"Si no permites que un estilo se renueve, lo estás condenando a muerte"
EntrevistasObsidian Kingdom

"Si no permites que un estilo se renueve, lo estás condenando a muerte"

Fernando Acero — 17-07-2020
Fotografía — Sergio Albert

Casualidades de la vida –o no–, el cuarto aniversario de “A Year With No Summer” (16) del vanguardista conjunto de metal barcelonés Obsidian Kingdom se ha constituido como un presagio de mal agüero en las circunstancias de este nefasto 2020. Justo antes de lanzar su nuevo álbum de estudio, hablamos con el vanguardista conjunto de metal barcelonés sobre su trayectoria hasta este punto y los ecos que resuenan de este particular año 2020 en ella.

¿Qué tal estáis con respecto a la situación del Coronavirus? ¿Os cogió a medias de alguna movida en Obsidian?
Sí, totalmente, nos hemos visto obligados a retrasar la salida del álbum porque la estábamos acompasando con la posibilidad de girar a finales de año. Nos ha pillado muy a contrapelo. Teníamos todos los videoclips guionizados pero no sabemos cuándo los vamos a poder rodar. No tenemos ni siquiera el photoshoot. Y aún te diré más: todos los festivales que se han cancelado este año van a pasar al año que viene con el cartel íntegro. Nadie que saque disco a partir de ahora va a entrar en los festivales del año que viene, con lo cual a nivel de presentación y sobre todo para bandas pequeñas sacar un disco y esperar uno o dos años a presentarlo en directo es un suicidio comercial. Así que pintan bastos.

Entiendo que las tácticas guerrilleras tipo Instagram Live es algo que no veis en absoluto viable comercialmente hablando.
No comercialmente, porque seguramente tiene un impacto y hay gente que lo está aprovechando, pero sobre todo estéticamente. “A Year With No Summer” se quejaba de la digitalización de todo, y digitalizar un concierto me parece una absoluta aberración. El fenómeno de comunión que se da cuando participas en un evento de música en directo no se puede traducir a un live virtual, de ninguna manera. Es un sucedáneo muy triste, como lo es visitar un lugar en Google Maps en vez de viajar, ¿no? Pero claramente estamos avanzando hacia aquí, hacia este consumo, que para mí lo que hace es empobrecer el producto. No sé, es un poco como todas las cadenas de alimentación masiva o como Zara. Es este sistema controlado por una minoría que, a través de bajar la calidad del producto y de abaratar los precios, consigue abastecer a una población masiva que de otra manera no podría ser abastecida.

Creo que es un punto de vista interesante, porque por lo general lo que se va viendo estos días es que se da un optimismo que no sé si encaja muy bien con lo que vendrá a continuación. Algunos hablan de una crisis peor que la del 29.
Lo que liga con los ciclos históricos de los que también hablaba “A Year With No Summer”.

Vamos a hablar un poco de ello. Hace unas semanas cumplía cuatro años. Quiero pescar un poco el hilo de esto para toda esa gente que no tuvo el placer de disfrutar de la integridad del concepto cuando se presentó en su momento, en 2016. A grandes rasgos, ¿crees que se puede hacer un paralelismo del leitmotiv que conduce de este álbum con los tiempos actuales?
Creo que sí. O sea, es el fenómeno del cisne negro: el factor imprevisible que desestabiliza el sistema. El paralelismo es indudable. En la sociedad del confort el paradigma es intercambiar seguridad a cambio de estabilidad. En el momento en el que esta estabilidad que estamos comprando y estamos pagando de muchas maneras se ve desestabilizada entra la incertidumbre que tiene este gran impacto económico y social que provoca que paremos la rueda de consumo y que entren nuevas formas de comercio. Yo creo que el disco estaba enfocado precisamente desde el punto de vista de ese ciudadano de a pie que no las ve venir y todo esto le pilla por sorpresa, y al que esto le sume en un estado de depresión, de incertidumbre, de sumisión… Y por eso el disco es tan plomizo y tan gris y tan desesperanzador. El subtexto de “A Year With No Summer” y de cualquier crisis es que de todo se sale y que después de la tormenta pues volverá a brillar el sol. Pero es precisamente este momento en el que estalla todo y en el que no sabes qué narices va a pasar que el disco pretende retratar. Y creo que ese es exactamente el momento en el que estamos. Da igual que esto tenga que ver con la explosión del monte Tambora o las Siete Plagas de Egipto o el Coronavirus, o el crack del 29, es un punto de ciclo que se va repitiendo a través de estos arcos históricos y que por mucho que confiemos en que todo va a salir bien, bueno, habrán estos momentos de profunda desesperación, como los de ahora. Muy curiosamente en aquel momento igual tenía que ver más con un estado de ánimo que con una situación sociopolítica. Y yo creo que eso es lo gracioso. O sea, creo que capturamos el ambiente sin tener el estímulo. Y ahora está pasando a la inversa: el estímulo está justificando aquel retrato.

¿Cómo lleváis esto en el grupo? Porque claro, es como un poco la coña de “que si Nostradamus”, “que si Los Simpson predijeron esto”, “que si Rider G Omega dijo que no iba a haber verano este año”...
Sí (risas), o sea, nos ha sorprendido gratamente porque parece que nos otorga valor pero bueno, ni esto se ha traducido en un gran pico de ventas ni hemos vuelto a la palestra de ninguna manera, y en ese sentido lo que apreciamos es que la gente que apreció el disco en su momento está entendiendo el chiste. Y para nosotros eso es suficiente satisfacción. Porque al final nos debemos a nuestro amado –y reducido– público (risas).

El amor por la críptica es uno de vuestros estandartes y me pregunto en qué medida es esto un arma de doble filo, de esas que pueden alejar a posibles seguidores más que atraerles. Quizá a los que atrae son de aquellos que quedan de por vida. Y me da por pensar que quizá mensajes como los de “10th April”, “Black Swan” o el homónimo “A Year With No Summer” se entiendan mejor a hechos consumados que cuando salieron los temas. ¿Qué piensas al respecto?
Ojalá que sí. El feedback que hemos recibido va en esta dirección. Pero insisto, no era un juego de tener la razón y nosotros nunca pretendimos prever nada.

Pensando también en otras dimensiones de valor del álbum, parece tragicómico lo que os pasa como banda –y corrígeme si me equivoco–, que es un poco el efecto Ulver/Anathema: la fanbase que no deja escapar jamás de una determinada estética extrema. ¿Crees que por ejemplo un álbum como “Mantiis” os impidió en su momento sacar el potencial que tenía el álbum? ¿Quizá si hubiera partido de otro background hubiera podido tener un mayor valor para el público?
Estuve precisamente hablando de esto con Kristoffer Rygg de Ulver hace poco. Fue muy gracioso porque en la habitación estábamos Kris, Sigurd Satyr [Wongraven] y yo. [Satyr] es un tío muy consciente de lo que está vendiendo, tiene mucha más visión empresarial y comercial, y en cambio Kris es un romántico, supongo que como yo. Y les lancé esta misma pregunta, que más que una pregunta era una afirmación: no hay ninguna banda que empezará haciendo metal que haya dejado de hacerlo y haya tenido éxito. ¡Y yo siempre cito a Ulver! Y bueno, Satyr se mostró de acuerdo, aunque no creo que él siga haciendo black metal porque es lo que el público le pide. Kris me dijo una cosa muy interesante, y me dijo que a través de estos esfuerzos uno educa al público. Suena muy condescendiente, pero estoy de acuerdo. Cada vez es mayor el número de artistas que venían del metal y están haciendo una cosa diferente y están triunfando, por ejemplo Ghostemane, o en su momento Skrillex. La situación está cambiando, y creo que bandas como Obsidian Kingdom contribuyen a la idea de que un artista no tiene por qué estar encasillado en su estilo. Pero bueno, hay referentes mucho más antiguos, ¿no? Como David Bowie, por ejemplo. En ese sentido yo sigo creyendo que no es imposible –sí que creo que nos llevamos un varapalo tremendo, todavía hay gente que nos sigue preguntando “dónde está 'Mantiis 2'” y “que sí, 'A Year With No Summer' muy bien, pero cuándo volvemos a hacer lo bueno”, etcétera, etcétera. Pero bueno, siempre habrá gente conservadora, en todos los aspectos, y en el arte eso es un buen bastión. Nosotros seguiremos a la nuestra, que es hacer lo que nos salga del pito.

"Los defensores del rock están vetando lo que realmente es rock, de la misma manera que los culoduros del flamenco creen que Rosalía no es flamenco. Si no permites que un estilo se renueve lo estás condenando a la muerte"

Hablando de experimentar: haciendo un repaso mental de todo lo que fue la promoción de “A Year With No Summer” me vino a la cabeza una entrevista que os hicieron en la Barceloneta en la que en cierto momento os preguntan sobre referentes y tú soltaste “¡Death Grips! ¡Bottomless Pit!”. En mi mente fue como “¡hostia!” (risas). Creo que lo curioso de ese momento, lo que viene a sintomatizar, es lo que se puede leer de vosotros como banda: el hecho de que sois “marginales” en el sentido de que no os posicionáis en un punto central de un discurso sonoro en concreto, sino que siempre tratáis de estar como al extremo de ese discurso. Creo que no mucha gente asume o entiende muy bien el hecho de que de repente en una playlist podáis coger y reivindicar a no sólo a Death Grips, sino a Tyler, The Creator o a Billie Eilish, que no tienen que ver con la estética convencionalmente metal. Voy a devolverte la pregunta que lanzaste al aire en ese momento: ¿por qué crees que el rock está muerto?
(Risas) Creo que el rock está muerto tal y como se cristalizó en la época de su máximo esplendor, entendido como este ejercicio de exceso, de cuestionar los valores, de sexo desenfrenado, la decadencia, el tomar drogas, desde Led Zeppelin a Twisted Sister. Ahora es patrimonio de los raperos y los traperos. El rock se ha convertido en una cosa conservadora, de Rock Fest; y en ese sentido en el momento en el que se ha enquistado ha entrado en decadencia. Y pronostico la muerte del rock tal y como lo entiende [gente como] Mariano Muniesa. Bueno, no está muerto ni morirá mientras la gente a la que el rock le impactó cuando era adolescente quiera seguir viviendo en esa nostalgia. Pero ahora mismo los auténticos rockeros son [músicos como] Post Malone. Post Malone es el rockero. O todos estos tipos que han muerto creando el club de los veintiuno antes que, o sea, es más heavy que el club de los veintisiete, Lil Peep, estos son los rockeros. ¿Pero qué pasa? Que los rockeros no están dispuestos a incluir estos nuevos iconos en el Rock And Roll Hall Of Fame, con lo cual los defensores del rock están vetando lo que realmente es rock, de la misma manera que los culoduros del flamenco creen que Rosalía no es flamenco. Si no permites que un estilo se renueve lo estás condenando a la muerte. A tu muerte, porque en el momento en el que tú desaparezcas como defensor de los auténticos valores del rock se podrá producir esta renovación. Así que sí, tío: Death Grips. Rock and roll.

En vuestras propias palabras, vuestro nuevo disco que va a regresar al carácter despiadado de “Mantiis”.
Donde “A Year With No Summer” estaba más preocupado por lo social y lo comunitario, el nuevo disco es mucho más individual, mucho más sexual, mucho más agresivo. Tiene que ver con toda la represión freudiana de los tabúes y de las emociones, y creo que está conectado con una energía mucho más perversa, más volátil y más explosiva. Es un disco frustrado y frustrante. Y tiene muy muy mala leche, la propia del deseo reprimido. Y donde “A Year With No Summer” sí que tenía un poco de esta pesadumbre, esto es mucho más desgarrador e incómodo. Y en cuanto al timbre suena mucho más bestia. Mucho más letal. No es tan quejicoso, o si lo es lo hace desde una postura mucho menos pasiva–agresiva y mucho más agresiva. Tiene que ver con el mindset de un school killer, creo. O sea, es muy reprimido también en ese sentido, porque aflora desde un punto de partida de no de desencanto como “A Year With No Summer” sino de frustración. Si te fijas vamos profundizando ¿no? En “Mantiis” nos fue más o menos bien, luego vino el desencanto, ahora viene la frustración y lo próximo ya no sé qué coño será (risas). Pero espero que este disco funcione y el cuarto sea luminoso y agradable y… Emociones positivas. Yo qué sé tío (risas).

Viendo que hay un regreso de intenciones a “Mantiis” no puedo evitar pensar que hay algo que hubierais hecho distinto en “A Year With No Summer”. ¿Qué lecciones habéis sacado de esa época?
La lección principal es que a veces es bueno salirse del guión y dejarse llevar por las vísceras. “A Year With No Summer” estaba demasiado encorsetado por el concepto del álbum; habíamos decidido de antemano qué es lo que queríamos y tratamos de ceñirnos a ello, y esto a veces provocó unos límites que fueron un poco aburridos. Creo que lo entretenido y lo estimulante de la música que hacemos es saltarse el guión. Y creo que con el tercer disco hemos recuperado esta frescura de: “bueno, parecía que íbamos a ir por ahí pero, eh… ¡Toma! Te vamos a ir con esto que te va a romper el culo y te va a sorprender”. Es lo que nos pedía el cuerpo”. Igual en “A Year With No Summer” era más como: “hostia, no, no, no, no, tenemos que ceñirnos a esta estética que hemos diseñado y tenemos que ser coherentes”, [pero] hay una fina línea entre la coherencia estética y el aburrimiento. Y creo que nos hemos desembarazado totalmente de esto. El tercer disco es de todo menos aburrido. A veces esto es malo, yo te lo digo (risas).

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