¿Cuándo empezaste a plantearte la idea de escribir un libro sobre la escena de Nueva York de inicios de milenio?
Tuve la idea justo en el mismo momento en el que pongo el punto final al libro: los conciertos en el Madison Square Garden en 2011 de The Strokes (la primera vez que actuaban ahí) y de LCD Soundsystem (que supuestamente iba a ser su despedida para siempre). Fueron dos noches increíbles, vibrantes y muy intensas. Fue entonces cuando me invadió la sensación de que mi generación había encontrado a sus estrellas de rock en tipos como James Murphy y Julian Casablancas y por extensión Karen O y Paul Banks. Durante aquellos días algo se acabó, pero también empezó algo nuevo. Se acababan definitivamente los años del subterráneo. Ahora ellos eran los que marcaban la pauta.
Por el libro desfilan más de ciento cincuenta personas. Vaya, que no te ha quedado nadie de esta historia por entrevistar.
Ha sido la experiencia profesional más dura de mi vida. Han sido seis años los que han pasado desde que tuve la idea hasta que se ha publicado el libro. Como era un proyecto muy personal, la parte más difícil fue la presión que me autoimpuse por hacerlo lo mejor posible. Esta fue mi era y, en algunos casos, los protagonistas de la historia eran mis amigos. Sabía que habíamos vivido algo mágico y quería transportar a los lectores, tanto aquellos que estuvieron allí como los que no lo vivieron en primera persona, a aquella época.
A veces la gente es reticente a abrirse a sus vivencia y experiencias. ¿Cómo reaccionaron todos estos grupos a tu propuesta?
Me quedé impresionada por el apoyo que recibí. Al principio, lo admito, no las tenía todas conmigo. Estaba muy nerviosa porque quería que todo el mundo implicado en la historia participara del proyecto y no estaba segura de conseguirlo. Estamos hablando de artistas, en algunos casos, de una sensibilidad extrema. A algunos de los grupos, como The Strokes, les conocía desde me instalé, a finales de los noventa, en Nueva York. A otros, como LCD Soundsystem, no. Algunos se mostraron extremadamente entusiasmados desde el primer momento, otros fueron más cautelosos. Al final todos los que participaron se entregaron totalmente a la causa. Ha sido increíble cómo me han apoyado. Hubo gente que en un primer momento me dijo que no pero después acabaron aceptando. Con el único que no he conseguido hablar ha sido Carlos D, el bajista original de Interpol. Tío, este tipo es un rompecorazones y yo ansiaba entrevistarle. Pero respeto su decisión de no participar. Carlos fue una de las grandes estrellas del rock de aquella época. Pero una vez tomó la decisión de dejar el grupo se alejó de todo aquello. Entiendo que no quisiera participar.
"James Murphy es un erudito de la música capaz de entender su papel en esta escena y analizarlo"
¿Esa amistad con muchos de ellos fue contraproducente o, contrariamente, te beneficio a la hora de entrevistarles y trabajar en el libro?
A los únicos que realmente conocía era a los chicos de The Strokes. A los de Yeah Yeah Yeahs, Interpol y algún otro los conocí yendo a los conciertos y por mi trabajo como periodista. El resto era un mundo ajeno al mío, especialmente el mundo de DFA. Ahora, sin embargo, somos amigos. He pasado tantas horas con ellos, han sido tan generosos con su tiempo... Parece que hayamos pasado una guerra juntos. Aun así, sí, he descubierto cosas de ellos que desconocía. Me ha sorprendido mucho lo que he aprendido haciendo preguntas aparentemente tan básicas como cuál era su primer recuerdo relacionado con la música o cuándo se enamoraron por primera vez de la idea de Nueva York.
¿Quién fue el entrevistado más generoso?
No podría quedarme con una única entrevista. Pero, por su franqueza y sensibilidad, si tengo que destacar a alguien, sería Albert Hammond Jr. Lo admiro por no esconder nada de su pasado. James Murphy también me sorprendió por ser muy consciente del lugar que ocupa en esta historia. Es un gran estudiante de la historia del rock, un gran erudito de la música que es capaz de entender su papel en esta escena y analizarlo como un periodista. Es sorprendente.
De algún modo, ¿podríamos decir que “Meet Me In The Bathroom” es el “Please Kill Me” del nuevo milenio?
¡Whoah! Te quiero tío. “Please Kill Me” es la biblia de las historias orales del rock, y uno de los testimonios más importantes jamás compilados sobre la cultura de Nueva York. Ese libro cambió mi vida. Sería un sueño que “Meet Me In The Bathroom” tuviera un impacto similar.
¿Hay algún paralelismo entre la irrupción de la escena punk de Nueva York a mediados y finales de los setenta y la aparición de todas estas bandas?
Hay que entender el espíritu punk de Nueva York como parte de su legado cultural. Está siempre ahí. Está en el ADN de la ciudad. A veces parece que está adormecido, otras se muestra en plena efervescencia, como la escena del CBGB, la que documenta “Please Kill Me”. Aquel fue un período increíble para el rock de Nueva York. Lo mismo ocurrió la primera década del nuevo milenio. Ambas épocas están relacionadas porque son parte de ese continuo flujo de energía. Y la energía, como todo el mundo sabe, no desaparece nunca, solo se transforma.
¿Por que elegiste narrar todo esto en formato de historia oral?
Más que ser auténtico quería que el lector sintiera el libro como auténtico. La verdad es una ilusión. La vida es como la película “Rashomon”, todo el mundo tiene su perspectiva y todo el mundo está seguro de que es la correcta, la auténtica, y esto es algo que solo podía conseguir cediendo la palabra a todo aquel que, mucho o poco, hubiera participado en esta historia. Mi objetivo era que tras leer el libro el lector sintiera que había estado ahí pero que, aunque sin ser falso, lo que había leído no era necesariamente lo que había ocurrido de verdad. Espero haberlo conseguido.
¿Por qué irrumpieron de golpe todas estas bandas?
Ese es uno de los grandes misterios del rock and roll: ¿por qué irrumpen de repente las escenas? Por supuesto hay respuestas prácticas: el alquiler era barato en ese momento, los chicos se aburrían con lo que sonaba en la radio y sentían que el rock and roll tenía mucho más por ofrecerles... Creo que el 11 de septiembre y el surgimiento de Napster tuvieron mucho que ver con el hecho de que el mundo y la industria musical volvieran a fijarse en Nueva York. Estos son dos factores que ayudan a explicar por qué tuvimos esta edad de oro de bandas de rock a inicios del nuevo milenio en Nueva York, pero no lo explica totalmente. Si te soy sincera, creo que fue una cuestión de magia. The Strokes fueron el punto de partida. Sin ellos ninguna de las otras bandas habría captado tanta atención. Habrían existido (algunos de este grupos, como Interpol o incluso The White Stripes ya tocaban antes de que se formaran The Strokes), pero sin su éxito dudo que hubieran tenido la repercusión que acabaron teniendo. Si lo personalizamos, creo que hay tres personas imprescindibles para entender esta historia: Julian Casablancas, James Murphy y Karen O. Son cruciales. Sin ellos no existiría este libro.
“Nueva York es una idea, y esa idea atraviesa períodos de ascensión y retroceso, pero nunca muere”
¿Podemos hablar de escena? Musicalmente, todas estas bandas son muy diferentes las unas de las otras.
¡Sin lugar a dudas! Lo que une a todos estos artistas y grupos es una sensibilidad compartida, no un sonido. No sonaban igual pero sí compartían las mismas sensaciones: se sentían peligrosos y atractivos y salvajes y un poco fuera de control. Cuando los veías en directo sentías esa energía. Su música te transmitía cierta sensación de riesgo. Echábamos de menos el espíritu de la Nueva York del 77 y lo trajeron de vuelta.
¿Cómo está la escena en la Gran Manzana actualmente?
Nueva York es una idea, no un lugar, y esa idea atraviesa períodos de ascensión y retroceso, pero nunca muere. Y si no me creéis, escuchad a Charly Bliss.
¿Cuáles son los cinco discos imprescindibles de esta generación?
Sin que tenga que ser obligatoriamente en este orden, diría que son “Fever To Tell” (03) de Yeah Yeah Yeahs, “Is This It” (01) de The Strokes, “Tremble Under Boom Lights” (94) de Jonathan Fire* Eater, “Sound Of Silver” (07) de LCD Soundsystem y “Turn On The Bright Lights” (02) de Interpol.
“The Last Real Rock Stars” era el título original del libro. ¿Son estos grupos las últimas estrellas auténticas del rock?
Era uno de los títulos que barajamos. Pero no, no creo que sean las últimas estrellas auténticas del rock, y este es uno de los motivos por los que acabé descartándolo. Aún así, creo que Internet ha cambiado para siempre el concepto de estrella del rock. Las bandas ya no nacen como lo hicieron The Strokes: un grupo que se conoce en la escuela, empieza a ensayar en el primer local que encuentra y cuando no están tocando están bebiendo cerveza y escuchando música para inspirarse. Esto ya no sucede. Y eso no es bueno ni malo, simplemente es así. Karen O, Paul Banks, Julian Casablancas, Jack White... son los últimos ejemplares de una era.
¿En qué estás trabajando actualmente?
¡Estoy trabajando en la adaptación de “Meet Me In The Bathroom” para la televisión! Estamos haciendo una serie de documentales y espero que, en breve, una serie de ficción también. Es muy emocionante. Sí que tengo en mente ponerme a trabajar en breve en un nuevo libro, pero creo que será un ensayo y no exclusivamente sobre música.
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