Despojándose del pulido de anteriores trabajos, la banda suena más directa y cabreada, y gana insospechados matices. Manuel Sánchez “Anntona”, guitarra, letrista y uno de los artífices de la cáustica y muy personal mirada del grupo, nos habla de ello y de muchas más cosas relacionadas con su ya longeva banda en el café de un popular teatro del centro.
Quizá lo mejor sería empezar por el título. ¿Es una especie de interjección de cómic que va con la portada, o tiene algún significado oculto?
Es una frase que está en una de las letras: es un acertijo (risas), un acrónimo de una frase de una de las canciones. Que, además, creo que tiene que ver mucho con el contenido del disco. Lo que pasa es que casi preferimos que la gente investigue un poco. Es fácil, no es muy difícil.
¿Tiene algo que ver con la ilustración de la portada?
No es una cosa directa. Cuando hacemos los discos, intentamos que tanto el título, que nos cuesta siempre horrores, como la portada, tengan un hilo conductor; pero a la vez, que tanto nosotros como la gente que hace la portada tengamos mucha libertad, para que todo sea más sugerente. En el caso de esta portada, hablamos de ciertas referencias con el artista (el dibujante de cómic underground Johnny Ryan) y le dimos unas líneas básicas, y él nos vino con esto, que nos pareció muy adecuado. Entonces, ¿tiene que ver con la portada? Para mí, sí. Es una portada bastante especial que tiene que ver con cosas del disco: cierta agresividad, cierta oscuridad. Cosas que entendemos que están el LP, y que la ilustración representa bastante bien.
Es vuestro séptimo álbum, una cifra bastante respetable para cualquier banda, sobre todo porque básicamente seguís siendo los mismos. ¿Cómo se hace para mantener el entusiasmo por lo que hacéis a estas alturas?
Somos un grupo longevo en general -con siete discos está claro que lo eres-, pero también si nos comparamos con nuestros compañeros de generación. Muchos han dejado de tocar, la verdad. Los grupos que empezaron cuando lo hicimos nosotros directamente lo han dejado. Porque es un equilibrio complicado. Tener un grupo underground y vida de civil -es decir, vida de civil y vida de súper-héroe (risas)- es difícil de compaginar. Nosotros hemos encontrado un equilibrio bonito entre una actividad que ya es profesional de alguna manera, con otras profesiones y otras vidas. Creo que no hemos dejado que el grupo se lo comiera todo y tuviéramos que elegir en un momento dado, lo que nos ha permitido mantenerlo como algo especial. Y nos gusta mucho hacerlo, evidentemente.
“Los grupos que empezaron cuando lo hicimos nosotros directamente lo han dejado”
Es un equilibrio difícil, ¿no?
Sí, es complicado. Es uno de los éxitos del grupo, sin duda alguna.
Para muchísimos grupos llega un momento en que no es viable económicamente. O no se produce la respuesta que crees merecer, y entonces la gente se desmoraliza y tira la toalla.
Sí. Hay un punto en el que tienes un grupo con tus colegas y te ves de vez en cuando. Eso, efectivamente, lo puedes hacer toda la vida. No hay ningún problema. Y hay otro punto en el que te dedicas sólo a esto. Y luego hay un montón de bandas que no estamos ni en un sitio ni en otro. Tenemos trabajos, pero el grupo tiene una serie de exigencias con las que hay que cumplir, porque también es una profesión. Desde que empezamos, jamás nos planteamos dedicarnos sólo a ello, lo cual creo que está bien. A muchos les puede pasar que cuando te empiezan a conocer más, apuestan más por ello. Y una decepción o un cambio de planes te puede dar un buen guantazo. Nunca fue nuestro caso: siempre hemos sabido cuál es el espacio del grupo, y eso ha sido importante. Es una cosa que a muchos no les ha pasado.
Pero sí imagino que en vuestro caso había una ambición inicial que luego ha sido correspondida por una buena respuesta.
La verdad es que todo ha sido muy gradual. Cuando sacamos el primer disco llevábamos como tres años haciendo maquetas, publicándolas y tocando en el Nasti. Haciendo público y encontrando nuestro camino. El primero lo pagamos y publicamos nosotros. Luego ya fichamos por un sello. No es un grupo que haya crecido muy rápido. Ha tenido sus momentos de sacar un single que vaya mejor o empezar a tocar mejor y hacer las cosas mejor, pero ha sido todo muy gradual. Si con el primer disco lo hubiéramos reventado, igual nos hubiéramos planteado vivir de esto. Pero ha ido poco a poco y eso nos ha ayudado a mantenerlo.
Pasando ya al disco, lo primero que me ha llamado la atención, además de la madurez de las canciones, es el sonido. Es distinto. Mucho más oscuro y de grupo en directo. Supongo que trabajar con John Agnello ha tenido que ver en ello. ¿Ha sido algo premeditado este cambio?
Sí. Con Paco Loco ya grabamos el anterior, lo que es cierto es que la mezcla la hizo Sergio Pérez y pulió mucho lo que había hecho. Paco es muy salvaje grabando: le gustan mucho las cosas rápidas, capturar el momento. Con él el material siempre es muy crudo y fresco. En este caso, le preguntamos con quién deberíamos mezclarlo para mantener eso. Y nos dijo que lo haría con este hombre. Viendo su hoja de servicios, flipamos. Ha hecho muchos discos que a mí personalmente me gusta mucho cómo suenan. Me acordé del último de Sonic Youth, “The Eternal”. Ese disco lo mezcló él y suena así, muy parecido a como suena el de Punsetes, salvando las distancias. Tiene ese mismo sonido crudo, agresivo. Y nada, con la primera mezcla que oímos dijimos: “Hostia, de puta madre, era esto”.
¿Queríais distanciaros de ese sonido tan pulido?
Siempre intentamos hacer cosas que no hemos hecho, dentro de lo que es el grupo. En este caso, tiene que ver con la agresividad: las letras son muy agresivas y algunas canciones son más inmediatas. Nos interesaba eso: que no fuera un disco fácil para poner de fondo (risas). Te reclama un poco de atención.
También se percibe un esfuerzo compositivo por ir a nuevos terrenos, pero al mismo tiempo “Te mereces que te vaya mal” es muy vuestra.
Sí, y a la vez tiene una estructura interesante: no es la clásica estructura estrofa-estribillo, estrofa-estribillo. Es una canción que va de un sitio a otro con bastante libertad, y luego hay una parte que se repite. Sí, intentamos -dentro de que el esquema de trabajo es muy parecido- ir a nuevos sitios. Me parece una cosa interesante. Evidentemente no nos vamos a poner a hacer algo que no tenemos ni idea de hacer, pero dentro de nuestras limitaciones y nuestra manera de ver las cosas, es muy bonito tratar de hacer cosas diferentes, aunque sólo sea para entretenernos nosotros (risas).
Es decir, que vuestro método de trabajo se mantiene muy similar al del principio.
Sí, es parecido. Y creo que es la clave de que hagas una canción como “Te mereces que te vaya mal”, que dices que es muy nuestra, y a la vez para mí tiene cosas muy diferentes. Me parece hasta rara en algunos aspectos, pero como es tan reconocible el método de trabajo y el círculo en el que estamos todos cómodos y la voz del grupo está tan clara, sigue siendo muy reconocible. Lejos de ser una limitación, es interesante que te puedas permitir hacer estas cosas sin renunciar a la esencia del grupo.
Hablando de la voz de Ariadna, también he percibido que hay un trabajo para que suene distinta. Por ejemplo, en “Hola, destrucción”. ¿Es así?
Normalmente, al grabar las voces se doblan, pero es un recurso que se utiliza en ciertas partes -algún estribillo o algún contrapunto. Aquí la voz de Ariadna está doblada casi todo el rato, lo cual crea un efecto de chorus interesante. Y esa canción tiene un tono un poco extraño, lo que le obliga a cantar un poco diferente. Fue una propuesta de Agnello y nos pareció bien. Casi todo lo que nos ha tirado se lo hemos comprado. En seguida vimos que lo había entendido todo, y que se entendía muy bien con Paco.
Insistes en que las letras son muy agresivas. El disco arranca con “España corazones”. El recopilatorio de este mismo año se titula “España necesita conocer”. ¿Es casual?
Lo de estas dos Españas ha sido un poco casual, sí. Aunque también te digo que ahora es un tema muy presente (risas). O por lo menos para mí, que me gusta la política, dejémoslo ahí...También es cierto que entre nuestra generación hay cierta aversión a decir la palabra “España”, nos gusta mucho pisarla. Es una cosa que nos pareció interesante y divertida. Pero ha sido casual: “España necesita conocer” es una frase de “Tu opinión de mierda”, y ésta es otra canción. No hay muchos grupos que digan tanto “España”.
“Hemos encontrado un equilibrio bonito, pero no es fácil”
Desde luego. Es un disco, en general, muy directo, con canciones breves, hasta que llegan los nueve minutos y medio de “Ocultismo”. Son como varias canciones ensambladas, hay una especie de psicodelia…¿Cómo llegasteis hasta ahí?
Pues precisamente porque teníamos un disco de canciones muy cortas. Nos ha pasado que yo llegaba con una idea muy suelta y muchas veces nos daba pereza hacerle la “fontanería” y la “arquitectura” para hacer una canción convencional. Te acabas encontrando con cosas muy cortas. En este caso teníamos la primera parte, y ahí se acababa la cosa. Sencillamente buscamos otra manera de desarrollarlo. Nos daba un poco de pereza recurrir al puente y al estribillo, y nos encontramos con dos partes juntas. Ahí Jorge ya propuso romper la baraja, y en seguida empezamos a trabajar en esa línea, inspirándonos en cosas que nos molan mucho y que nunca pensábamos que íbamos a hacer. Hicimos una Playlist en Spotify de canciones que nos han inspirado y ahí está “A Day in The Life” y cosas que nos molan un montón. Nunca pensamos que íbamos a hacer algo así, y era la hora de probarlo. Estamos muy contentos con ella y nos gusta mucho tocarla.
No hay como salir un poco de la zona de confort para que salgan cosas interesantes, ¿no?
Sí. Que el grupo tenga una identidad tan marcada creo que te permite experimentar sin llegar a hacer una propuesta totalmente diferente que despiste mucho.
Da la impresión de que es la típica canción que sale en el local con la gente improvisando.
Ha habido de eso, y también mucho trabajo en casa. De hacer una parte en el local, grabar un patrón de batería, yo me voy a casa y pruebo algo, se lo mando a Jorge, volvemos los tres, los cuatro o los que podamos a currar…Y te digo que fuimos al estudio y había algún Punsete que no sabía muy bien lo que estaba haciendo (risas), porque habíamos trabajado mucho en casa con una idea muy clara, sobre todo Jorge, Chema y yo.
El vídeo (una especie de videojuego vintage) es un puntazo. ¿Cómo se os ocurre?
Eso es curioso. En un principio queríamos que fuera el single, con su vídeo. Como mucho puedes hacer uno ahora mismo. Hablamos con varios directores amigos, como siempre hacemos, y se rajaban todos. Primero decían que sí, les mandabas la canción y decían: “Hostia, tío, es imposible”. Hacer un vídeo para una canción de tres minutos ya es prácticamente inasumible, imagínate. Nueve minutos de vídeo que estén bien pueden costar veintitantos mil pavos. Seguro. Te lo digo con conocimiento de causa porque soy productor. Llegamos a un punto muerto, porque nos gustaba la idea de sacar esta canción la primera. Ahí Luis hizo honor a su fama de ideólogo del indie underground y se le ocurrió hacer un videojuego. Se podía controlar más en plan de costes, y además era una propuesta muy nueva. La idea nos volvió locos a todos y la ejecución nos ha parecido brutal. Ahí Luis se ha ganado el sueldo.
¿Dirías que es el disco más maduro o autoconsciente respecto a lo que queríais hacer de todos los que habéis hecho?
Lo que está claro es que es un disco que representa muy bien el momento en el que estamos y las cosas que nos agobian y preocupan. Creo que nunca podría haber sido nuestro segundo o tercer disco. Porque no habríamos sabido hacer las cosas que hemos hecho, y las cosas de las que hablamos no son las mismas. A mí me llama mucho la atención comparar las letras que hacía en el segundo disco con las que hago ahora. La voz es la misma, pero el mood y lo que trasladan es totalmente diferente, o a mí me lo parece. No sé si es nuestro álbum más maduro, pero sí es un séptimo disco tal cual. No podría ser el segundo o el tercero.
A nivel musical se ve que estáis intentando hacer cosas. Por ejemplo, “No puedes correr” tiene un bajo como muy New Order.
Es que somos muy puñeteros entre nosotros. Somos muy críticos, y en el local vuelan los cuchillos. Es constructivo, pero si estuvieras ahí, a lo mejor no te lo parecería (risas). Puedes ir con una canción y te la masacran totalmente. De hecho, “España corazones” está ahí porque de repente Jorge dijo: “Vamos allá”. Cuando llegas con la música y esa letra, a la gente le cuesta verse representada. En cuanto a la variedad, todo el mundo intenta hacer algo que no ha hecho antes, que le entretenga, que le divierta y que le parezca que está proponiendo algo. Sobre todo Luis (Fernández, bajista), que es una persona que tiene un trastorno de déficit de atención (risas). Necesita motivarse todo el rato, si no, se aburre. Y está constantemente probando historias. No es un tío que coja el bajo, se haga las cuatro notas y se quede tranquilo.
Pero entiendo que la crítica dentro de un grupo siempre tiene que ser constructiva.
Sí, lo que pasa es que como ya tenemos tanta confianza no somos muy melindrosos a la hora de expresarnos. Pero siempre es constructiva: si no, nos quedaríamos en casa, está claro.
“Un condenado a muerte se ha escapado” es de las que más me han gustado.
Es de las que me parecen más estándar, más clásica. Tiene una letra un poco pandémica, que en el fondo tiene que ver con el espíritu del disco, en cuanto a que hay una especie de incomodidad con el trabajo y las imposiciones. Cómo todo eso te coarta. Es representativa, y una canción clásica muy Punsetes. Y creo que está guay.
¿Dirías que las letras tienen un hilo conductor?
Sí. Para mí sí lo hay. Hay mucho rechazo al trabajo, a las imposiciones y a la gente chunga. Creo que es un disco muy de rechazo frontal. “Te mereces que te vaya mal” es bastante dura. Y “Cerdos”, no te cuento (risas). Son canciones en las que si pusieras un nombre y la cantaras a alguien concreto, te mandarían a la Audiencia Nacional, eso es así. El truco es no decir a quién se lo estás diciendo. Con eso sales airoso. Siempre se inspiran en gente concreta, pero la clave es no decirlo.
Si tus letras se dedican a gente concreta, no puede hablarse tanto de “misantropía”…
No me considero un misántropo en absoluto. Todos somos bastante amorosos. Lo que pasa es que hay cosas en la vida que te molestan muchísimo. Imagínate las que te estarías tragando en tu vida diaria si no pudieras hacer canciones. Y te las tragas… Hay mucho de desahogo, y creo que eso es una clave del grupo que la gente aprovecha mucho cuando nos escucha. Cristalizas algo que si hicieras en tu vida real sería ofensivo y desagradable. Es una forma interesante de canalizar el odio.
“Somos muy puñeteros entre nosotros, en el local vuelan los cuchillos”
¿Pesimista tampoco?
Mmm. Bueno, algunas letras pueden ser pesimistas, pero creo que en el momento en que te molestas en hacer una canción, el pesimismo lo estás sacando. Lo estás canalizando.
El pesimismo es no levantarte de la cama.
Claro.
De hecho, “FOMO”, la última, tiene una letra aparentemente tierna… hasta que llega la frase lapidaria del final: “¿Cuál es el camino más largo hacia este sitio?”
Sí, es una canción de Jorge muy bonita, me gusta mucho, y me encontré la frase en un libro de Carrére, “Yoga”, como una reflexión oriental. Se lo mandé a Jorge por si lo había sacado de ahí, porque Jorge es mucho de “robar”, pero no. Lo que plantea Carrére es que la gente se suele plantear cuál es el camino más corto, pero no el más largo. Y “el camino más largo” es una pregunta muy filosófica, porque probablemente no existe. Me parece muy bonito: como concepto sí existe.
Después del recopilatorio tan cuidado que sacasteis este mismo año y ahora con este nuevo LP, ¿qué expectativas pospandémicas tenéis?
La pandemia fue bastante complicada para el grupo. Porque teníamos un disco muy bueno, “Aniquilación”, con singles potentes, habíamos hecho salas, una Riviera muy guay, y estábamos en el momento de festivalear un poco. Y no paramos de tocar, pero hicimos conciertos muy jodidos, como todo el mundo que tocó. Recuerdo uno en el Kafe Antzokia de Bilbao que fue muy duro por la escenificación: la gente en filas de sillas con mascarillas...Para el grupo ha sido durillo. Tiene mucho mérito que hayamos cogido fuerzas otra vez para tirarnos a la carretera. El objetivo máximo es recuperar las sensaciones que teníamos. También es que cuando dejas de tocar mucho, te deja de apetecer: entras en una dinámica de decir: “Buf, qué pereza”. Pasa eso, es curioso.
Depende de lo concentrada que esté, pero una gira no deja de ser una paliza.
Lo es, y para nosotros, que tenemos vidas exigentes que incluyen la paternidad y otras cosas, cada vez más. Es complicado. Como te decía, las expectativas son recuperar sensaciones y volver a poner el grupo en su sitio.
¿Y cómo se te queda el cuerpo cuando sufres uno de esos conciertos chungos como éste del que hablabas?
Bueno, en ese caso como era una cosa tan excepcional no le das mucha importancia. Pero la sensación es mala, claro. Además, yo soy muy agobiado. También te digo que cuando nos va muy bien, la alegría me dura poco (risas). Pero todas las cosas buenas del grupo hacen que merezca la pena.
Muy poca gente sale del underground y llena una Riviera. Una vez estás en ese punto, ¿se trata de mantener el nivel?
Ten en cuenta que a nosotros eso nos ha ido pasando, y lo único que hemos hecho para conseguirlo es trabajar muy en serio en nuestra música y nuestra propuesta. Pero jamás ha sido un objetivo, realmente. Si mañana no llenamos La Riviera, no pasa nada, mientras podamos hacer un disco como el que acabamos de hacer y viéndonos. Hombre, no es bonito que te vaya peor que antes, pero creo que muchos grupos se lo tomarían mucho peor. Porque nosotros venimos del underground de verdad y nuestro objetivo no era ése. No sería un súper drama. Hasta ahora creo que hemos mantenido el interés porque hemos ido proponiendo cosas interesantes. De hecho, me gusta ver que las canciones más escuchadas no son las primeras. Muchas de las cosas últimas que hemos hecho son de las que más han interesado, y eso está guay. Supongo que se trata de eso. La clave es seguir manteniendo la ilusión por hacerlo y el mismo entusiasmo. Imagino que eso se traduce en hacer canciones buenas.
Y seguís siendo amigos.
Ésa es la clave. En nuestro caso sería imposible si no fuera por eso. Todavía sabes que vas a ir a tocar a Vitoria, a León o a Valladolid y te lo vas a pasar bien con una gente que, si no fuera por esto, no verías.
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