enseñamos nuestra música a un chaval de 16 años no sé si se le viene a la cabeza un grupo de gente de treinta y tantos o cuarenta años con guitarras. A esto tenemos que sumarle el título del disco, donde de una u otra manera nos indica que el final acaba siendo desastroso. Todo esto me inquietaba. Esa sensación social es algo que tenía muy latente. A lo mejor hace treinta años pensabas en envejecer como un estado en el que no había incertidumbre en tu trabajo porque estarías en él hasta los 65 y luego tendrías una pensión. Ahora mismo pienso que envejecer es no tener trabajo a los 50 y ni mucho menos pensión.
“Las canciones de amor en el pop parece que son muy dramáticas respecto a los amores no correspondidos y el nadie te va a querer como yo”
Totalmente. La idea que para mí desprende la canción del disco viene a ser aquello de disfrutar aunque todo no va bien.
Sí, la idea es eso. Si estamos abocados al desastre inevitable, que al menos podamos llegar a él divirtiéndonos. Es un poco como es la vida. Todos sabemos que nos vamos a morir tarde o temprano y la idea de divertirnos todo lo que podamos por el camino. Tiene que ver también en el sentido social, cosas que cada vez que observo me dan mucha rabia. Por ejemplo cada vez que hay una huelga general o algo así, como puede ser el 1 de mayo, en seguida sale el ABC y La Razón sacando fotos de aquí es están los sindicalistas tomando cervezas. Solo falta que estemos jodidos con el trabajo y puteados con absolutamente todo, y encima no podamos ni tomarnos una cerveza. De ahí aparece aquello de nos vais a joder con todo pero mientras tanto vamos a divertirnos.
Más detalles sobre el disco. La canción Ten Cuidado, Te Vas a Enamorar quizás es más extrema en cuanto a lo que hablábamos antes de envejecer y del paso del tiempo. ¿Sientes que en algún momento del disco también hay cierta reticencia a caer en las garras del amor y del compromiso?
Yo creo que no lo tomaría como una idea de miedo a enamorarse, sino que la canción viene a ser un poco como el refrán este que creo que es inglés o americano que dice que “Dios se ríe mientras escucha hacer planes”. Más o menos que tú puedes pensar que vas a vivir una vida alocada pero desconoces que te vas a enamorar y que eso te va a trastocar todo. Te puedes haber hecho la confabulación de persona independiente y muy alejada que no necesita a nadie más, algo que de repente se trastoca debido al amor. Esto quizás lo he vivido de forma más personal. Al mismo tiempo plantea eso de una vida la quiero vivir a tu lado, pero al mismo tiempo se cuestiona que pasa con las otras vidas que quiero vivir.
Del mismo modo, parece que en Rusos Blancos nunca habéis hecho una canción sobre el amor en su faceta más idílica o más plena. ¿Crees que algún día llegará ese día?
Pues no sé. Precisamente en este disco, tenía la sensación de que lo estaba haciendo hasta cierto punto. Luego pasa que uno tiene el ánimo de tendencia taciturna y le queda lo que le queda. Muchas veces mis amigos tienen la broma de que no se me puede diferenciar en la expresión cual es el día más feliz de mi vida del que es el más horrible. Un poco con las canciones pasa igual. Por ejemplo Caderas del Norte la entendía como una celebración, pero mi novia me decía que partía de una discusión. También me decía que la última del disco recoge un montón de nuestras historias y acaba siendo una canción triste, algo que tampoco era mi intención.
Lo que sucede es que muchas veces uno se pone a hacer canciones para intentar entender lo que le pasa. Es decir, intentar descifrase a uno mismo para huir de ello. Lo que haces cuando estás muy feliz es disfrutarlo, no le dices a la otra persona, espera un ratito que me pongo a hacer una canción. Igual lo que en el fondo me ocurre es eso.
“Muchas veces mis amigos tienen la broma de que no se me puede diferenciar en la expresión cual es el día más feliz de mi vida del que es el más horrible. Un poco con las canciones pasa igual”
Un tema que me llama mucho la atención por el carácter más divertido del mismo es Primero de Mayo. ¿Esta canción surgió a partir de hechos reales o tuvo algún detonante?
Realmente no está inspirado en nada real. Pensaba que por un lado me gustaba la idea de introducir un trasfondo político sin que dejase de ser una historia de amor, de forma que eso estuviese presente pero que no saliese una típica canción panfletaria. También el hecho de que canciones que están vinculadas con el apartado social, no tienen siempre que tener esa sonoridad cómo de “calimocho rock”. Me hacía gracia meter frases como “que viva la lucha de la clase obrera”, ambientando la canción en ese contexto. Otra cosa que me hacía mucha ilusión era ese punto social de comentar agresiones de antidisturbios o que cada vez que la ultraderecha hace algo resulta que es un hecho aislado. Luego contarlo como una historia de amor era la manera más fácil de integrarlo en una canción de Rusos Blancos.
Otra canción sobre la que te quería preguntar es ¿Qué somos ahora?, ya que quizás conecta muy bien Museo del Romanticismo debido a frases más explícitas sobre ir al grano pero con un final mucho más honesto y propio de este nuevo trabajo. ¿Ves este tema un poco como el puente entre los dos trabajos?
Igual puede ser. Cuando grabamos la canción había un poco de polémica porque me decían que por qué utilizaba la palabra follar al principio de la canción. En realidad la canción habla de lo que hacían los personajes, si decía “lo hacíamos” quedaba más cutre. La canción en ese sentido no pretende ser de temática sexual, pero me hacía gracia hacer una canción en la que dos personas que acaban siendo pareja, su primer contacto sea el de oír follar a la otra persona con otra tercera persona. Me pareció curioso arrancar a partir de ahí, para que luego la canción concluya que no están juntos emocionalmente pero aceptándolo todo por el camino. Para mí hasta cierto punto me gusta mucho porque recupera la mencionada línea narrativa que habíamos ido abandonando.
Entrando en el apartado estilístico en el trabajo, la influencia de Betacam hace que cada vez se noten más los destellos electrónicos que aparecen en temas como puede ser Bravo Murillo. ¿Os veis haciendo algún día un disco puramente electrónico, en la línea de estas canciones?
Lo que pasa con hacer un disco así es que al final somos un grupo y no puedes llegar y decirle al batería que en ese disco no toca. Para eso tenemos un poco los EPs, que nos permiten hacer ejercicios de estilo, cosas diferentes. A mí sí que me gustaría hacer un disco solo en esa línea, pero es lo mismo que si me preguntas si me gustaría hacer un disco solo acústico. También me gustaría, pero no le puedo decir a Iván (el guitarrista) que se tome un año sabático. Es complicado porque tenemos que estar todos que es de lo que se trata. Cuando una canción es muy electrónica y de sintes, Laura, Iván y Pablo acaban en un segundo plano. Por eso hicimos Crocanti, que era mucho más electrónico y lo trabajamos más Betacam y yo, pero luego se metían guitarras y las voces de Laura y Elisa.
“Lo que sucede es que muchas veces uno se pone a hacer canciones para intentar entender lo que le pasa. Es decir, intentar descifrase a uno mismo para huir de ello”
Respecto a los arreglos de violín que vuelven a aparecer en el trabajo. Creo que fue en Tiempo de Nísperos cuando aparecieron por primera vez, convirtiéndose ahora en algo bastante significativo de vuestras canciones. Ahora cuando componéis canciones, ¿ya vais con la predisposición de que estos arreglos puedan tener cabida o es algo que le añadís luego a mayores?
Muchas veces vamos con idea de que en una determinada canción nos gustaría meter ciertos arreglos, pero no sabemos muy bien qué tipo de arreglo queremos meter. Por ejemplo en Ten Cuidado, Te vas a Enamorar o ¿Qué somos ahora? más o menos intuíamos que podían entrar bien unas cuerdas. En este disco, quitando alguna idea que ya tenía Javier Carrasco muy pensada, ha sido la primera vez que los arreglos de cuerda no los hemos hecho nosotros. Aprovechando que mientras grabábamos el disco estaba por el puerto Joaquín Pascual, colaboramos con él de nuevo después de que también hubiese estado presente en Museo del Romanticismo. Se encargó de la mayoría de los arreglos y nos gustó mucho porque de esa manera también nos sacaba de nuestro universo, de hacer lo que habíamos hecho ya otras veces, aportando una visión distinta.
El disco se cierra con la célebre frase de Joan Laporta de “al loro que no estamos tan mal”. ¿Teníais en mente cuadrarlo en el disco?
Todo esto viene de una coña recurrente que teníamos en el grupo con la frase esta tan graciosa de Joan Laporta. Hubo una época antes de Museo del Romanticismo que no sabíamos si volveríamos a sacar disco o no y de repente íbamos a tocar a un sitio metiendo a bastante gente, o sacábamos algo nuevo y era bien recibido. Hacíamos siempre la coña de “al loro no estamos tan mal”. Resultaba que pensábamos que lo nuestro no interesaba a nadie y luego resultaba que no era así. Era una broma interna sobre todo de Betacam y mía. Entonces una noche que estábamos haciendo una maqueta de Un Hombre Huraño con un Gato vimos que podíamos meterlo al final. A parte me hacía gracia acabar el disco así. Hasta el momento no nos han preguntado mucho por ello.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.